Y el coloso besó la lona. La caída de la SGAE, el gigante que el año pasado recaudó 360 millones de euros, ha hecho tambalear al actual modelo de gestión de los derechos de autor. Una crisis que, en realidad, va más allá de un caso judicial. Más allá incluso de las fronteras españolas. Hace […]
Y el coloso besó la lona. La caída de la SGAE, el gigante que el año pasado recaudó 360 millones de euros, ha hecho tambalear al actual modelo de gestión de los derechos de autor. Una crisis que, en realidad, va más allá de un caso judicial. Más allá incluso de las fronteras españolas. Hace unos días, la Comisión Europea (CE) publicó una encuesta que muestra la masiva oposición popular con las leyes europeas contra el intercambio de archivos en internet y la piratería.
«La abrumadora mayoría de los ciudadanos, las organizaciones de protección al consumidor y académicos se muestran radicalmente en contra de un endurecimiento de la regulación de las infracciones de propiedad intelectual, especialmente en el contexto de internet. La filtración de contenidos y el control del tráfico en la red se percibe como una amenaza contra los derechos fundamentales o incluso como censura (…).
Una encuesta de la CE detecta el gran malestar ciudadano con el copyright
Piden que se revoquen las protecciones del copyrightal compartir archivos, argumentando que el libre intercambio de información (incluido material con copy-right) ayudará a expandir la cultura e incrementar la creatividad sin provocar efectos perniciosos en la industria o en la sociedad», asegura la CE en su estudio.Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura, intervino el miércoles en la Comisión de Cultura del Congreso para hablar del caso SGAE.
Sinde propuso una reforma «parcial» de las entidades de gestión y de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI). La oposición en pleno pidió a la ministra una reforma «completa», porque «todo el modelo está en cuestión» tras el escándalo de la SGAE, según el diputado del PNV Esteban Bravo. «Hay que revisar los límites del actual sistema de derechos de autor. ¿ Qué hacemos con las licencias Creative Commons ? ¿Qué hacemos con el canon? ¿Qué hacemos con los derechos anónimos? Queremos la socialización del conocimiento. Estamos en un momento histórico», alertó Joan Tardà, diputado de ERC.
Nuevos tiempos
Todos los partidos, por tanto, están de acuerdo en que hay que cambiar la LPI, aunque no hay consenso, ni mucho menos, sobre cómo hacerlo. Mientras los políticos se ponen de acuerdo, la calle, al calor tanto del nuevo ciclo de movilizaciones sociales pos-15-M,como de la pérdida de legitimidad social de una SGAE acosada por los escándalos, ha empezado a lanzar sus propuestas.
La alternativa aún está verde, pero no convendría subestimar políticamente a un movimiento cuya capacidad de protesta ha convertido en un infierno cada intento del ministerio de Cultura por endurecer las leyes sobre derechos de autor (recordemos: la revuelta contra la aprobación de la ley Sinde fue uno de los gérmenes del 15-M).Pese a que en la encuesta de la CE, realizada a principio de año, las entidades de gestión y los titulares de derechos de autor seguían defendiendo un endurecimiento de las leyes, algo parece estar moviéndose los últimos días en el mundo de los creadores.
El dedo en la llaga
Esta semana se hacía público un manifiesto, escrito por diversos colectivos ligados al ámbito de la cultura y el conocimiento, que llamaba a la transformación crítica del modelo actual. Los músicos Kiko Veneno y Nacho Vegas, el cineasta Basilio Martín Patino, el DJ y productor de electrónica Oscar Mulero, el cómico Joaquín Reyes, el dibujante Miguel Brieva, el artista Rogelio López Cuenca y otros 500 creadores se han adherido al escrito cuyas reivindicaciones llegan bastante más lejos que las de los socios rebeldes de la SGAE, que han pedido la dimisión de la actual Junta Directiva y la democratización de la entidad, pero no han entrado a valorar las bases del actual modelo de recaudación de derechos de autor.
«Queremos la socialización del conocimiento», dijo Joan Tardà
«Las prácticas con las que se ha criminalizado a la sociedad son prácticas que nosotros mismos llevamos a cabo (compartimos contenidos a través de redes P2P, copiamos y ayudamos a otros a copiar, accedemos a material descatalogado nunca distribuido, etc.), que consideramos fundamentales desde un punto de vista de acceso a la cultura.
