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Devaluación y reactivación productiva, el primer paso de avance

Fuentes: CADTM

La política cambiaria es clave para inducir transformaciones estructurales en la economía. A través de un manejo inteligente de la misma es posible sustituir importaciones por producción nacional y estimular las exportaciones. Los gobiernos que quieren ahorrar divisas y generar nuevos ingresos ajustan periódicamente el tipo de cambio, el cual aplican de manera diferenciada según […]

La política cambiaria es clave para inducir transformaciones estructurales en la economía. A través de un manejo inteligente de la misma es posible sustituir importaciones por producción nacional y estimular las exportaciones. Los gobiernos que quieren ahorrar divisas y generar nuevos ingresos ajustan periódicamente el tipo de cambio, el cual aplican de manera diferenciada según sea la importancia estratégica que se le conceda a cada rubro.

La rectificación de la política cambiaria puede ser el primer paso de avance en la revisión integral que se requiere de una estrategia económica que lucía cada vez más agotada, en función de impulsar la transformación de una economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador.

En la práctica, la sobrevaluación del bolívar operó como un subsidio al dólar y a las importaciones. Gracias a una divisa barata, el gran negocio importador floreció y prosperó, desestimulando el esfuerzo productivo interno. El aporte al PIB de la actividad agrícola e industrial se redujo de manera significativa y se acentuaron los rasgos de una economía rentista cada vez más dependiente de las importaciones.

Los nuevos tipos de cambio de Bs.F 2.60 y Bs.F 4.30 por dólar significan que las importaciones que correspondan en cada caso se encarecerán en 20.93% y 100%. Esto representa una oportunidad para que la producción nacional recupere el terreno perdido, toda vez que ahora podrá competir en precios con la oferta importada, la cual ya no gozará de un dólar subsidiado.

Independientemente de que se haya adoptado con fines fiscalistas o de otra naturaleza, el ajuste cambiario se había tornado en una decisión largamente pospuesta de cara a estimular un crecimiento económico de más calidad. Hasta ahora, la dinámica del PIB se ha sustentado en los sectores del comercio importador, la especulación financiera y las telecomunicaciones. Para lograr los objetivos de seguridad y soberanía alimentarias el aporte de la actividad agropecuaria debe subir del actual 5% a por lo menos 12% del PIB. El aporte del sector manufacturero debe elevarse del actual 15% a por lo menos al 20%, tal como lo establecen los estándares internacionales para considerar que una economía se ha industrializado.

Esto implica elevar la densidad empresarial de 0.3 establecimientos manufactureros a por lo menos 1 establecimiento por cada mil habitantes. Colombia tiene 1.2 y México 1.7. Esto permitiría elevar el número de industrias de 7.800 a 26.000, creando nuevas y mejores fuentes de empleos productivos que generen bienes de alto valor agregado para sustituir de manera eficiente el alto volumen de importaciones y diversificar la oferta exportable.

Para que se tenga un verdadero impacto en la transformación estructural de la economía venezolana, las recientes decisiones en materia de política cambiaria deben ser complementadas con otras decisiones en materia de políticas agrícola, industrial, tecnológica, fiscal, monetaria, financiera, arancelaria y de precios.

Solo a partir de un manejo integral y armónico de la política macroeconómica con las políticas sectoriales se podrán crear las condiciones necesarias para superar el capitalismo rentístico y ser cada vez menos dependientes de los traumas que ocasionan los altibajos del ingreso petrolero.

El impacto fiscal de la devaluación

La alternativa de compensar la inminente caída en la recaudación del ISLR por la vía de aumentar el IVA o el impuesto indirecto a la gasolina, tendría un costo político difícil de pagar en un año electoral en el que está en juego la mayoría en la Asamblea Nacional.

Por si fuera poco, la lenta recuperación de los precios del petróleo determina que el ingreso en divisas se mantendrá muy por debajo del umbral alcanzado en el año 2008. Cuando una mercancía abunda en el mercado su precio se estabiliza, pero cuando escasea su precio sube. En un año electoral, y ante las crecientes necesidades de ingresos fiscales, los dólares ya no se podían seguir vendiendo tan baratos.

La decisión de devaluar le inyectará más bolívares al Gobierno. Pdvsa, que genera el 95% del total de divisas, obtendrá más bolívares por cada dólar que venda al BCV. Igualmente, las reservas internacionales que se traspasan al Fonden ahora serán calculadas al nuevo tipo de cambio.

El flujo de caja de la Tesorería Nacional mejorará y el Gobierno podrá disponer de más recursos para culminar obras pendientes, mantener al día los pagos a contratistas y proveedores, así como evitar retrasos en sus obligaciones contractuales con empleados públicos y trabajadores.

En los últimos años la producción y el consumo se hicieron cada vez más dependientes del componente importado. Debido al dólar barato, las crecientes importaciones fueron desplazando la producción nacional de materias primas, bienes intermedios, maquinarias, equipos y bienes finales.

Según los datos de Cadivi, en 2009 de cada 100 dólares importados 22,9 corresponden a alimentos y 16,4 al sector salud. Estas importaciones ya no se harán con un dólar a 2.15.

En adelante regirá para estos rubros un dólar a 2.60, lo cual equivale a una devaluación de 20,93 %.

El tipo de cambio de 4.30 -que implica una devaluación del 100%-, se aplicará al resto de las importaciones, las cuales reflejarán este incremento en sus precios, en la misma proporción del ajuste cambiario. Comparativamente, la producción nacional será más barata y podrá recuperar parte del espacio que perdió.

Fuente: http://www.cadtm.org/Venezuela-Devaluacion-y