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Democracia para tontos

Fuentes: notiminuto.com

Un curso. Un manual. Un lavado de cerebro. Me he paseado por estas y otras muchas opciones, a la hora de responder a la pregunta: ¿Cómo hacer para que la derecha venezolana se comprometa con la democracia? Y es que la intentona golpista frustrada y develada esta semana por el Presidente Maduro conforma un capítulo […]

Un curso. Un manual. Un lavado de cerebro. Me he paseado por estas y otras muchas opciones, a la hora de responder a la pregunta: ¿Cómo hacer para que la derecha venezolana se comprometa con la democracia?

Y es que la intentona golpista frustrada y develada esta semana por el Presidente Maduro conforma un capítulo más del largo y tedioso culebrón protagonizado por esa «derecha hueca» a la cual me referí en semanas anteriores, cuyo guión consiste en evitar, a cualquier costo, entrar por el carril de las instituciones y hacer uso del sistema democrático creado por la Constitución de 1999.

Por tan sólo recapitular los 22 meses transcurridos desde el 14 de abril del 2013, hemos sido testigos del desconocimiento (uno más) del resultado de las elecciones Presidenciales, del llamado violento a «la salida» de un gobierno que estaba más bien de entrada, y que acababa de demostrar su superioridad nacional en unas elecciones municipales, y ahora simple y llanamente de una intentona frustrada de golpe de Estado (una más), acompañada de su hermanito gemelo, el llamado a la «transición democrática».

Cualquier persona que, como dice un amigo mío, esté dotada de un cerebro humano correctamente conectado a la médula espinal, debería formularse automáticamente preguntas retóricas como: «¿pero acaso no estamos a meses apenas de una elecciones legislativas cruciales para definir el rumbo político del país?» A lo cual habría que asentir con un claro e inequívoco «Sí». «¿Y acaso el gobierno no atraviesa dificultades, especialmente derivadas de la situación económica, que configuran un escenario más bien favorable para quienes le adversen?». «En efecto», nos veríamos obligados a replicar. Pero volviendo desde esta ficción pedagógica hacia el mundo real, ese donde la derecha conspira como respira, habría que rendirse ante la evidencia de que sólo los tontos que nos tomamos en serio aquello de la democracia hacemos ese ejercicio mental de preguntas y respuestas.

La actitud de la derecha no hace absolutamente ningún sentido si damos por sentado que tiene el mínimo de valores republicanos que hace falta para vivir en democracia. Y ahí está el detalle, como decía Cantinflas. Porque cualquier oposición democrática en el mundo estaría frotándose las manos si tuviera las perspectivas que en teoría tiene la venezolana. Y mientras el gobierno ve cómo hace para zafarse del torbellino económico agravado por la caída de los precios del petróleo, ésta andaría movilizando al máximo sus energías y voluntades para llegar al día de las elecciones con todos los astros alineados. Ahí tienen el ejemplo de Podemos en España, y su esfuerzo comunicacional brillante, para ser corrosivos con el gobierno de Rajoy y al mismo tiempo aparecer como una alternativa seria y creíble. Qué despliegue de energías, para llegar a la cita electoral con una estructura organizativa y de movilización que, partiendo de la nada, garantice la victoria. Qué talento para transmitirle a la sociedad, que aunque nada haya cambiado aún, ya los aires de cambio se respiran, e infunden con su frescura todo el entusiasmo y la fe en el mañana que hacen falta para cosechar una hermosa victoria electoral. Pero como ya es harto conocido, Podemos constituye la seccional española del mismo club de tontos en el que estamos inscritos todos los venezolanos que vemos en el proceso constituyente de 1999 la matriz generadora de la democratización permanente y profunda de la sociedad venezolana.

Es también un error poner esta actitud de la derecha por cuenta de la desesperación, en el sentido de la precipitación y el apuro por quemar etapas. Porque honestamente tienen más de 15 años calándose a la Revolución, y el tiempo que falta para las elecciones luce francamente irrisorio frente al tramo ya transcurrido. Además, esa actitud desafiante y altanera que consiste en tratar a la institucionalidad republicana con el mismo desprecio y distancia social con los que trata la derecha a su personal doméstico, lejos de ser un fenómeno nuevo es una constante. Una postura invariable, sean cuales sean las circunstancias.

Y la pregunta natural que surge es ¿qué hacer entonces con esa gente? La primera respuesta para mi siempre tiene que ver con nosotros mismos. Independientemente de sus enemigos, el deber permanente de la Revolución es avanzar en su propósito de ofrecer a los venezolanos la realización concreta de los derechos plasmados en la Constitución. Como ya lo dije extensamente en un texto muy comentado hace más de seis meses, la antipolítica anida en las brechas que deja abiertas nuestra gestión cotidiana. Mejorar el desempeño económico del gobierno, tener una estrategia económica clara, no eliminará a la derecha, pero sí la marginalizará políticamente. Pareciera de tontos, y sin embargo.

Y después, tiene que ver con la fuerza. De la República y de las leyes se entiende. Porque a quien no cree en la democracia sólo esa fuerza, legítima y mayoritaria, lo detendrá. Como lo ha hecho a lo largo de 15 años de Revolución. Esa ha sido y debe seguir siendo nuestra manera de recordarle a la derecha que, con nuestros ideales y nuestras convicciones, podemos parecerles tontos, pero no lo somos tanto.

@temirporras

Fuente: http://www.notiminuto.com/noticia/democracia-para-tontos/