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Del juego malévolo de la MUD

Fuentes: Rebelión

Como ya es habitual, la MUD opta por desconocer los resultados del proceso electoral del pasado 15 de octubre, en el que de las 23 gobernaciones en disputa el chavismo alcanzó a ganar 18 y la oposición 5, en estados, por cierto, bien importantes, dos fronterizos con Colombia (Zulia, Táchira), dos turísticos por antonomasia (Mérida […]


Como ya es habitual, la MUD opta por desconocer los resultados del proceso electoral del pasado 15 de octubre, en el que de las 23 gobernaciones en disputa el chavismo alcanzó a ganar 18 y la oposición 5, en estados, por cierto, bien importantes, dos fronterizos con Colombia (Zulia, Táchira), dos turísticos por antonomasia (Mérida y Nueva Esparta) y uno petrolero (Anzoátegui), es decir, logra tres enclaves estratégicos en el occidente y dos en el oriente del país.

Inveterada costumbre

En otras circunstancias, este resultado, que debería ser asumido como un buen punto de partida (alrededor del 46% del total de los votos) para el desarrollo de una estrategia de recuperación que le permitiese la reconquista del poder político en un futuro, una vez más, tiende a ser tirado por la borda reiterando su inveterada costumbre de desconocer los resultados electorales, salvo cuando estos le son gananciosos (en dos oportunidades: cuando la Reforma Constitucional, 2006, y cuando ganaron la Asamblea Nacional, 2015,) o, con la excepción del 2007, cuando Manuel Rosales perdió las elecciones ante el Comandante Chávez y reconoció, inmediatamente, los resultados, principalmente, por la posición que al respecto asumió Teodoro Petkoff, que a la sazón era su jefe de campaña.

La oposición apela a su postura desconocedora de los resultados electorales (3 veces en 22 oportunidades) en la idea de que con esa tozudez, generando un estado de incertidumbre y de inestabilidad institucional, va a crear condiciones favorables para coronar sus aspiraciones de ascender al poder político del país, bien por la vía insurreccional o por la vía electoral, cuando la realidad demuestra que tal conducta lo que genera es, exactamente, todo lo contrario, pues el chavismo se ha mantenido en el gobierno durante 18 años y todo indica que así se mantendrá en los años por venir.

Monitoreo imperial

Persiste, pues, en su juego, por demás, malévolo, ahora con más énfasis, en parte por sus divisiones e inconsistencias internas y, en mayor medida, por el monitoreo del que es objeto por parte del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Siendo esto último, evidentemente, de la mayor fatalidad para el país, porque impide contar con una oposición que responda a una visión venezolanista del interés nacional sino con una que está profunda y desvergonzadamente supeditada a los intereses del imperialismo estadounidense.

Está claro, que la dirigencia opositora, muy a pesar de los sesudos analistas que la asesoran, no entiende la realidad histórica socio-política del país, la antropología del ser social venezolano, que, por encima de cualquier definición aleatoria, es categórica y genéticamente antiimperialista, condición esta que supo percibir e interpretar la agudeza genialidad del comandante bolivariano Hugo Chávez, constituyéndose su legado en sustrato esencial del movimiento político por él creado para impulsar en Venezuela la triunfante revolución bolivariana, antiimperialista y socialista en el marco de la realidad geopolítica del siglo XXI.

Mientras la élite imperialista amenaza y procede a activar una intervención injerencista en contra de nuestro país, la descocada oposición venezolana se apresta a servir de quinta columna para seguir procurando tan aviesa intención estadounidense, antes que dedicarse a delinear una política seria, racional, inteligente que le permita concitar el apoyo del pueblo venezolano en función de su proyecto de alcanzar el poder político del país.

Terquedad perturbadora

No, esta oposición apátrida se está aprestando es a retomar la acción vandálica de hace unos meses sin entender que este fue uno de los factores más influyentes para la derrota de la que acaba de ser objeto en las recientes elecciones de gobernadores; van a insistir en el juego malévolo de la guerra económica, la desestabilización institucional y en la calle, en la cuenta de que con ello pueden propiciar el derrumbamiento del gobierno bolivariano, en la terquedad de perturbarle la vida al pueblo venezolano; con lo que, más bien, lo que han logrado es afincar el rechazo popular a tan desacertada política y contribuir a afirmar la permanencia de los bolivarianos en Miraflores.

El juego imperialista está claro, al perder las elecciones de gobernadores, la tendencia más ultra radical, la de Marco Rubio, la que mueve el hilo de Almagro, opta por radicalizar la presión contra el país, instalando un TSJ espureo desde la OEA, reconociéndole competencia a la ex-fiscal Luisa Ortega, instigando mayores sanciones internacionales en contra del país, profundizando la guerra de cuarta generación, propiciando la instalación de un gobierno paralelo, etc., todo dentro del propósito de estimular, justificar y desencadenar la intervención extranjera, asignándole a la oposición el triste y lamentable papel de fomentadora de la desestabilización interna para crear el caldo de cultivo que permita la concreción del plan imperialista.

Simples piezas imperiales

Es con ese juego, donde se puede apreciar el papel de simples piezas que tienen asignado ciertos actores del acontecer nacional, como el caso del analista y encuestólogo opositor Luis Vicente León, quien días antes de las elecciones vaticinaba el triunfo arrollador de los candidatos opositores, partiendo de la falsa premisa de que el oposicionismo es mayoría en el país y de que sólo la abstención podría impedir o disminuir el amplio triunfo opositor.

Pues bien, resulta que la realidad es terca como ella sola, no hubo tal amplio triunfo de los candidatos opositores, la participación electoral batió record con relación a elecciones precedentes de gobernadores y el oposicionismo demostradamente no es mayoría en el país.

Pero, donde se aprecia con más precisión la veleidosa inconsistencia y el papel de pieza del juego imperial del director de Datanálisis es cuando, analizando los resultados electorales, sostiene que estos arrojan el peor escenario para el país, tanto para el chavismo como para la oposición.

Para el chavismo porque al ganar tantas gobernaciones «hace que sea baja la posibilidad de reconocimientos de resultados por parte de la oposición, la comunidad internacional y del venezolano común» y además, considera León, que estos resultados rompe estrepitosamente la vía de negociación entre gobierno y oposición «para rescatar equilibrios».

Es decir, para este sesudo analista, según su interesada lectura de lo que es beneficioso para el país, el chavismo debía perder o, mejor dicho, tenía que dejarse derrotar, para complacer su hipotética versión de que es minoría y satisfacer, de paso, la aspiración de los gringos.

Con relación a la oposición, para Luis Vicente León, la decisión del pueblo venezolano de votar de la forma como lo hizo, va a generar el fortalecimiento de las posiciones del ala radical opositora «con consecuencias en términos de recalentamiento de la lucha no electoral». En su análisis, el oráculo opositor, obvia que el ala ultra radical de la oposición ya tenía tomada esa decisión independientemente de los resultados electorales, en correspondencia, por supuesto, de lo preconcebido desde el Norte por Almagro y compañía.

Coherencia con la Dirección

Por nuestra parte, manifestamos nuestro regocijo por la manera en que habló y decidió el pueblo venezolano en estas elecciones de gobernadores, reafirmando su vocación inquebrantable de construir un país cada día más soberano, identificado con los ideales de Bolívar y Chávez, dispuesto a enfrentar con la mayor dignidad bolivariana las dificultades que, por supuesto, van a presentarse y encarando al futuro con optimismo y esperanza.

La Dirección Política-Militar de la revolución bolivariana que lidera el Presidente Obrero Nicolás Maduro, ha demostrado capacidad y sabiduría para asumir los retos que tenemos por delante, nos corresponde al pueblo organizado mantener la sintonía y coherencia con la Dirección para seguir avanzando en este camino de defensa de la soberanía, de afirmación de la patria y de construcción del porvenir socialista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.