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Del mercadismo al populismo hidrocarburífero El caso boliviano (III)

Fuentes: Rebelión

PARTE III Mercadismo y empobrecimiento El referido modelo energético de mercado, tiene la particularidad de actuar simbióticamente con un modelo interno de empobrecimiento socioeconómico. De esta manera, surte efecto la típica y poco estudiada «retroalimentación mercadista»: objetivo exportador de la política energética con destrucción del mercado interno (demanda negativa) y desmantelamiento del sector industrial. El […]

PARTE III
Mercadismo y empobrecimiento

El referido modelo energético de mercado, tiene la particularidad de actuar simbióticamente con un modelo interno de empobrecimiento socioeconómico. De esta manera, surte efecto la típica y poco estudiada «retroalimentación mercadista»: objetivo exportador de la política energética con destrucción del mercado interno (demanda negativa) y desmantelamiento del sector industrial. El resultado en Bolivia: endeudamiento externo equivalente al 56% del PBI y mayor en un 6% al de 1996; 67,3% de la población por debajo de la línea de la pobreza, alcanzando un 80% en áreas rurales y un 60% en centros urbanos (INE, Bolivia – 2003-2005).

El empobrecimiento del mercado interno es piedra angular del mercadismo. El ex presidente Mesa lo sabía muy bien. En 2004 afirmó que Bolivia tenía una reserva de gas calculada en 55 trillones de pies cúbicos (TPC) -ahora reducida a 48-, y como utilizaba internamente sólo 2 TCP, entonces no quedaba otra salida que exportar. Y fue con este objetivo -el más rentable para los inversionistas- que se destinaron las operaciones de las transnacionales, por lo menos desde 1997 a la fecha. El mercado interno, por ser poco rentable, fue desechado casi por completo. Por ejemplo, en febrero de 2005, el volumen destinado al consumo interno constituyó un 15.27% respecto del exportado. Valores que no han variado mucho, dado que actualmente Bolivia produce diariamente alrededor de 35 millones de metros cúbicos de gas, de los cuales exporta a Brasil y Argentina cerca de un 90%.

Inversiones extranjeras y populismo Si desde 1996 a 2005 las inversiones extranjeras en Bolivia totalizaron unos 3.500 millones de dólares, con el populista e ignoto Evo Morales se cuecen cinco nuevas alianzas estratégicas mixtas por un valor superior a los 6.320 millones de dólares (compañías bolivianas GTL- Bolivia y Petroleum Synergy, World Business (WB), Franklin Oil and Gas, Shaw Group y Predatos Technologies). Solamente WB planea invertir 5.000 millones de dólares en la industrialización del gas y transporte del excedente a EE.UU. a través de un proyecto LNG.

Pero además, el populismo, al nacionalizar el control, la gestión y planificación de la política energética, genera el ámbito apropiado para la negociación y la firma de convenios interestatales, convocando la presencia de empresas nacionales de energía. Un dato nada menor puesto que, por ejemplo, los dueños de las actuales reservas de gas natural a nivel mundial son las compañías públicas con un 64% (las privadas un 36%). A diferencia de los objetivos perseguidos por las compañías privadas, las empresas estatales se guían por intereses nacionales (y no empresariales), planificando en el largo plazo, consolidando las relaciones bilaterales y contribuyendo al equilibrio entre lo países vecinos.

Al respecto, tenemos el caso de la venezolana PDVSA, que planea una inversión de US$1.500 millones en exploración, producción, industrialización y comercialización. PDVSA será además la encargada de certificar las reservas de gas natural de Bolivia, sobredimensionadas por la anterior consultora. En igual sentido, Bolivia y Paraguay impulsarán un ambicioso proyecto de integración energética binacional, con un gasoducto y plantas industriales derivadas que requerirían inversiones superiores a los 2.000 millones de dólares. Por último, las negociaciones con la Argentina y Brasil por el precio del gas y los nuevos volúmenes de abastecimiento, que a pesar de la complejidad, llegarán a buen puerto y harán más equitativa -y por ende confiable- la provisión del energético.

Finalmente, YPFB y la empresa estatal rusa Gazprom planean armar una sociedad conjunta, con una inversión superior a los 3.000 millones de dólares. El objetivo de la alianza radicará en la búsqueda de nuevos campos para viabilizar la exportación de LNG (gas natural licuado) a México o a Estados Unidos y la construcción de gasoductos hacia Paraguay y Uruguay.

Las ricas lecciones de los más «pobres» Un 92% del pueblo boliviano apoyó la nacionalización. En Mayo de 2006, el ya vapuleado mercadismo sucumbió al populismo. De ahora en adelante, YPFB controlará cerca del 15% de las reservas de gas del país y se convertirá en la tercera petrolera local, por detrás Repsol-YPF y Petrobras. La política hidrocarburífera será dictaminada por el Estado quien gestionará toda la cadena, es decir, la extracción, el transporte, la refinación de petróleo, el fraccionamiento de gas, la comercialización interna y externa. Será YPFB quien obtenga directamente la renta petrolera calculada en 600 a 800 millones de dólares anuales.

A modo de breve conclusión, la lección que el actual proceso boliviano brinda al civilizado occidente es la siguiente: 1) En tiempos de mercadismo, las altas tasas de ganancia privadas son inviables en el tiempo (10 a 15 años como máximo), con elevadísimas posibilidades de perder tanto lo invertido como lo embolsado, puesto que todo período mercadista finaliza con su antítesis: un proceso populista o neopopulista. 2) Las compañías privadas en tiempos de populismo obtendrán menores tasas de retorno que durante el mercadismo, aunque compensadas por su extensión en el mediano o largo plazo. Asimismo, si el populismo es destituido, el mercadismo será incapaz de expropiar o nacionalizar, es decir, no existirá la incertidumbre a futuro de malograr la inversión original ni dañar sus activos. 3) Desde un enfoque jurídico y legal, el populismo a través del Estado y sus empresas, gestionará, controlará y regulará las inversiones extranjeras, y lo hará acorde a las leyes y la Constitución Nacional. Contrariamente, el mercadismo se fundamenta en la violación sistemática a los marcos regulatorios, leyes y constituciones locales, debiendo consecuentemente, erigir una pirámide jurídica y legislativa antagónica a los intereses populares y nacionales. 4) El populismo, al contar con el beneplácito de las clases más postergadas, resulta más seguro en términos de conflictividad social que el mercadismo, donde la conflictividad prolifera exponencialmente.

Señores accionistas y empresarios, en América latina es más seguro y lícito invertir durante gestiones populistas.

* Bioquímico y biotecnólogo (UBA), autor del libro «Petróleo, Estado y Soberanía: hacia la empresa multiestatal latinoamericana de hidrocarburos» (Biblos, Mayo 2005). Investigador del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (IDICSO-USAL).