Recomiendo:
0

Derribar a Maduro, ordenar el «patio trasero»

Fuentes: Rebelión

De cuanto fue nos nutrimos,transformándonos crecemosy así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto. Gabriel Celaya   El objetivo de los EEUU y de la oligarquía venezolana es claro: conseguir -violando la Constitución-, que Nicolás Maduro pierda la convocatoria al pueblo -poder originario- para un Referéndum Constituyente y, a partir de ahí, […]

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

Gabriel Celaya

 

El objetivo de los EEUU y de la oligarquía venezolana es claro: conseguir -violando la Constitución-, que Nicolás Maduro pierda la convocatoria al pueblo -poder originario- para un Referéndum Constituyente y, a partir de ahí, derrocar al Presidente constitucional de Venezuela -si o si- por la vía armada o generando una guerra civil aún en el caso de perder la votación.

Guerra civil en cualquier caso, con apoyo armado de Washington y de la guerra psicológica y mediática internacional.

Volver al sistema bipartidista previo a la revolución bolivariana, transformado ahora en un sistema fascista y todavía más dependiente, con decenas de miles de «objetivos humanos marcados» para las bandas fascistas de Capriles y de Leopoldo López, sus fuerzas paramilitares de encapuchados. Precisamente lo que hacía carcajearse a la Clinton y mostrarse complacido a Obama, no digamos al nuevo presidente racista Trump. Es la política del terror: «golpe a golpe, muerto a muerto«

La amenaza es clara: «o dimites y cesas a tu Gobierno o te dimitimos por la fuerza», «o dimites o tenemos guerra civil». Lo ha señalado, descaradamente, el embajador de los EEUU en Venezuela, el Director de la CIA y el propio jefe de la muy armada IV Flota, apoyada por un cordón de bases en Colombia y en las Antillas y por la presencia de bases de todos los países de la OTAN -fundamentalmente los propios EEUU, Gran Bretaña, Francia y Holanda en el arco de las islas de Barlovento o de Sotavento. También, por supuesto, el infame presidente de la OEA.

Apelando al apoyo incondicional de la OTAN, el Imperio del Terror -el imperialismo fascista- ha amenazado con activar la intervención de esa organización que se pasaría, como siempre, por el Arco del Triunfo de los Aliados y por la propia Estatua de la Libertad, las múltiples resoluciones de la ONU y de la OEA, los principios de «no injerencia» y no «intervención» del Tratado fundacional de la ONU.

El petróleo pasaría, naturalmente, al control de los Estados Unidos. Naturalmente también, el neoliberalismo salvaje que tanto le gusta a la MUD en sus variadas versiones, y a buena parte de los presidentes extranjeros que ya han vendido sus propias patrias como Felipe González, Zapatero y Aznar (por nombrar sólo los españoles) volvería a organizar el sistema económico, y la desigualdad aumentaría escandalosamente. Tanto como para que la rabia hiciese bajar a los pobladores de los cerros de Caracas, el olvidado «caracazo» con centenares , o miles, de muertos y desaparecidos. La infamia sobre el «golpe de Chávez» volvería a colocarse en primer plano de todas las infamias, contaminando en este caso el origen de la legitimidad de la República Bolivariana, y del propio presidente Nicolás Maduro.

Los actores de la revolución y la contrarrevolución son los mismos pero muy transformados. Los factores de fuerza también. Intentaré enumerarlos de manera sucinta.

Los factores de fuerza: los EEUU, la oligarquía, y la campaña exterior

En primer lugar, por parte de la oligarquía dependiente, el elemento fundamental es el apoyo directo y armado de Washington que ha declarado -ya en tiempos de Obama El Grande«-, el carácter esencial de Venezuela como enemigo fundamental estratégico de los Estados Unidos.

El presidente que pasará a la historia como el «primer asesino de los drones«, y el enésimo primer mandatario que violó los derechos humanos en nombre de los propios «Derechos Humanos» -millones de muertos, refugiados y desplazados en Irak, Ucrania, Siria, Líbano, Libia entre otros- y celebró esas violaciones contemplando sus proezas, y retransmitiéndolas a todo el mundo por televisión con la música de fondo de las risotadas de la Secretaria de Estado Hillary Clinton.