Sabemos también que con reconocer esa legitimidad en los usos no es suficiente. No resuelve el problema que afrontamos, que es un problema también de remuneración, de derechos sociales, de apoyo público a la creación, de condiciones laborales y de concepción de todo un modelo económico y social, frente a un modelo de gestión de los derechos de autor, como el que defiende la SGAE, que privilegia a una oligarquía de estrellas mediáticas a costa de la gran masa de los trabajadores de la cultura», dice el manifiesto.
Estamos viviendo un cambio de modelo cultural absoluto y las supuestas soluciones que se han puesto en marcha para abordarlo han generado problemas nuevos. Esa transformación no va exclusivamente relacionada con los derechos de autor, sino con una pérdida progresiva de derechos laborales y sociales y, a la vez, el reconocimiento de que hay posibilidades de construir otros modelos más libres y más justos», explica uno de los promotores del manifiesto, Guillermo Zapata, guionista de televisión y cortometrajista pionero en el uso de licencias Creative Commons.
¿El objetivo del manifiesto? «Lanzar un debate sobre el modelo cultural y los derechos de autor».Al diálogo se suma David Maeztu, uno de los abogados expertos en internet que participó en la reunión con Álex de la Iglesia previa a la aprobación de la ley Sinde, que apuesta por la convivencia futura de dos modelos vistos muchas veces como antagónicos: entidades de gestión y proyectos de cultura libre. «Las entidades de gestión pueden jugar un papel muy relevante, asesorando al autor», dice Maeztu, antes de matizar que antes deben eliminar el «voto censitario desproporcionado», en alusión a que sólo el 10% de los socios de la SGAE tienen derecho a elegir a sus representantes. «Pero todo ello debe ser compatible con opciones como Creative Commons e incluso con la cesión al dominio público voluntario. Hay que dar libertad al autor para gestionar sus derechos pero establecer mecanismos para protegerle y ayudarle», razona.
Maeztu apuesta, en definitiva, por una «reforma profunda y razonable» que tenga en cuenta realidades como que «siempre habrá alguien que acceda a la obra sin pagar», que una cantidad «creciente de usuarios, mayor que el anterior, está dispuesto a pagar por ese acceso en condiciones razonables de usabilidad y precio», que los ciudadanos «crean y remezclan apoyándose en lo previo y eso genera más cultura y más riqueza y que ir contra eso es, a largo plazo, perjudicial para todos», y que «una situación de conflicto social motivada por el mantenimiento de una situación condenada a cambiar no tiene sentido».
Sociedad digital abierta
«Hace tiempo que vengo proponiendo como alternativa un sistema de recaudación pública de impuestos por derechos de autor sobre los beneficios de las telecos, acompañado de un sistema democrático de reparto entre autores», explica Carlos Sánchez Almeida, el letrado que ganó el año pasado el primer juicio contra una página de enlaces (Elrincondejesus). Almeida, partidario de un modelo viable de derechos de autor que «concilie el derecho de los creadores a obtener una remuneración digna por su trabajo con el derecho del público a acceder a la cultura en el marco de una sociedad digital abierta», propone, además, «la creación de un organismo público de gestión de derechos de autor».
Una de las propuestas más innovadoras surgidas en los últimos días es la creación de un sindicato/entidad de gestión copyleft. En otras palabras: si no puedes cambiar el sistema, organízate por tu cuenta. «Es una propuesta para que las entidades de gestión al uso no se queden un dinero que no es suyo, es decir, dinero de un repertorio no registrado en ninguna de esas entidades y creado por gente que no es socia: obras libres y/o hechas con Creative Commons «, explica David Aristegui, uno de los promotores de un proyecto que apuesta por «el modelo cooperativo y horizontal de experiencias exitosas como el sistema operativo Linux, la Wikipedia… hasta llegar a la explosión del 15-M». Estos antecedentes «tienen que servir de molde para una nueva forma de organizarse en red, física y virtualmente». Lo dicho: la hora del cambio.
http://www.publico.es/culturas/387400/derechos-de-autor-la-hora-del-cambio