El mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, y la primera combatiente Cilia Flores, concedieron una entrevista exclusiva para teleSUR con la presidenta de la multiplataforma informativa, la periodista Patricia Villegas
Patricia Villegas: Bienvenido, bienvenida a este diálogo que a partir de este momento sostenemos con la pareja presidencial de Venezuela. En este país latinoamericano se le dice a la esposa del presidente primera combatiente y no primera dama. ¿Por qué? Usted se dará cuenta a propósito de esta conversación.
Estamos con el señor presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Hace diez años, en este mismo salón, en este mismo palacio, el Palacio de Miraflores en la ciudad de Caracas, en Venezuela, el comandante Hugo Chávez le decía al país y al mundo que en caso de que la operación a la que tenía que ser sometido no saliera bien, el pueblo apoyara a Nicolás Maduro Moros.
¿Qué ha pasado en Venezuela? ¿Cuál ha sido el impacto de estos diez años para la región también para la humanidad toda? Vamos a sostener esta conversación para adentrarnos en ese momento, pero también para mirar en retrospectiva y en perspectiva. Vamos pues a conversar.
¿Qué pasaba previamente a esa alocución presidencial? A esa declaración, a esa proclama del comandante Chávez al interior del grupo que salía a hacer la transmisión de televisión. ¿Cómo se vivía el momento? ¿Había hermetismo, angustia, alguien lloraba? Cuéntenos un poquito cómo era el ambiente que se vivía.
Nicolás Maduro: Lo primero que habría que recordar es que el comandante Chávez viajó a Cuba para hacerse chequeos el 27 de noviembre de ese año 2012 y yo quedé aquí encargado, yo era vicepresidente de la república. Estábamos en comunicación permanente.
El día domingo de esa semana, si mal no recuerdo era 3 de diciembre, el comandante me llama. Yo estaba haciendo una supervisión de las obras de construcción del nuevo Panteón, estaba con un grupo grande, estaba Cilia, y él me saluda y me dice que ya le hicieron los chequeos y que él quería que un equipo del alto mando político que teníamos viajara a Cuba. Ahí estaba Cilia, Jorge Arreaza, Diosdado, entre otros. Y así se hizo, ese mismo domingo se fueron para Cuba. Llegaron a Cuba y fueron al hospital del Cimeq (Centro de Investigaciones Médicas Quirúrgicas) y se reunieron con el comandante Chávez.
El comandante Chávez les dijo que había una situación difícil que en los exámenes que le habían hecho había surgido nuevamente el cáncer, que tenían que hacer una operación de alto riesgo, de muy alto riesgo, y les evaluó varios escenarios, escenarios de que la operación saliera sin problema que era la menor probabilidad; escenario de que la operación saliera y él quedara muy afectado físicamente; el tercer escenario de que él se fuera, que falleciera.
Entonces, que en esos escenarios él había pensado que Nicolás se encargara, tomara las riendas. Imagínate cómo golpeó al equipo que fue para allá. Yo estaba aquí inocente de eso. Ellos regresaron, era una noche recuerdo, creo que era la noche del 4 de diciembre de 2012, y nos reunimos y me dieron esa información. Eso fue un golpe gigantesco porque yo conocía muy bien al comandante Chávez y yo sabía que cuando él decía algo lo había evaluado y eso había pasado por la fuerza de su intuición que era gigantesca, una intuición casi de profeta, que si él estaba ventilando la posibilidad de su partida era porque era un escenario real, posible, grave. Eso me golpeó a mí muy fuertemente y en el mensaje que me mandaba me pedía que fuera a La Habana.
Yo fui a La Habana el 5 en la noche y llegué al hospital de Cimeq y tuvimos una conversación larga hasta la madrugada, hasta el amanecer. El único testigo de esa conversación es el compañero Jorge Arreaza que estuvo allí y tomó nota de toda esa conversación. Yo ya iba advertido, avisado, y él me explicó todos los escenarios, como que viajaba al futuro, y me dijo puede pasar esto y esto. Y si pasa el peor escenario, Nicolás ahora te toca a ti, te encargas tú. A pesar de que yo ya estaba informado, eso significó un golpe de mucho impacto emocional. Conversamos largamente. Yo le dije para su tranquilidad, y además con convicción de que íbamos a superar esa, “quédese tranquilo comandante que esta la superamos”, pero él me insistió y yo le dije, “si se diera el peor escenario quédese tranquilo que nosotros tenemos un equipo y vamos a salir adelante. Me dijo “bueno, yo tengo que regresar a hablarle al pueblo, a preparar al pueblo y a decirle a la gente todo este escenario que hay. Quédate por ahí para que regresemos”.
