En Venezuela los aumentos del tipo cambiario no se relacionan con los consabidos problemas de flujo de caja del Estado en el suministro de dólares a la economía o de reactivación del aparato productivo a costa de una mano de obra más barata que permita competir con otras economías. En Venezuela el aumento de los […]
En Venezuela los aumentos del tipo cambiario no se relacionan con los consabidos problemas de flujo de caja del Estado en el suministro de dólares a la economía o de reactivación del aparato productivo a costa de una mano de obra más barata que permita competir con otras economías. En Venezuela el aumento de los tipos de cambio se relacionan con la distribución de la renta y la fuga de capitales.
Desde hace ya algunos años se ha producido en Venezuela una estampida de capitales al extranjero. Los argumentos para hacerlo van desde protegerse frente a la inestabilidad de la moneda hasta la amenaza que representa para los capitalistas las proclamas del gobierno respecto al socialismo. Pero, lo cierto es que este análisis resulta poco convincente e insuficiente si no tomamos en cuenta la geo economía internacional y los flujos de capital que ella determina. Es el caso que la reactivación del sistema productivo norteamericano; así como el europeo, requieren de capitales hasta ahora productivo en Latinoamérica por ser la fuente de materia. Esa reactivación económica determina un flujo de capitales productivos y especulativos de Latinoamérica hacia Norteamérica y Europa. Fenómeno este que es sufragado por los Estados latinoamericano con dólares preferenciales. A esta estampida de capitales se agregan los capitales especulativos y traidores de los sectores financiero e importador, de las burguesías nacionales, que siempre han considerado como sus mercados naturales los norteamericanos o europeos; en desmedro de la economía nacional. Esos capitales solo siguen el camino trazado por sus amos sin importar la descapitalización del Estado y los pueblos que le dieron vida.
Esta dinámica ha sido atenuada hasta ahora en los denominados Estado Emergente en virtud de una estrategia de fortalecimiento económico de los capitales norteamericanos y europeos que ven en ellos la posibilidad de ampliar de sus propios mercados. Sin embargo, ya hay señales de fuga de capitales en esos países, que dan señales de cambios en los flujos de capital. Ya se recientes las reservas internacionales de países como Brasil o Argentina, por mencionar dos países Latinoamericanos, que actualmente están financiando la fuga de capitales hacia Estados Unidos y Europa.
En Venezuela la fuga de capitales a través de figuras como las «expropiaciones» o el estímulo a los sectores productivos con dólares preferenciales para la importación de alimentos de primera necesidad como producto para refrescos o Snas (Cocacola o chistris); así como, las importación de vehículos entre muchos otros, han sido un verdadera hemorragia de dólares para financiar la economías norteamericana y europea. Esta es la inmensa cuota parte de la renta petrolera venezolana que exige el capital transnacional para financiar la economía Norteamericana y Europea. Hemorragia que junto a su estrategia de disminución en el costo de su mano de obra de Estados Unidos y Europa determinan las condiciones para la reactivación económica de estos bloques económicos.
Por otra parte, el costo de ese financiamiento implica lograr el debilitamiento económico y financiero de los países latinoamericanos a fin de secar sus reservas internacionales y justificar la creación de una inmensa deuda externa que nos lleve a cambiar deuda por nuestros propios territorios y pueblos de centro y sur americana.
A ese contexto internacional se agrega el debilitamiento consciente y permanente de nuestra industria petrolera, la incapacidad del Estado para estimular y activar un aparato productivo no petrolera; así como, la baja o nula producción de bienes y servicios de las empresas del Estado o la falta de castigo a los delincuentes que especulan y comenten ilícitos cambiarios con dólares e importaciones.
Sin embargo, nuestro peor problema sea el estigma de quienes niegan la generación de riqueza en las empresas del Estado y en las empresas «socialistas». Tesis que se ve alimentada y justificada por una nefasta incapacidad gerencial por parte de Funcionarios colocados a dedo en puestos de dirección; así como, una clase trabajadora inconsciente y apática que solo piensa en mejoras salariales y subsidios y no se incorpora al desarrollo de empresas socialistas. Esa mezcla niega de hecho el desarrollo alternativo de una economía productiva socialista que compense la salida de capitales que arremete contra el proceso bolivariano.
No se trata de un problema de oferta y demanda de dólares que el Estado debe suplir; se trata de fuga de capitales e incapacidad productiva. Y en esa perspectiva la devaluación no solo debe ser una forma de protección de las reservas del Estado; debemos convertirla en una palanca para el cambio que nos permita desarrollar con la clase trabajadora una economía productiva socialista. Viviremos y Venceremos, que viva el Socialismo ¡Carajo!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.