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Estados Unidos es "generoso y compasivo"

Descontento en organizaciones afines a Lula por la visita de Bush

Fuentes: La Jornada

La visita del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y los acuerdos firmados el sábado con su par brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, para producir etanol con base en biotecnología vegetal, en remplazo del petróleo, puede convertirse en un salvavidas de plomo para el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), pues hay […]


La visita del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y los acuerdos firmados el sábado con su par brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, para producir etanol con base en biotecnología vegetal, en remplazo del petróleo, puede convertirse en un salvavidas de plomo para el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), pues hay fuerte oposición a la producción masiva en una nación que no puede asegurar la alimentación a millones de personas.

En medio del descontento de organizaciones afines a Lula, que se manifestaron contra la visita del presidente estadunidenses, ahora se verán las consecuencias políticas de estos acuerdos, que según el mandatario no afectarían el suministro de alimentos ni dañarían los bosques tropicales.

Bush fue muy claro al advertir que su país no puede seguir dependiendo del petróleo «llegado del extranjero», porque se transforma en un problema de seguridad nacional. Y con esto está todo dicho con respecto a los intereses y la estrategia con la cual llegó, rodeado de multitudinarias protestas en el subcontinente.

El memorándum de entendimiento firmado entre ambos países expresa la intención de cooperar en investigación, pero también la urgencia de producir etanol en alta escala para ayudar a la «seguridad» estadunidense, amenazada por la situación petrolera mundial y los desastres de la política guerrerista de Estados Unidos.

En algunos círculos se habló inclusive de «una OPEP del etanol», que podría crear un mercado global basado en los biocombustibles, con precisas normas comerciales.

La mirada conjunta de Estados Unidos y Brasil se dirigiría en primer término al Caribe y Centroamérica, ya que -según algunos analistas- se trata de dar pasos rápidos en la expansión del etanol.

Lula también pareció salir al paso de algunas dudas al asegurar que la relación entre los dos países está en buen momento, que se fortalecerá «con respeto a la soberanía de cada Estado» y actitud de franqueza.

En el contexto de las reuniones, el tema Hugo Chávez pareció desaparecer, como para no enturbiar los acuerdos clave de Washington, pero tampoco hubo respuesta a la demanda de Brasil de eliminar los 54 centavos que imponen las aduanas estadunidenses a cada galón de etanol.

Incluso Bush evitó ante la prensa referirse a Chávez, a pesar de que un reportero estadunidense le preguntó concretamente sobre su relación con el venezolano.

En cambio, sí volvió a sacar a luz el tema de los acuerdos de libre comercio, aunque quedó flotando en aires inciertos, especialmente porque el presidente brasileño fue uno de los opositores al acuerdo sobre el Area de Libre Comercio para las Américas, en Mar del Plata, Argentina, en la cumbre continental de 2005.

En tanto, Bush, que desde la ventana de su habitación en el hotel Hilton de Sao Paulo pudo mirar una extensa favela, trató de explicar que Estados Unidos no se ha desentendido de América Latina.

«Mi viaje pretende explicar, lo más claramente que puedo, que nuestra nación es generosa y compasiva», dijo ante la ola de protestas por su visita.

El paso de Bush por Brasil fue deslucido, aunque algunos de sus voceros expresaron su conformidad por haber dado un salto estratégico, mientras que entre varios analistas brasileños quedaban dudas sobre el futuro cercano de los acuerdos con un presidente que está de salida y con tan escaso margen de popularidad.