Después nos vimos en la mañana del 6. Regresamos en aviones diferentes, yo regresé una hora antes que él y lo recibimos acá. Él aterrizó como a las 12 de la noche, ya era 7 de diciembre. Ahí lo recibimos una comisión, él llegó conversando; se había encontrado con el comandante Fidel Castro y estuvieron hablando del fuego sagrado de los libertadores, de la llamarada, del fuego sagrado que llevaban en sus manos. Él llegó aquí cuando aterrizó, se bajó del avión y nos habló del fuego sagrado, de esa fuerza que solo tienen quienes tienen esa inspiración, esa iluminación, para representar, para encarnar la causa histórica, la causa sagrada de los pueblos. Ese 7 ya en la madrugada subimos acá al palacio y Diosdado y yo subimos con él a su habitación, una habitación que tenía aquí en el piso uno del Palacio de Miraflores. Ahí está todavía intacta, con los cuadros que él pintaba, ya algunos cuadros terminados, otros por terminar; con el balcón del pueblo, ahí está la puerta del balcón del pueblo, su cama.
Él estaba muy adolorido esa madrugada y conversamos, entonces nos dijo a Diosdado y a mí “ustedes ya han pensado, ¿ya tienen el plan para la sucesión presidencial?” y nosotros “no, no”. “¿No han visto la Constitución?” nos dijo, “no, no, nunca”. Nos dio su Constitución “agarren ahí, artículo tal y tal. Váyanse para allá afuera, pónganse a leer yo ya vengo”. Él se fue a hacer algo personal, arreglar una ropa. Diosdado y yo nos fuimos a un patio que queda a las afueras de esa habitación consternados, golpeados; Diosdado y yo revisamos los artículos de la Constitución con dolor indescriptible y nos pusimos de acuerdo, vamos a decirle al comandante que no diga esto.
Entramos a la habitación, él estaba ahí “¿ya lo estudiaron?” nos dijo, “sí, ya lo estudiamos, pero no hace falta”, le dijimos, “no hace falta que usted diga esto” y él me agarró la mano y me dijo “Nicolás, yo conozco mi ganado, yo tengo que decir esto, yo vine solo a esto, no vine a más nada”, y nosotros le seguimos insistiendo. Él dijo “bueno, mañana vemos qué hacemos”.
El 7 fue un día de reuniones, conversaciones, llamadas telefónicas. Ya llegó el 8 de diciembre, hubo coordinaciones durante todo el día, Diosdado y yo subimos otra vez a conversar con él, en la tarde del 8, final de la tarde, principios de la noche. Él estaba muy decidido, muy claro de lo que quería decir. Yo tenía una guayabera medio arrugadita, medio fea, y me dijo “¿tú vas a salir así?” y yo le digo “¿cómo?”, “ponte un blazer, ponte una chaqueta para que salgas más serio” y me dijo “te voy a entregar la espada de Bolívar”. Yo por dentro de mí, te lo confieso, sentí “no debe ser porque todo esto nosotros lo vamos a superar”. La espada de Bolívar es un símbolo muy poderoso para nuestra revolución, para la batalla histórica de nuestro país; era como entregar un símbolo del poder muy poderoso. Después lo conversamos bastante con el equipo político, Diosdado y yo bajamos y nos dijo “espérenme allá abajo”.
Cuando bajamos había un grupo de ministros aquí convocados para la alocución, extrañado cómo un sábado iba a haber una alocución a esa hora, a cuenta de qué. Nosotros no dijimos nada, era secreto. Cilia estaba en el palacio, fuera de este salón con otros compañeros, otras compañeras, y entre nosotros no cruzábamos información, manejábamos la prudencia, esperando que fuera el comandante que hiciera lo que fuera a hacer. Él bajo, salió por esa puerta, saludó con cariño a todos, se sentó en la silla central de la mesa, yo me senté a su izquierda y Diosdado a su derecha, e hizo la alocución que le tocó. Esos fueron los días y las horas previas a ese momento.
