Una de las promesas electorales del PSOE fue aumentar la cuantía del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), hoy uno de los más bajos en la UE, hasta llegar a dejarlo situado en 600 euros mensuales.
Una de las promesas electorales del PSOE fue aumentar la cuantía del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), hoy uno de los más bajos en la UE, hasta llegar a dejarlo situado en 600 euros mensuales.
Para cumplir tal compromiso, sin apenas gastar un euro del presupuesto, los gestores gubernamentales han inventado una genial fórmula de la ‘ingeniería prestacional’ = Consiste en ir decretando sucesivos aumentos nominales del citado Salario… al tiempo que se excluye del ámbito de su aplicación a los colectivos cuyo acceso a determinados servicios públicos e ingresos venía dependiendo de ese indicador, como sucede en el caso de las prestaciones o los subsidios por desempleo, las rentas mínimas agrarias y las denominadas de inserción.
Hasta ahora, el Subsidio mínimo estaba valorado en un 75% del SMI. Sin embargo, con el R. Decreto-Ley 3/2004 que dispone la primera subida de éste -un 6,6%, a 490,8 euros- se le «desvinculan» las cuantías tanto de los subsidios como de la prestación contributiva del paro. Con ese fin se ha creado una base distinta para cuantificarlas: el IPREM, o Indicador Público de Rentas de Efectos Múltiples, una jerigonza administrativa que esconde esta nueva andanada legal dirigida contra los sectores más débiles de la sociedad.
Tal vez porque se carezca de cualquier mala conciencia en el equipo del presidente Rodríguez Zapatero o -simplemente- por su confianza en que no habían de esforzarse para hacerlo más digerible, el monto inicial del IPREM ha quedado fijado con sólo 460,5 €/mes, cifra que equivale al SMI previamente heredado del PP sin afectar por ninguna subida. Y, lo que es peor, aunque el presente valor del mismo evolucione hasta los 600 durante la restante legislatura, a partir de ahora las cantidades de Subsidio por desempleo irán bajando en términos porcentuales cada año respecto de dicho Salario… al calcularlas con base a un IPREM que no tiene regulada fórmula de revisión en función del encarecimiento real del coste de la vida, por lo que su actualización queda sujeta a graciosas decisiones gubernamentales. Que en el mejor de los supuestos pueden prefigurarse con el que es su único condicionante preceptivo… de «tener en cuenta las previsiones u objetivos anuales de inflación».
En cifras: el Subsidio actual -que, si bien ha pasado cosméticamente a definirse como «80%» del IPREM, no llega ni siquiera a superar el nivel precedente de un «75%» en relación al SMI- quedó en julio de 2004 limitado a los 368,4 €/mes (Los subsidios, por cierto, se abonan para 12 mensualidades, en vez de 14 pagas, pues no hay extras). Y contando con las subidas en concepto del IPC que durante los próximos ejercicios preve el Gobierno en sus Presupuestos Generales del Estado recién difundidos, resulta un montante final para el 2007/08 en torno a 390 euros, que respecto a esos 600 en los que se habrá fijado el SMI -entonces- representaría sólo dos tercios escasos de éste; es decir, un aproximado 10% menos que hoy.
Gracias a las maravillas de las ingenierías político-prestacionales, el PSOE podrá exhibir en su día como trofeo el cumplimiento de la promesa electoral relativa a elevar el SMI. Y por otro lado, también sus responsables financieros se apuntarán un tanto de virtud neoliberal al no haber aumentado el gasto público con esta partida.
La explicación del milagro se encuentra en el 2º principio de la Termodinámica contemplado desde la Teoría de Sistemas. Un sistema se mantiene estable en la medida en que pueda externalizar entropía a su entorno. En este caso, el del SMI, se obtiene un estado más ordenado (mejor estética de cara a la estadística europea) mediante el procedimiento de transferir el desorden a los más pobres. Y eso, señor Rodríguez Zapatero, no se corresponde con el espíritu de la carta que el capitán Rodríguez Lozano, su respetable abuelo, escribió a la familia antes de que lo fusilaran en 1936 los franquistas por pertenecer al bando republicano… Un testamento moral que usted, señor presidente del Gobierno, nos leyó emocionado durante su discurso de investidura: «Un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes».