Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Las «deudas» externas de los países menos desarrollados obstaculizan su desarrollo económico y sus intentos de reducir la pobreza. Pero genera inmensos ingresos para los países ricos. En el década entre 1994 y 2004, Brasil pagó a los acreedores en los países ricos 400.000 millones de dólares sólo en intereses, el equivalente del trabajo de toda la población de Brasil durante todo un año. (1) La «deuda» sirve varios propósitos íntimamente vinculados, todos en beneficio de los acreedores de los países ricos.
Es un mecanismo indispensable que esos países utilizan para garantizar su acceso a los recursos globales en disminución. La «deuda» sostiene un flujo neto súper abundante de dinero fácil a sus centros financieras que ya poseen una riqueza inimaginable. Les ayuda a dictar términos comerciales internacionales manteniendo a los países más pobres, ricos en recursos, en una dependencia casi colonial.
Los engañosos asesinos masivos que invadieron Afganistán e Irak y derrocaron al gobierno derrocado de Haití no se preocupan por la gente que vive en la pobreza. Asegurarán que la ayuda con la «deuda» sólo sostenga la capacidad de los países pobres de seguir pagando. Periódicamente, ajustan el lecho de Procrustes en el que instalan a sus víctimas, para amputar mejor lo que consideran que las víctimas mayores no necesitan o para estirar a víctimas más enclenques hasta que lleguen a un rendimiento óptimo.
La última declaración del G7 sobre la cancelación de la deuda es otro ejercicio en este sadismo procrusteano. Dice: «Para la deuda AID (Agencia Internacional para el Desarrollo) y AfDF [siglas en inglés para Fondo de Desarrollo Africano] , una cancelación de un 100% de la deuda será otorgada aliviando a PPME (Países Pobres Muy Endeudados) que estén al día con sus programas de obligaciones de pago y ajustando sus flujos de ayuda bruta por el monto perdonado». (2) Así, como ya muchos han señalado, cualquier ventaja obtenida con lo cancelado en la deuda, será recuperado sacándolo de la «ayuda».
«Deuda» y terror – ¿quién debe qué?
La bancarrota moral de los países ricos se ve con la mayor claridad en el caso de países profundamente empobrecidos como Nicaragua. En 1986, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que Estados Unidos debe a Nicaragua una indemnización de 17.000 millones de dólares por la destrucción causada por la guerra terrorista Contra dirigida por la Casa Blanca. Naturalmente, EE.UU. nunca pagó un centavo.
Después que la guerra terrorista de EE.UU. contra ese país terminó en 1990, Nicaragua debía más de 10.000 millones de dólares. De ese total, debía a México y a Rusia más de 4.000 millones de dólares. Rusia y México cancelaron por completo la deuda de Nicaragua.
Pero EE.UU. y sus aliados y sus ayudas financieras prostéticas, el FMI y el Banco Mundial, han continuado ayudando a extraer la última gota de valor de Nicaragua. Es discutible si EE.UU. presionó a los gobiernos ruso y mexicano para que perdonaran la deuda como parte de algún juego laberíntico de poder. El ejemplo nicaragüense establece enfáticamente las condiciones básicas de la relación típica de la «deuda».
Los países ricos blanden el argumento definitivo – el poder militar y económico. Sea Francia en la Costa de Marfil, Australia en sus islas vecinas del Pacífico, Canadá y Francia en Haití, o EE.UU. en Irak. «Hagan lo que queremos, o… «es el mensaje fundamental. La protección de EE.UU. para terroristas como Luis Posada Carriles u Orlando Bosch y su apoyo encubierto a paramilitares narcotraficantes en Colombia son notas al pie que confirman la realidad global general.
Las naciones imperialistas ricas saquean a las pobres y destruyen a países que resisten a su rapacidad. Los sufrimientos de los palestinos, de Mozambique en África, o de Vietnam en Asia, son emblemáticos para el modelo global del que Nicaragua y Haití son los ejemplos más obvios en las Américas. Y a pesar de ello, la discusión de la deuda es montada generalmente en los mismos términos de los gángsteres neocoloniales que condujeron deliberadamente a sus víctimas hacia la pobreza para comenzar.
«Deuda» y clase
La mayor parte de la discusión del tema de la «deuda» está aislada de estas consideraciones políticas más amplias. Economistas mimados escriben con toda frialdad trabajos técnicos sobre el tema como si tuviera poco que ver con cientos de millones de personas reales. Se permite que políticos belicistas como el ministro de finanzas británico Gordon Brown se envuelvan en una rectitud engañosa mientras hacen afirmaciones claramente hipócritas sobre la «cancelación de la deuda».