Patricia Villegas: ¿Y esa reunión de La Habana cómo fue?
Cilia Flores: Nosotros efectivamente estábamos en el Panteón Nacional en una inspección que se estaba haciendo allí, pues se iba a reinaugurar, cuando llamó el comandante y dijo que necesitaba que fuera un equipo y dijo quiénes debíamos ir. Inmediatamente nos fuimos. Ese mismo día en tres horas estábamos allá en La Habana, directo. Nos recogieron en el aeropuerto y nos llevaron al Cimeq y entramos a la habitación donde él estaba, el comandante Chávez siempre con su sonrisa. Nosotros estábamos preocupados porque no sabíamos para qué nos llamaba; sabíamos que el comandante había ido a La Habana a hacerse un chequeo y que nosotros estábamos esperando que todo saliera bien, pero decíamos “alguna información quiere darnos”. Él nos recibió con una sonrisa, un abrazo y un beso, y uno sonriendo también lo menos que pensamos era que había una mala noticia.
Conversó, pregunta por la familia a todos. Él era muy especial y pendiente de todo. Luego dice el motivo por el cual nos convocó y nos dice que los exámenes no habían salido tan bien como se esperaba y que él tenía que coordinar todos los pasos que iban a darse de allí en adelante y nos habló de tres escenarios, nos dijo “aquí con la información que tengo, todavía me faltan algunos exámenes, todavía faltan algunas pruebas, algunos resultados, pero sin embargo con lo que tenemos hasta este momento hay tres escenarios: el primer escenario es que me van a operar y que todo salga bien, que se solucione, que logren sanar y que salgamos bien de la operación. Yo estaré en reposo y después retomaré mis funciones normalmente”.
“El segundo escenario es que me operen y que no salga tan bien y que tenga que mantenerme sin actividad, que no pueda asumir de una vez mis funciones como presidente. La tercera opción es que salga todo mal y que no sobreviva”. Entonces imagínate nosotros, todos estábamos en silencio total, la sonrisa se nos había borrado por completo con la que habíamos iniciado la conversación y todos nos quedamos en silencio. Él continuó hablando y diciendo que él se aferraba a Cristo que él creía que sí, que él iba a luchar que él iba a salir adelante, pero que teníamos que prepararnos y que teníamos que estar preparados para cualquier circunstancia. Él nos explicó y después trató de darnos aliento, decir que la primera opción era posible, pero que de todas formas él con Cristo por delante, pero nosotros estábamos todavía en shock.
Entonces nos pregunta qué opinamos, me da la palabra a mí de primera y me dice “Cilia, ¿qué dices?”. Bueno, en toda la conversación él dijo “en las opciones está Nicolás que es el vicepresidente y yo quiero que él continúe en cualquier circunstancia”. Ya estaba como avanzando, él nos estaba preparando y entonces me da la palabra a mí. En principio, toditos no podíamos ni hablar. Yo recuerdo que casi todos fuimos en la misma orientación, le dijimos bueno, lo primero es que nos aferrábamos a la primera opción, que él iba a salir bien, que estaba a tiempo, que él había sido disciplinado, que no había razón para que no saliera bien todo y que nosotros íbamos a acompañarlo, porque él decía “tienen que estar con Nicolás, acompañar a Nicolás, apoyar a Nicolás”, insistía, y nosotros le decíamos que él iba a salir bien, pero que nosotros igual íbamos a apoyar a Nicolás, que nosotros éramos un equipos, éramos una familia, que nosotros unidos por todo, ante todo la unidad con el pueblo, íbamos a estar informándolos. Yo le decía que se podía quedar tranquilo, que podía confiar plenamente, primero que iba a salir bien y segundo que nosotros íbamos a estar ahí con él.
Patricia Villegas: Pero ese Nicolás no era cualquier Nicolás, era su Nicolás, su compañero de política, de causas, de corazón. ¿Qué estaba pasando en su interior? ¿Qué estaba sintiendo usted en ese momento?
Cilia Flores: Lo que pasa es que en ese momento yo decía “esto no se va a dar, es imposible”. Nos aferramos a la primera opción que él se va a operar y va a salir bien. Nosotros decíamos “Chávez nació predestinado y ha hecho cosas que no se habían hecho nunca. Hay un pueblo, un proyecto, un camino. Es imposible, él tiene que continuar lo que emprendió, no hay forma de que se pare eso allí”. Nosotros no podíamos y ninguno. Todos fueron hablando, Adán Chávez, Diosdado Cabello, Arreaza, todos dijimos lo mismo, que nos aferrábamos, que iba a salir bien, que íbamos a apoyarlo.
Entonces no me pasaba por la mente que Nicolás asumiera nada en ese momento, ni Nicolás ni ninguno. Yo le dije “presidente, el presidente es Hugo Chávez Frías, el pueblo votó por Hugo Chávez Frías y va a seguir siéndolo. Aquí no hay más nada de qué hablar”. En ese momento no veíamos otra opción, sino que él se recuperara y continuara con sus funciones como presidente.
Patricia Villegas: Y cuando se da esa situación, aquí en este salón según nos relata el presidente Maduro, usted estaba en otra parte del palacio. ¿Qué estaba pasando mientras se daba la transmisión de televisión? ¿Cómo se vivía ese momento?
Cilia Flores: Nosotros siempre, la confianza que le tenemos a Chávez, sabíamos que él en todas las circunstancias, por muy difíciles, cuando él hablaba se resolvía todo y se calmaba todo porque daba todas las orientaciones y los argumentos. En momentos que habíamos pasado, claro político, esto tenía que ver con su salud, pero el siempre en momentos difíciles él salía y él cuando hablaba todo el mundo contento, feliz. Nosotros esperábamos que Chávez saliera y nos diera esa felicidad de decir “voy tranquilo, voy a salir bien, regreso, me esperan”; no esperábamos que él asumiera otra opción que no fuera eso porque nosotros no asumíamos otra opción.
Patricia Villegas: Y a pesar de los otros escenarios y de la propia recomendación suya y de Diosdado Cabello, el comandante Chávez hace esa proclama, cumple su palabra. ¿Cuándo se siente el peso de la historia, cargar el peso de la historia? ¿Esa misma noche o eso es con los años?
Nicolás Maduro: Eso es un lanzazo. Yo sentía una cosa por aquí, una lanza, de un dolor aquí en esta parte del cuerpo casi inaguantable y me parecía imposible estar viviendo esa circunstancia. ¿Cómo que nosotros vamos a estar viviendo esto? Por eso el comandante Chávez en un momento dado, debe estar en el video de la alocución, dice “yo vine a hacer esto”, creo que nombra a Diosdado y me nombra a mí, dice “yo tenía que hacer esto” porque estaba el debate que habíamos tenido en la madrugada del 7, el mismo 8, de que le habíamos dicho “no lo haga”, pero él vino a ese objetivo, a preparar al pueblo. Con aquella serenidad, aquella brillantez, sin titubear, porque uno ve una alocución corta, para ser Chávez es corta; era el sábado, casi las 9 de la noche, cadena nacional y ahí lo dice todo, lo había pensado muy bien todo y deja el camino ya trazado para lo que pasara, ya él deja preparado a nuestro pueblo para que el proceso revolucionario continuara.
Patricia Villegas: ¿Y usted siente que esa noche le cambió la vida?
Cilia Flores: Sí, de alguna manera fue un golpe escuchar del líder una posibilidad de que él no regresara o que hubiera un cambio completo en la conducción de este proyecto. Fue un golpe muy duro, pero nosotros, uno siempre se repone rápido porque uno dice eso no va a pasar, uno se niega, es la negación, uno confía en Dios y sabía que estaba en buenas manos. Nosotros nos aferrábamos a eso, a que él iba a salir bien y que iba a retornar. En todo caso pensábamos “cualquier cosa que necesite un tiempo, no importa, pero él está ahí y se continúa, continúa Nicolás, continúa el equipo, pero que él esté ahí y después que se vaya recuperando poco a poco, él vuelve a asumir”. Era lo que uno se daba…
Nicolás Maduro: La esperanza.
Cilia Flores: Una esperanza de que él pueda volver y retomar todo y ahí vamos a estar nosotros, apoyándolo, cuidándolo, ese espacio que es de él y seguro que vamos a tener el acompañamiento del pueblo que va a acompañarlo a él también y va a estar junto. Esa era la esperanza de que eso ocurriera así de esa manera.
