La mayoría de los economistas «serios» disfrutan al insistir que la crisis económica griega es el resultado de un conjunto de inoperancias propias y naturales de los helenos. La tesis consiste en afirmar que los trabajadores habrían estado viviendo durante los últimos años una constante y desaforada «fiesta», un verdadero banquete caracterizado por sistemáticos «aumentos […]
La mayoría de los economistas «serios» disfrutan al insistir que la crisis económica griega es el resultado de un conjunto de inoperancias propias y naturales de los helenos. La tesis consiste en afirmar que los trabajadores habrían estado viviendo durante los últimos años una constante y desaforada «fiesta», un verdadero banquete caracterizado por sistemáticos «aumentos de salarios desmedidos» en el marco de un «excesivo gasto público».
Empachados por estos aumentos habrían derrumbado la productividad del país en relación con sus principales socios comerciales. Todo esto sería el resultado de una «mano de obra ineficiente, vaga y sobre todo adicta a las huelgas». Es así como la solución se encontraría en corregir inmediatamente los salarios y reducir el gasto público para poder disminuir el déficit fiscal, sanear las cuentas públicas, recuperar la competitividad externa y afrontar por esa vía los pagos de su abultada deuda. El mismo diagnóstico y la misma receta que el Fondo Monetario Internacional y sus seguidores vienen dando hace décadas por el mundo entero con sus conocidas desastrosas consecuencias. Como es de prever, la realidad es muy diferente a como ellos la plantean y por eso los números de la economía griega expresan exactamente lo contrario a lo que los señores del FMI predican. Veamos cuáles son esos números y derrumbemos los mitos que de Grecia se han creado para justificar el draconiano ajuste que sus trabajadores hoy están soportando.
Mito 1: «El ajuste es necesario porque hubo aumentos de salarios desmedidos»
Cuando se argumenta que los aumentos salariales fueron desmedidos se remite directamente a que su incremento fue mayor que el de la productividad laboral. Una de las formas más eficaces y concretas de saber en qué medida esto es cierto, en qué medida los aumentos de salarios serían «desmedidos», es utilizar el indicador del Costo Laboral Unitario Real (Real Unit Labour Cost). El mismo asocia la remuneración total de los trabajadores con su productividad para arrojar una medida certera de cuánto se le paga a los trabajadores en relación con lo que producen (productividad). Es decir, un aumento salarial que no se corresponda con aumentos de productividad laboral aumentaría los costos laborales e implicaría una pérdida de competitividad.
Para sorpresa de los auspiciantes de esta idea (o quizás no) cuando miramos los datos vemos claramente que el Costo Laboral estuvo bajando durante los últimos años. Grecia viene evidenciando desde 2003 aumentos de productividad laboral que sistemáticamente superan a los aumentos salariales. Si bien esta tendencia se revierte a partir de la crisis, todos los países de la zona euro evidencian la misma dinámica. Es decir, este último aumento del Costo Laboral no es particular del caso griego, sino que se manifiesta en forma generalizada.
Medido por este indicador, Grecia es un país muy competitivo, incluso superando a un país de la talla de Alemania.
Esto nos demuestra que el trabajador griego produce más y a menor costo que el trabajador promedio de la zona euro e incluso que el alemán. En síntesis, no hay razones para fundamentar un ajuste de salarios que «compense» este diferencial de productividad.
Mito 2: «En Grecia los trabajadores son poco productivos y vagos»
Cuando medimos la productividad laboral por hora trabajada, en el período 2000-2007 nos encontramos con que Grecia fue uno de los paises con mayor crecimiento. No sólo tuvo un acercamiento al promedio de la zona euro, sino que incluso ganó posiciones con respecto a los demás países de la zona.
Podríamos hacer un análisis más global y recurrir al índice REER. Este índice evalúa la competitividad del país con respecto a sus principales competidores en el mercado internacional. Un aumento del índice indica pérdida de competitividad. Como vemos, durante los últimos años la economía griega no evidenció una pérdida significativa, sino que se encuentra en los primeros puestos.
Se llega a las mismas conclusiones al analizar todo tipo de indicadores de productividad. Ya lo midamos por Costo Laboral Unitario, Productividad Laboral Horaria, índice REER o crecimiento del PBI per cápita, la conclusión es la misma: su mercado laboral es muy competitivo y la dinámica del mismo evidencia un crecimiento superior al promedio de la zona euro.
Tan falso, insostenible y risible es el argumento de la «vagancia» griega que nos da la oportunidad de rematarlo con el siguiente gráfico, en donde vemos que son justamente los trabajadores griegos quienes más trabajan.
Mito 3: «El ajuste es necesario porque Grecia tiene un excesivo gasto público y los trabajadores demasiados beneficios»
A estas alturas no es difícil imaginar que los números dicen exactamente lo contrario: el gasto público de Grecia siempre fue menor en términos de porcentaje del PBI que el promedio de la zona euro, así como también el porcentaje del producto que se llevan los trabajadores.
Mito 4: «La deuda griega es el resultado de un Estado demasiado grande»
Tanto la zona euro como Grecia estuvieron reduciendo sus ratios de Deuda / PBI durante los últimos años. Esta tendencia se modifica a partir de la crisis de 2008, cuando se evidencia una idéntica variación porcentual en ambos.
Como vemos, el aumento del nivel de endeudamiento es un fenómeno que se origina con la crisis y de forma generalizada. Pero, ¿a qué se debió esta variación?
Lo que los señores del FMI omiten recordar es el multimillonario rescate bancario que realizó Grecia en el 2008, cuando 28.000 millones de euros de las cuentas públicas se inyectaron en el sistema bancario para salvarlo. Y es justamente dicho salvataje el que explica gran parte la crisis.
A esto debe agregarse un factor adicional, relacionado esta vez sí con fenómenos particulares de la economía griega.
Hasta la crisis de 2008 Grecia tuvo una tasa de crecimiento muy superior a la de los países centrales de la zona euro. Pero a partir de la crisis, su producto se mantiene fuertemente rezagado, evidenciando una estructura productiva muy dependiente de los choques externos.
Con la recesión, los ingresos de todos los gobiernos cayeron, pero sobre todo en Grecia, cuyo crecimiento está íntimamente asociado al turismo. Grecia atrae alrededor de 18 millones de turistas cada año, que aportan el 15% del producto y mantienen el 15% de los empleos. En el año 2009 el turismo tuvo la peor caída de los últimos 15 años. Un elemento importante fue la devaluación de la libra esterlina con respecto al euro, lo que encareció el turismo para los ingleses, quienes representar el mayor porcentaje de visitantes.
Pero más allá de esto, lo importante es comprender que de ninguna manera son los trabajadores griegos responsables de esta crisis. El ajuste que sobre ellos aplican no es otra cosa que la «socialización de las pérdidas» que en cada crisis el pueblo debe soportar. Si en Grecia hubo durante estos últimos años una fiesta, los trabajadores no estuvieron invitados.
rJV