En esto, los economistas y los políticos son instigados por una clase cómoda de organizaciones «no gubernamentales» de países ricos. Organismos como Oxfam UK y la plétora de sus homólogos europeos reciben millones de sus gobiernos y de la Unión Europea. Estas organizaciones representan el suave brazo extra de extensión de las políticas extranjeros oficiales de sus países. Otorgan legitimidad moral a las afirmaciones de sus gobiernos sobre sus buenas intenciones con las que adoquinan cruelmente el camino al infierno para la mayoría del mundo.
Es muy relevante la realidad de que la discusión sobre la deuda por parte de estas organizaciones no menciona casi nunca el tema de las reparaciones por los crímenes de guerra coloniales cometidos por los gobiernos de sus países o los crímenes ecológicos cometidos por las corporaciones multinacionales de la energía y la minería de sus países. Las ONG responderán que son realistas. Pero no hay nada realista en que se ignore el contexto histórico muy reciente. Existe una vana inverosimilitud en el núcleo de las afirmaciones de las ONG de que gracias a ellas los gobiernos reconocieron y consideraron el tema de la «deuda».
Las campañas bien intencionadas respecto a la «deuda» terminan enjabonadas en la espuma de los medios dominantes. Los gobiernos de los países ricos están administrando y reempaquetando el problema de la «deuda» porque, si no lo hacen, todo el podrido sistema que sustenta sus sociedades se derrumbará hacia la crisis. Una cierta idea de la brecha entre la retórica de buenas intenciones y la realidad de una injusticia grotesca puede ser juzgada si se considera la permanente agonía de Nicaragua. Un estudio de la ONU sugiere que la pobreza en Nicaragua aumentó de un 69% en los años noventa para llegar a más de un 80% en la actualidad (3).
En cuanto a la importancia para el desarrollo de esa estadística, se puede consultar un documento sobre la deuda externa del Instituto de Desarrollo Internacional de Harvard. Dice: «Suponiendo una tasa de crecimiento conservadora de la población de un 2,5 por ciento por año, el PIB en Honduras y Nicaragua tendrá que crecer a un ritmo constante de cerca de un 6 por ciento por año durante los próximos cuarenta años para alcanzar el ingreso per capita que Costa Rica tiene actualmente». (4) Es típico que los autores no mencionen el papel de la agresión de EE.UU. en la pauperización del pueblo de Nicaragua.
¿Quién fija las reglas?
Pero incluso dentro de la artificial burbuja moral dentro en la que flota en el aire la discusión convencional sobre la «deuda» existen numerosas contradicciones. Escribiendo sobre la última iniciativa de la «deuda» del G-7, la Red Europea sobre la Deuda y el Desarrollo señala que la ayuda retenida bajo el sistema de «cancelación de la deuda» sería administrada sobre la base de una inepta condicionalidad de los países donantes. (5) Es obvio que diferentes países tienen diferentes tipos de deuda y diferentes problemas relacionados con la sustentabilidad económica y financiera de sus «deudas». Pero no existe un mecanismo independiente para definir los criterios para una política de administración de la deuda adecuada para cada país.
La elaboración de tales criterios es abandonada en general a organismos multilaterales como el FMI y el Banco Mundial que siempre han trabajado deliberada y decididamente para sostener el dominio económico y político de los países que los controlan – Estados Unidos y sus aliados. Bajo un sistema semejante, jamás se podrá permitir que exista un mecanismo independiente para implementar los modos de solucionar los temas relacionados con la «deuda». Podrá haber demasiada presunción para que medidas terapéuticas puedan asegurar que la deuda sea sustentable financiera y económicamente. Pero el sistema internacional de esclavitud de la deuda no será radicalmente reformado, ni mucho menos desmantelado si los países deudores no se unen en su contra.
Como ha señalado un panel de expertos de la Comisión Económica para África: «La falta de una posición africana consolidada y de una voz efectiva y colectiva para participar en un diálogo constructivo con los países e instituciones socios de África respecto a la cancelación de la deuda se encontraron al centro del problema». (6) Del mismo modo, la Comisión Económica para África declaró en 2002: «Debido a las dificultades para determinar qué deudas deben ser canceladas, se necesita un procedimiento de arbitraje acordado internacionalmente que sea administrado independientemente y por instituciones neutrales». (7). Partiendo de preocupaciones similares, la proposición del gobierno venezolano para un Banco del Sur es una proposición práctica concreta para que los países menos desarrollados organicen sus propias instituciones y recuperen una cierta autonomía. (8)
Los gobiernos de países menos desarrollados podrían organizarse alrededor de otras exigencias. Las anomalías que son evidentemente dañinas incluyen el sistema de centros bancarios offshore que permite que la riqueza de los países más pobres sea desviada fuera del control del sistema financiero global. La tan ensalzada «guerra contra el terror» deja sin tocar esos oasis plutocráticos piratas anormales. Del mismo modo, una reglamentación sensata de los mercados monetarios internacionales podría ayudar a los países vulnerables a evitar que se les deje a la merced de bancos e institutos financieros que han crucificado a países como Brasil o Argentina, mientras acumulan fortunas para sus accionistas.
