El reciente informe emitido por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) resulta sumamente esclarecedor: un grave empeoramiento en la situación económica y humanitaria de la población en Cisjordania y Gasa ocurrió durante la segunda mitad de 2005 y la primera de 2006. El subcomisario general de la UNRWA, el italiano Filippo […]
El reciente informe emitido por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) resulta sumamente esclarecedor: un grave empeoramiento en la situación económica y humanitaria de la población en Cisjordania y Gasa ocurrió durante la segunda mitad de 2005 y la primera de 2006.
El subcomisario general de la UNRWA, el italiano Filippo Grandi aseguró que las verdades reveladas por el documento resultan alarmantes pues más de un millón de palestinos en Gaza y Cisjordania sobreviven ahora en la profunda pobreza.
La política de los regímenes israelíes, desde que en 1948 las Naciones Unidas a instancias de Gran Bretaña y Estados Unidos dividieron a la antigua Palestina en dos partes y le otorgaron a los hebreos las mejores tierras, ha sido la de impulsar por todos los medios la salida de los árabes de sus tierras para después fundar el soñado Gran Israel.
Grandi añadió que se ha producido un fugaz incremento del 67 % de los índices de pobreza en comparación con el mismo período del año pasado y la crítica situación humanitaria afecta principalmente a la Franja de Gaza donde la mayoría de los habitantes árabes son refugiados.
Los palestinos se hallan hacinados y encerrados en esas pequeñas porciones de Gaza y Cisjordania sin derecho a las tierras para cosecharlas, ni a la alimentación, la salud, el agua ni a la vida.
La situación de aislamiento se ahonda con la construcción del muro de separación que con una longitud de 622 kilómetros ha dividido a 4 000 familias palestinas, mientras los árabes pierden más extensiones de tierra y los pocos abastecimientos de agua que les quedan.
La Franja de Gaza tiene una superficie de 360 kilómetros cuadrados donde viven 1,4 millones de palestinos, en su mayoría refugiados radicados en ocho campamentos de las Naciones Unidas.
En el año 2000, cerca de 30 000 habitantes de Gaza trabajaban en las industrias israelíes. Ya para diciembre de 2003 se redujo a 4 000, y después de la llegada del gobierno palestino de Hamas, en marzo pasado, la cifra es irrisoria.
Más del 80 % de las importaciones palestinas provienen de Israel y cerca del 95 % de sus exportaciones son vendidas a Tel Aviv, o mejor dicho, se comerciaban antes del boicot decretado por el régimen del primer ministro Ehud Olmert, con pleno apoyo de Estados Unidos y Europa.
La mayoría de los 200 pueblos y asentamientos palestinos ubicados en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oeste, han sido bombardeados y en la actualidad carecen de electricidad, escuelas, hospitales, ambulancias y de agua.
En los últimos cuatro años Israel ha destruido 70 000 viviendas, ha arrancado un millón de árboles y destruido más de 8 000 talleres y pequeñas fábricas en Palestina.
La UNRWA también señala en su informe que las principales infraestructuras construidas durante largos años con donaciones de varios países, han quedado prácticamente destruidas.
Siempre Israel ha tenido un motivo para reprimir a los palestinos y en la última ocasión fue la victoria del movimiento Hamas en elecciones libres y democráticas pero que Tel Aviv no aceptó.
Tras ese acontecimiento, Israel comenzó a reforzar el cerco económico contra los nacionales árabes y les negó el traspaso de las tasas de aduanas e impuestos que recoge para la Autoridad Nacional Palestina (ANP), en virtud de los Acuerdos de Paris de 1995.
A continuación cerró todos los accesos a los territorios ocupados y restringió el paso de mercancías lo cual disminuyó a niveles ínfimos la obtención de alimentos y de empleo en Israel.
Pero lo más grave ha resultado las posiciones asumidas por Estados Unidos y la Unión Europea (UE) de apoyo a las sanciones económicas judías contra los palestinos. La UE canceló, por orientación de Washington, la ayuda humanitaria que enviaba a la ANP.
Ante esas infrahumanas condiciones, los habitantes han recurrido a una agricultura de subsistencia en un territorio donde la sequía y la falta de agua conspira contra cualquier cultivo.
Las mujeres y los niños han sido los más afectados pues la mortalidad materna por la falta de alimentos y atención médica se ha incrementado en el último año en un 20 % mientras que la desnutrición infantil, según datos de Naciones Unidas pasa del 30 % cada mil nacidos.
En resumen es un bloqueo militar y económico de las naciones poderosas, a cuya cabeza visible se encuentra el estado sionista, para cercenar la independencia y soberanía de la nación palestina, en aras del Gran Israel, lo que permitiría crear una estratégica base en ese territorio, y en un futuro, controlar toda la rica región del Medio Oriente.