Europa necesita desesperadamente resolver su problema de negociación colectiva para salir de la crisis
Cuesta arriba. LA BOCA DEL LOGO
El 10 de diciembre de 2018 lanzamos un Manifiesto para la democratización de Europa junto con 120 políticos y académicos europeos. Desde su lanzamiento, el manifiesto ha reunido más de 110.000 firmas y está abierto a más. Este incluye un proyecto para un tratado y un presupuesto que permitan, a los países que así lo deseen, crear una Asamblea Europea y establecer verdaderas políticas en favor de la justicia fiscal, social y medioambiental en Europa -todo ello disponible para su consulta en varios idiomas en la página web-.
En el Guardian del 13 de diciembre, Yanis Varoufakis presentó su New Deal Ecológico como alternativa al manifiesto, que considera irrelevante. Preocupados por asegurar la calidad del debate antes de las próximas elecciones europeas, exponemos y aclaramos las diferencias entre su plan y nuestras propuestas.
El plan Varoufakis se basa en el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que es el responsable de emitir bonos por valor de 500.000 millones al año que se incluirían en el programa de adquisición de valores del Banco Central Europeo (BCE). «Se venderán como pan caliente», dice con ese entusiasmo comunicativo característico del antiguo ministro de economía del gobierno de Tsipras en Grecia a la hora de explicar sus propias soluciones.
¿Para qué servirían unos fondos recaudados de este modo -la reconversión ecológica de la economía europea, de donde proviene el eslogan «New Deal Ecológico»-? No tenemos intención alguna de criticar este objetivo. La reconversión de nuestro sistema de crecimiento en pro de un régimen económico sostenible hoy en día es absolutamente necesario. Debería implementarse a nivel europeo y, en efecto, desempeña un papel central en nuestra propia propuesta.
¿Cuál es la diferencia?
La principal crítica de Varoufakis parece ser la siguiente: ¿por qué queréis generar aún más impuestos si se puede generar más dinero? Efectivamente, nuestro presupuesto se financia a través de los impuestos, mientras que su plan se financia a través de la deuda pública. En sus propuestas, las empresas privadas involucradas en la transición ecológica piden prestado dinero al BCE después de pasar por un proceso de selección por parte del BEI. De hecho, parte de este acuerdo ya existe en el marco del plan Juncker. Lo que Varoufakis añade es que la compra de los bonos la realice el BCE en lugar de inversores privados.
En primer lugar, nuestras propuestas se basan en los impuestos porque una parte significativa del gasto que proponemos es gasto público: financiar que las universidades investiguen en nuevas tecnologías y compartir el coste de la migración entre los países miembros escapan al ámbito de las empresas privadas. Esta es una de las diferencias fundamentales entre nuestras propuestas: nosotros proponemos darle a Europa los medios para proporcionar bienes públicos a sus ciudadanos -incluida la campaña contra el calentamiento global, pero no exclusivamente-.
En segundo lugar, los nuevos impuestos compartidos que proponemos tienen por objeto reducir la desigualdad entre los países. Hay griegos ricos que no pagan suficientes impuestos y alemanes pobres que pagan demasiados; nuestro objetivo es garantizar una mayor participación por parte de los más ricos, independientemente de dónde estén, en beneficio de los más pobres, independientemente de su país.
No obstante, Varoufakis nos critica por limitar las transferencias entre los países asociados con el nuevo presupuesto adicional del 0,1 % del producto interior bruto. Nosotros introdujimos este parámetro para evitar que, una vez más, se difunda el engaño de la «unión de transferencia» como una excusa para no hacer nada. Si existe consenso para aumentar el umbral al 0,5 % de PIB o más, y si Varoufakis sabe cómo obligar a que los distintos países lo acepten, estaremos encantados de apoyar dicha modificación. Sin embargo, es mucho lo que se puede conseguir si se establece más justicia fiscal y se reduce la desigualdad entre los países.
¿La tecnocracia en auxilio del clima?