Este factor de fuerza hay que multiplicarlo con la investidura del actual presidente Trump, evidente racista que odia a los latinoamericanos, fundamentalmente insumisos o rebeldes al imperio, o coloreados como Hugo Chávez, sus sucesor Maduro, y los militares venezolanos. Los EEUU están proporcionando armas y tácticas de guerra, mercenarios y dólares a manos llenas a los guarimberos, a los oligarcas y a los medios de comunicación privados en Venezuela y en el resto del mundo (la SIP, formada por los propietarios de los medios) construyendo una verdadera internacional de la desinformación que llena las páginas, las pantallas y las redes sociales de insultos, datos falsos y campañas de desinformación, recogidas después por las agencias de información, bajo monopolio de grandes corporaciones o estados aliados..

El presidente de la OEA, Luis Almagro, ha amenazado con que la organización se pronuncie en contra de Venezuela, pero, a pesar de las presiones de y las amenazas de los EEUU, no ha conseguido su objetivo que requiere la unanimidad de sus miembros.

Los EEUU han amenazado con incrementar el bloqueo económico y financiero a la República Bolivariana aplicándolo, fundamentalmente, al desabastecimiento de alimentos, a la escasez de productos básicos, y a la manipulación de los tipos de cambio, han servido para crear una atmosfera de incertidumbre que ha afectado mucho a las clases medias, y a las clases populares a través de la difícil financiación de las Misiones bolivarianas por los bajos precios del petróleo.

Finalmente, el terror ha tenido los efectos inevitables: el cambio de bando de algunos funcionarios de alto nivel de la República, como la presidenta Fiscal General del Estado, y el salto de la palanquera de algunos izquierdistas que no entienden la naturaleza fundamental de la Revolución Bolivariana.

En nombre de una ortodoxia marxista más europea que latinoamericana o apelando -desde el cielo- a los errores, a las deficiencias del proceso revolucionario, incluso a sus inevitables pero menores casos de corrupción, se han colocado bajo la tutela de la oposición es decir: del imperialismo y del fascismo.

El terror, fundamentalmente dirigido contra las clases medias y populares ha sido el principal instrumento contra la convocatoria de la Constituyente.

La lucha bolivariana

El pueblo o, como le gusta decir a Nicolás Maduro, el pueblo bolivariano bravío ha desplegado también sus fuerzas.

La primera es la defensa jurídica del derecho a la apelación al pueblo soberano a través de sus mecanismos constitucionales -la apelación al poder originario, a la soberanía originaria del pueblo, verdadero poder constituyente. No se trata pues de un formalismo jurídico sino de algo mucho más trascendente. La llamada al poder originario, constituyente y soberano, es algo previsto en la actual Constitución en supuestos de enfrentamiento entre poderes, de ataque frontal a la soberanía y de agresión exterior. Tal es, sin duda el caso. Ninguno de ellos es nuevo en la Venezuela bolivariana.

La segunda es el establecimiento de las condiciones para la paz social, la promesa de protección al pueblo al que aterrorizan las bandas fascistas con la complicidad de los medios de comunicación y de los dirigentes golpistas.

La tercera es la apelación de Maduro a la historia de Venezuela y a sus luchas de independencia, a Bolívar y a Chávez, a sus luchas contra los imperios coloniales y contra la oligarquía dependiente que ha entregado y quiere devolver el petróleo y todas las riquezas del país: petrolera, mineral y de biodiversidad. La consecuencia sería la entrega del país y, seguidamente, de toda América Latina, al imperialismo y a sus secuaces, las oligarquías neoliberales.

La cuarta es la apelación a la paz entre todos los venezolanos y venezolanas, a la concordia y al respeto a las vías democráticas y constitucionales. Democracia representativa y protagónica.

La última, y formulada con toda claridad, es que Maduro y el pueblo bolivariano, sea cual sea el resultado de la convocatoria a la constituyente, son combatientes y no dejarán a su pueblo en manos del fascismo. Ellos son combatientes, no políticos a la vieja usanza.

Desde mi modestia de analista político, como ciudadano globalizado a la fuerza, hago una llamada a los intelectuales y, sobre todo, a las organizaciones políticas de mi país, supuestamente bolivarianas, pero que han permitido la extensión en Madrid y en otras ciudades de las guarimbas protegidas por la propia policía.

Antonio Maira, analista político.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.