La segunda edición del estudio «Retratos de las Desigualdades», lanzado hoy, en Brasilia, por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (Ipea), en cooperación con el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) enfatiza que las consecuencias de las desigualdades tenderán a continuar en el caso que no se tomen medidas que […]
La segunda edición del estudio «Retratos de las Desigualdades», lanzado hoy, en Brasilia, por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (Ipea), en cooperación con el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) enfatiza que las consecuencias de las desigualdades tenderán a continuar en el caso que no se tomen medidas que disminuyan las cuestiones relacionadas con el tratamiento diferenciado entre razas. Para el estudio, es notorio que las personas blancas tienen más acceso a los servicios y bienes públicos que las personas de color negro.
Basados en la Pesquisa Nacional de Muestreo por Domicilio (Pnad) de 2004, el estudio dice que los porcentajes reflejan las desigualdades entre los brasileros cuando muchos dejan de tener acceso a servicios básicos como educación, salud, vivienda, etc., y también, cuando las mismas son denominadas como blancos o negros, hombres o mujeres.
«Las diferencias raciales tienden a perpetuarse, si no son emprendidas acciones orientadas a revertir el cuadro actual, en el cual las diferencias entre blancos y negros impresionan: el promedio de 7,7 años de estudio entre los brasileros blancos se contrapone con los 5,8 años entre los brasileros negros», dice la edición de Retratos de las Desigualdades en relación con la educación.
Los números en la parte educacional hacen las diferencias más nítidas. En 2004, el 16% de los negros mayores de 15 años eran analfabetos, ese valor era de sólo 7% para los blancos. Entre los niños negros de 10 a 14 años de edad, el analfabetismo llega al 5,5%, comparado con el 1,8% entre los niños blancos de la misma edad. A pesar de esto, entre los más jóvenes la brecha racial es de menor magnitud que entre los más viejos: en 2004, el 47% de los negros con 60 años o más eran analfabetos, mientras que el 25% de los blancos estaban en la misma situación.
El documento analiza, además, la expectativa de vida. Las mujeres blancas, en 2000, esperaban vivir 73,8 años cuando nacían; las mujeres negras, 69,5 años; los hombres blancos, 68,2 y los hombres negros, 63,2 anos. Esas desigualdades en la expectativa de vida reflejan, dice el estudio, el menor acceso a bienes y servicios de salud, a la educación, a servicios de infraestructura, como abastecimiento de agua, desagüe sanitario, etc., y ciertamente, a la mayor mortalidad por causas externas (homicidios, accidentes) entre negros – en el caso de los hombres.
Ante las preguntas de salud, las diferencias porcentuales continúan. Entre las mujeres negras, el 44,5% jamás se habían hecho el examen clínico de mamas, contra el 27% de las blancas. Lo mismo puede ser observado para la mamografía – el 60% de las mujeres blancas y el 43% de las negras ya se hicieron el examen al menos una vez. Para el examen de cuello de útero, la diferencia entre blancas y negras disminuye – cobertura de 82% de las mujeres negras y 73% de las blancas. En la comparación racial, mientras que el 12% de la población blanca declararon nunca haber consultado al dentista, entre los negros ese porcentaje sube al 20%.
Mientras el 6,8% de los hombres y 7,9% de los blancos se encontraban desempleados en 2004, en el caso de las mujeres y de los negros las tasas de desempleo alcanzaron valores mucho más altos, 11,7% y 10%, respectivamente. De acuerdo con el estudio, las mujeres negras encontraron mayores dificultades de inserción en el mercado de trabajo. En 2004, el 13,3% de las mujeres negras estaban desempleadas, al paso que, entre los hombres blancos – grupo en mejores condiciones laborales -, esta porción era significativamente menor: sólo el 6,1%.
En 2004, el 19,5% de la población blanca se situaba por debajo de la línea de pobreza, mientras que más del doble, o el 41,7%, de la población negra se encontraban en la misma situación de vulnerabilidad. En el caso de la indigencia, la situación es tan o más grave: mientras que el 6,4% de los blancos reciben menos de ¼ de salario mínimo per capita por mes, ese porcentaje salta al 16,8% de la población negra, casi tres veces más en comparación con el grupo de los blancos.
«Si no podemos afirmar que la pobreza tiene un rostro femenino en función del tipo de medición utilizada, ella sin duda es negra y viene manteniéndose negra históricamente», resalta el trabajo desarrollado por el Ipea.
«Retratos de las Desigualdades» tiene en consideración que Brasil estaba compuesto, en 2004, por un 51,4% de blancos; 42,1% de pardos; 5,9% de negros; 0,4% de amarillos y 0,2% de indígenas. En lo que respecta al sexo, Brasil estaba compuesto por 48,7% de hombres y 51,3% de mujeres. Había 4.707.835 de mujeres más en relación con los hombres.
Traducción: Daniel Barrantes – [email protected]