Varias empresas multinacionales instaladas en Brasil colaboraron, desde el golpe de Estado de 1964, con los sucesivos gobiernos militares de este país, ofreciendo a los servicios de seguridad informaciones detalladas de empleados considerados sospechosos. Lo denunció ayer el diario O Globo, un medio que es propiedad del mayor grupo periodístico brasileño. Según afirma el diario […]
Varias empresas multinacionales instaladas en Brasil colaboraron, desde el golpe de Estado de 1964, con los sucesivos gobiernos militares de este país, ofreciendo a los servicios de seguridad informaciones detalladas de empleados considerados sospechosos. Lo denunció ayer el diario O Globo, un medio que es propiedad del mayor grupo periodístico brasileño.
Según afirma el diario carioca en un artículo que ocupó el título principal de la tapa, hubo compañías que llegaron a montar «centros de espionaje» internos. La extensa investigación de ayer se basó en documentos cuyos facsímiles también fueron publicados. Ese conjunto de dossier probaría, según el medio periodístico brasileño, los vínculos de las multinacionales y la represión dictatorial. O Globo afirma que los archivos se consiguieron en San Pablo, Buenos Aires y Washington.
Según los articulistas, el esquema de colaboración entre las empresas y la policía política brasileña, conocida como DOPS (Departamento de Orden Político y Social) se montó en noviembre de 1969, en una reunión que mantuvieron los jefes de seguridad de las compañías (la mayoría del área automotriz) con el jefe paulista del DOPS, Israel Alves dos Santos Sobrinho y con el mayor Vicente de Albuquerque, del ejército. En esa cita se habría decidido la formación de un grupo de trabajo para coordinar las tareas de espionaje en las fábricas y en los sindicatos, con el foco puesto en el cordón industrial que rodea la ciudad de San Pablo. En ese encuentro habrían participado representantes de Volkswagen, General Motors, Chrysler, Firestone y Phillips.
La semana pasada, las firmas citadas por O Globo negaron que en la época hubiera existido esa clase de colaboración con el régimen militar. La automotriz alemana dijo que fue «siempre apolítica». Según el diario, de los documentos investigados surge que Volkswagen auxiliaba a la policía con sus propios registros e informes y que utilizaba sus fábricas «para vigilar asambleas sindicales».
Otra automotriz, Daimler Chrysler alegó total desconocimiento por lo cual se eximió de comentarios. Scania -otra de las empresas denunciadas- y Firestone dijeron también que desconocían que funcionarios suyos se hubieran involucrado con los gobiernos militares. Pero según O Globo, de los documentos en poder del diario surgiría que en estas empresas se habrían creado aparatos de espionaje dentro de sus plantas.
Afirma, también, que la Federación de Industrias de San Pablo (FIESP) pidió tropas al gobernador paulista, en 1978, para reprimir las huelgas que proliferaron ese año en todo el cordón industrial paulista. Fue en esa época en que surgió el liderazgo sindical del presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva.