Frente al crecimiento del 4 % que el Producto Interno Bruto (PIB) se anotó en el año 2016, el año 2017 no fue ni tan siquiera capaz de cumplir las expectativas marcadas por el Gobierno en su último Marco Macroeconómico Multianual, quedando la tasa de crecimiento en el 2,5 %. Resalta que esto suceda a […]
Frente al crecimiento del 4 % que el Producto Interno Bruto (PIB) se anotó en el año 2016, el año 2017 no fue ni tan siquiera capaz de cumplir las expectativas marcadas por el Gobierno en su último Marco Macroeconómico Multianual, quedando la tasa de crecimiento en el 2,5 %. Resalta que esto suceda a pesar del contexto favorable de aumento de los precios de las materias primas de exportación de la economía peruana [1], que sin embargo no han conseguido compensar la gestión neoliberal del Gobierno peruano.
En cuanto al empleo, los datos son aún más negativos en una economía que ya de por sí muestra numerosos problemas estructurales para la inclusión laboral de la población (se estima que el 72 % de la fuerza laboral peruana trabaja en la informalidad). Según los datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) el empleo formal disminuyó el 2,8 %, afectando de forma desigual a hombres (-2.1 %) y mujeres (-3,9 %), mientras que la informalidad laboral aumentó el 5,7 %. Análogamente, el Salario Medio Real también sufrió una caída del 0,9 % en función de los datos de la CEPAL.
Este deterioro del Salario Medio Real y de las condiciones de laborales de las fuerzas del trabajo, incide directamente en los dos mayores problemas de la economía peruana: la pobreza y la desigualdad. Sin embargo, y a pesar del deterioro de las condiciones laborales, durante todo el año 2017 se estuvo instalando en la matriz de opinión pública la necesidad de afrontar una reforma laboral que en última instancia buscaba «combatir la informalidad», pero no las condiciones cada vez peores de la fuerza laboral peruana.
La idea principal de la reforma laboral consiste, básicamente, en la reducción de los beneficios laborales de los trabajadores formales para reducir la brecha de derechos entre trabajadores formales e informales. Entre las medidas que se sondeaban estaban: reducción de las vacaciones de 30 a 15 días, mayor desregulación reduciendo los regímenes laborales; la eliminación de la compensación por tiempo de servicios o el establecimiento de incentivos empresariales para la contratación temporal; además de la congelación que ha tenido en los últimos tiempos la RMV (Remuneración Mínima Vital).
De este modo, se pretendía acabar con la informalidad mediante el acercamiento de las condiciones de los trabajadores formales a las de los informales. Es decir, una suerte de «desformalización» del trabajo formal, que en último término permita acabar con la informalidad, pero claro está, a costa de la eliminación de los beneficios laborales de las trabajadoras y trabajadores. Parece que en el ejecutivo de Kuczynski había o seguidores de las políticas del mismísimo Frank Underwood y su America Works en la serie House of Cards, o seguidores de la forma de atajar los problemas de otro presidente de los Estados Unidos (y esta vez no se trata de un personaje ficticio) George W. Bush, que en el año 2002 propuso la tala de los bosques más densos para combatir el problema de los incendios forestales.
Aunque pueda parecer broma, no lo es. Esta es la idea que se quiere introducir en la opinión pública peruana. El comienzo del año 2018 trajo consigo la conformación de un nuevo gabinete, bautizado como el «Gabinete de la reconciliación» con el que Kuczynski quiere dejar atrás la tormenta política desatada por la corrupción y el indulto político a Fujimori. Con esta reestructuración ha llegado al Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo Javier Barreda, un histórico aprista [2] que sustituye al anterior ministro Alfonso Grados, firme defensor de la reforma laboral. Por el momento, la reforma parece que queda fuera de la agenda del nuevo titular del Ministerio, sin embargo, la campaña en los medios continúa para seguir creando una matriz de opinión favorable a la flexibilización laboral [3]. Parece que el ejecutivo solo busca ganar tiempo con la designación de Barreda. Habrá que seguir los acontecimientos, si el actual Gobierno continúa su gestión, Perú parece abocado a unirse a la ola de flexibilización laboral que recorre buena parte del continente [4].
Notas:
[1] En función de los datos de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL) la relación de los precios de intercambio para la economía peruana mejoró el 5 % en el año 2017 respecto al año anterior. Este dato se encuentra recogido en el Estudio Económico de la CEPAL «Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2017».
[2] Fue expulsado del Partido Aprista Peruano al aceptar el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo en el ejecutivo de Kuczynski.
[3] Ver el Editorial El Comercio: «No nos hablen del clima» del pasado 31 de enero. https://elcomercio.pe/opinion/editorial/laboral-reforma-derechos-despidos-contratos-formal-editorial-hablen-clima-noticia-493433
[4] Salas, L. (2017). «Menos y peor empleo: ¿de qué van las reformas laborales?», http://www.celag.org/menos-peor-empleo-van-las-reformas-laborales/
Sergio Martín-Carrillo, @Sergio_MartinC, investigador CELAG.
Fuente: http://www.celag.org/reforma-laboral-peru-acabar-la-informalidad-acabando-trabajo-formal/