Puesta al día: Procrustes como Drácula
El lecho de Procrustes ha sido reajustado bajo diferentes cubrecamas desde que el eterno lastre de la «deuda» comenzó a afectar la estabilidad del sistema internacional de crimen organizado financiero a partir del choque del precio del petróleo en los años setenta. A fines de los años ochenta, el Club de París de los países acreedores de la OCDE y de sus deudores ha elaborado condiciones que sufrieron varias modificaciones, terminando por metamorfosearse en la iniciativa de los Países Pobres Muy Endeudados (PPME-HIPC). La iniciativa PPME ofreció una ligera baja progresiva del mecanismo del potro de tortura de la «deuda» para los países más débiles en etapas de tres años.
El objetivo es retornar a la víctima a la «sustentabilidad de la deuda» de manera que el proceso del muerto vivo pueda ser continuado de modo más eficiente. Los términos dependen de que la víctima acepte renunciar a su autonomía de manera que sus atormentadores puedan chuparle aún su riqueza y sus recursos naturales. Los autores del Banco Mundial reconocen francamente que es contraproducente exigir demasiado a las víctimas de la «deuda»: «la solución de la penuria de la deuda es costosa. Por ejemplo, los costos asociados hasta ahora con la reducción de la deuda de los países más pobres del mundo bajo la Iniciativa PPME original y mejorada es (sic) calculada en 50.000 millones de dólares». (9)
El mismo estudio sobre la «penuria de la deuda» señala que las crisis de la «deuda» amenazan la propia sustentabilidad del negociado: «El mantenimiento de constantes infusiones futuras de donantes a la AID [Asociación Internacional para el Desarrollo – IDA, por sus siglas en inglés] – es evidente que todo trastorno en este flujo de futuros pagos que resulten de episodios de penuria de la deuda tendrán importantes implicaciones para la capacidad de la AID de suministrar nuevos préstamos a los países más pobres». También señalan que los Objetivos de Desarrollo del Milenio comprometen a los países más ricos a un inmenso aumento en la ayuda al desarrollo. Pero pocos países ricos tienen algún compromiso real con la realización de esos objetivos, como lo muestra su miserable ayuda a las asignaciones para la ayuda al desarrollo, ridículamente inferiores al objetivo oficial de la ONU – un 0,7% del PIB.
Incluso si se toman los Objetivos de Desarrollo del Milenio a su valor nominal, existe poco consenso respecto a la naturaleza de la ayuda, sus términos, prioridades, o condicionalidad. Esto crea nuevos peligros para el negociado internacional de la «deuda»: «El financiamiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio bajo términos inadecuados podría conducir a la reemergencia de problemas de deuda en esos países y debilitaría los propios objetivos de desarrollo que están tratando de lograr». (10)
La resistencia contra la intervención basada en la «deuda»
La mayoría de los países menos desarrollados son afectados por cambios volátiles en sus ingresos por exportaciones como resultado de los «mercados libres (amañados por los países ricos)». Por ello no pueden planificar estrategias económicas a medio o largo plazo sin apoyo financiero externo cuando sus precios de exportación se derrumban. En países con una elevada incidencia de sida, el crecimiento económico es puesto en peligro por la disminución catastrófica del número de personas económicamente activas y de la capacidad de la población de atenderlas. Desastres naturales, como huracanes, inundaciones o terremotos cuestan miles de millones de dólares cuando ocurren. Las fluctuaciones en los ingresos después de caídas del ingreso tributario interno o los flujos de ayuda externa al desarrollo, afectan desproporcionadamente la capacidad de los países empobrecidos de planificar con éxito.
Estos factores imponderables para las naciones empobrecidas son complicados por la grosera interferencia del FMI, el Banco Mundial y sus clones regionales, impulsada por motivos ideológicos. El sempiterno programa varía pocas veces: la privatización el recorte de los recursos del sector estatal, la liberalización de mercados y la desregulación de los movimientos de capitales. A menudo es combinado con intervenciones por el bien de las corporaciones como el Plan Puebla-Panamá en Centroamérica, que impone programas de infraestructura que tienen muy poco que ver con las necesidades de la mayoría pobre de la región. Después del fracaso de las conversaciones de la OMC en Cancún en 2003, los países ricos aprovecharon el negociado extorsionador de la «deuda» para imponer acuerdos de «libre comercio» burdamente desventajosos a países desesperados por lograr un alivio de la «deuda».