Otra importante diferencia entre nuestras propuestas es que nosotros nos imponemos la existencia de un marco legítimo y democrático. No es el caso de Varoufakis. Al cambiar radicalmente el centro de decisión de la política económica europea hacia los bancos centrales del BCE, Varoufakis no parece tan preocupado como lo estaba antes por el hecho de que los altos funcionarios tomen decisiones que afectan a millones de ciudadanos europeos a puerta cerrada. El plan Varoufakis entrega las riendas de la política europea a una tecnocracia sin control, ¡como si no hubiera inferido todas las conclusiones derivadas de la crisis griega!
Por el contrario, nuestro manifiesto tiene en cuenta las lecciones del presente. No se basa en la hipotética conciencia ecológica de los bancos centrales. Nuestra intención es anclar la reorientación de las políticas europeas en una arquitectura nueva, estable, institucional y democrática; esto permitirá la intervención de actores que hasta ahora se han visto marginados en acuerdos que no están definidos claramente con el propósito de cambiar el equilibrio de poder en el centro de Europa.
Las políticas llevadas a cabo por los ministros de economía en el ámbito europeo carecen de legitimidad, entre otras cosas. Para ser legítimas, estas políticas europeas, que ahora intervienen en el corazón de los pactos sociales de los estados, deben partir y estar controladas por una asamblea integrada por parlamentarios europeos y, sobre todo, miembros elegidos en el ámbito nacional que, en última instancia, sigan siendo los garantes de estos pactos dentro de nuestras democracias.
Pretender que todo es susceptible de resolverse mediante la emisión de deuda y desdeñar la cuestión de la justicia fiscal y la legitimidad democrática de las decisiones relativas a la economía política, aunque se limite a la zona euro, no nos parece muy convincente. Dicho lo cual, coincidimos plenamente en que nuestro proyecto ganaría si se ampliara en muchas direcciones, en particular en las cuestiones relativas a la moneda y la deuda.
El tratado que proponemos, en efecto, prevé la posibilidad de compartir deudas superiores al 60 % del PIB y permitiría una mejor supervisión democrática del BCE mediante la aprobación y control del personal superior por parte de la Asamblea Europea. Sin embargo, estos apartados del tratado se beneficiarían si se divulgaran, y Varoufakis tiene razón en subrayar la importancia potencial del BEI y el BCE en cualquier estrategia verosímil de transición ecológica.
Financiar la transición ecológica
El Manifiesto para la democratización de Europa permite a los estados que así lo deseen, firmar un tratado para la creación de una nueva Asamblea Europea -el 20 % de los miembros elegidos en Europa y el 80 % elegidos a escala nacional-que aumentaría los nuevos impuestos, como a los beneficios de las principales empresas o a la riqueza de los ciudadanos europeos más ricos. Esto garantizarían que quieres se han beneficiado de la construcción de Europa participen en la financiación de los bienes públicos europeos, por ejemplo, la transición ecológica y la recepción e integración de los migrantes. Y, siempre que los estados reunidos representen al menos el 70 % de la población de la UE, la Asamblea Europea asumiría la tarea de controlar democráticamente y dirigir las políticas económicas llevadas a cabo por los ministros de economía de los estados que la conforman.
Sobre estas cuestiones es muy difícil predecir las mayorías transnacionales que podrían surgir en la asamblea. Por ejemplo, no hay nada que indique si las fracciones sociales de los principales partidos democristianos europeos se alinearían, o no, con los partidos de izquierdas para garantizar más justicia social en nuestras sociedades europeas, que actualmente están amenazadas por las fuerzas populistas en todas partes.
En conclusión, si bien tienen el gran mérito de existir, no creemos que las críticas y propuestas de Yanis Varoufakis estén en consonancia con los asuntos en juego. Europa no puede ignorar las cuestiones de legitimidad democrática y justicia fiscal verdaderas.
Autores: Manon Boujou, Lucas Chancel, Anne-Laure Delatte, Thomas Piketty, Guillaume Sacriste, Stéphanie Hennette y Antoine Vauchez
Este texto se publicó originalmente en inglés en Social Europe
Traducción de Paloma Farré.
Fuente: https://ctxt.es/es/20190313/Firmas/24943/Thomas-Piketty-negociacion-colectiva-impuestos-deuda.htm