El historial de privatizaciones de servicios públicos muestra generalmente aumentos dramáticos de los precios y una reducción de la calidad de los servicios para la gente que más los necesita. Los países pobres podrían acumular reservas y administrar mejor su deuda si resistieran las palabras basadas en la credulidad de los burócratas del FMI y del Banco Mundial sobre el «libre mercado». Cada país tiene sus propias características y necesidades. No debiera ser difícil diseñar programas económicos alternativos. Un paquete típico de recuperación de la soberanía vetaría más privatizaciones y renacionalizaría los monopolios del sector privado que resultaron de las que ya han sido realizadas.
Medidas fiscales de reducción de los precios de los productos básicos permitirían que las familias redujeran sus costos de vida básicos, especialmente en países donde la pobreza afecta a más de un 70% de la gente. La ayuda a los más pobres debiera ser acompañada por esfuerzos por aumentar los impuestos sobre los artículos importados de lujo. Las medidas financieras podrían incluir la reducción de las tasas de interés a niveles que generen más actividad, con niveles marginalmente superiores de inflación. La regulación de los flujos de capitales y la presión sobre los bancos para que presten de modo más productivo, serían otros caminos para utilizar los controles de capitales en
función del interés nacional, en lugar de hacer todo lo contrario.
El camino para salir de la «deuda» y la injusticia: de nuevo la historia
La codicia corporativa protegida por gobiernos mafiosos neocoloniales de los países ricos y los métodos gangsteriles de sus gobiernos neocoloniales y sus esbirros del FMI y del Banco Mundial han provocado crisis ecológicas, económicas y humanitarias sin precedentes en la mayoría del mundo formado por países menos desarrollados. Es difícil estar en desacuerdo con el ex economista jefe del FMI Kenneth Rogoff que escribió recientemente: «la cobranza de deudas de las naciones pobres es una absurdidad, ahora y en el futuro distante… «
Su objeción es fundamentalmente económica. La objeción moral, igualmente convincente a la «deuda» externa de los países pobres, presentada a menudo por algunas ONG, no es que sea absurda o poco práctica sino que es injusto y contraproducente. (12) Las cosas son peores que eso. Los esfuerzos actuales por asegurar una cancelación justa de la deuda externa de los países pobres continuarán fracasando porque los países ricos jamás renunciarán al control de los recursos globales que necesitan para sustentar los estilos de vida disolutos, codiciosos, inherentemente injustos, de sus sociedades.
Las reacciones prácticas a esta realidad, incluyen la insistencia de Cuba por la autodeterminación y la dignidad. Venezuela ha mostrado asimismo que los países ricos en recursos pueden implementar programas de recuperación de la soberanía para deshacer el caos causado por décadas de servilismo neocolonial hacia Estados Unidos y sus aliados. Hacen que la proliferación de la verborrea generada por los lados opuestos de la industria de la «deuda» de los países ricos resulte marginal. Por lo menos en Latinoamérica, la historia nunca terminó. Se tomó un descanso bien merecido en el Caribe.
toni solo es un activista basado en Centroamérica. Para contactos: www.tonisolo.net
Notas
1. «Brasil. Aumentó la deuda externa y disminuyeron las reservas» www.argenpress.info June 22nd 2005
2. «Devilish details: implications of the G7 debt deal» Eurodad NGO briefing 14 de junio de 2005
3. «Nicaragua, agonizantes estertores» Hedelberto López Blanch. Rebelión -11 de mayo de 2005
4. «The External Debt Problem in Central America: Honduras, Nicaragua, and the HIPC Initiative» Gerardo Esquivel, Felipe Larraín B., and Jeffrey D. Sachs Development Discussion Paper No. 645 August 1998
5. «Devilish details: implications of the G7 debt deal» Eurodad NGO briefing 14 de junio de 2005
6. «Solving Africa’s External Debt Problem to Finance Development : Senegal Recommendations and Conclusions of the Experts» 17-18 November 2003 Dakar, Senegal Organized by the Economic Commission for Africa and the Republic of Senegal
7. «Economic Commission for Africa. ECA issues paper on resolving the debt overhang of low and middle income countries» Prepared for Interregional Conference on Financing for Development Mexico City January 14-15, 2002
8. «Venezuela impulsará creación del Banco del Sur en Cumbre de Paraguay» Agencia Bolivariana de Noticias June 16th 2005
9. «When Is External Debt Sustainable?» Aart Kraay and Vikram Nehru The World Bank September 2003
10. ibid.
11. «The false promise of debt relief» Kenneth Rogoff, Daily Times, Pakistan, June 19, 2005
12. «¿Pobreza o injusticia? Víctor M. Godínez» La Jornada, www.rebelion.org 25 de junio de 2005
* Procrustes: Malvado posadero mencionado en la historia del viaje de Teseo a Atenas. Procrustes acostaba a sus invitados en un lecho, diciéndoles que era un lecho mágico que se ajustaba al tamaño de cada cual. En realidad, si el invitado era pequeño, lo estiraba hasta que llegara al tamaño del lecho, si era demasiado alto, le cortaba las extremidades para ajustarlo.