Patricia Villegas: Yo entiendo perfectamente que hablar en primera persona es difícil, pero usted se ha preguntado y se ha dado respuesta ¿por qué el comandante Chávez dijo es Nicolás Maduro? Muchas veces en el mundo se han hecho esa pregunta, ¿usted se la ha hecho, le ha dado respuesta? Simbólicamente el comandante Chávez le entrega el país, le entrega la espada de Bolívar, le entrega el proyecto bolivariano.
Nicolás Maduro: Eso es imposible de responder. Yo solo recuerdo cuando él me llamó una vez para decirme que me iba a designar canciller, fue el lunes 7 de agosto del año 2006, como a las 8 de la noche. Me dijo mira Nicolás, hay esta situación, Alí está un poco enfermo, va a estar mucho tiempo atendiéndose, necesito un canciller para que asuma y viaje conmigo, esté conmigo siempre, sea un compañero me dijo. Ajá, le dije yo por teléfono y me dijo “he pensado en ti, entregarte la Cancillería”. Esa vez yo era diputado, era presidente de la Asamblea Nacional y siempre me gustó mucho ser diputado, me gusta mucho.
Yo me atreví, le dije “presidente pero ¿usted ha pensado bien eso?”, me dijo “lo he pensado muy bien”, después le dije “¿usted me da un chancecito, unos 15 días para terminar unas leyes que tengo que terminar de aprobar?”, me dijo “Nicolás, lo que tú ibas a hacer como diputado ya lo hiciste. Te espero mañana a las 10 de la mañana en una reunión que tengo en Miraflores y asumes la Cancillería”, yo le dije “entendido”. Chávez le daba misiones, tareas a uno diversas, de diversos tipos, de diversos signos y uno los cumplía. Él era y es el gran jefe, todavía lo es, el jefe teórico, espiritual, el gran jefe de siempre. De verdad ni por mi mente pasó preguntarle jamás, en los días posteriores por qué decidió eso, sino asumir la responsabilidad y llevarla adelante, lo más importante.
Patricia Villegas: ¿En algún momento se le ocurrió a usted preguntarse eso? ¿Por qué le pasó eso, a su familia? Una responsabilidad que se entrega de esa manera es un parte aguas, es un antes y un después en la vida personal y en la vida familiar. ¿Se hizo usted esa pregunta?
Cilia Flores: Como lo ha dicho el presidente Nicolás Maduro, el presidente Chávez daba tareas y nosotros fuimos siempre con Chávez y esa es una satisfacción que tenemos después con todo lo que ha pasado. Nosotros le fuimos leales a Chávez hasta el más allá.
Nicolás Maduro: Más allá del más allá.
Cilia Flores: Le fuimos leales, estuvimos con él siempre acompañándolo, nunca le dijimos no a una orientación, a una orden, a una tarea que nos impusiera. Siempre le decíamos que sí y luego “ay ¿qué voy a hacer ahora? ¿Cómo hago, qué hago, por dónde empiezo?”, pero a él siempre le decíamos que sí y buscábamos y lo hacíamos.
En esa oportunidad fue Nicolás, le tocó a él, pero le pudo tocar a cualquiera del equipo porque nosotros, el alto mando político tremendo equipo y todavía el que se mantiene, se mantiene con esa fortaleza de la unidad y del apoyo mutuo, la solidaridad. Entonces fue Nicolás, nos cambió la vida porque nosotros vivíamos muy tranquilos, salíamos, entrábamos, y de allí nosotros tuvimos que cambiar hasta la forma de vivir por la seguridad porque Chávez fue muy enfático y se lo dijo a Nicolás, tiene que cuidarse, que tenía que cuidar la seguridad, porque uno salía solo por allí y caminaba las calles y ya no, eso se acaba, tienen que cuidarse porque lo que viene… hay un enemigo allí que tiene el ojo puesto en los que van a continuar por el camino. Asumimos eso con la misma responsabilidad que asumimos siempre todas las tareas del comandante Chávez.
Patricia Villegas: Cuando evocan al comandante Chávez de esa noche, de este mismo salón, ¿qué sentimiento lo recorre?
Nicolás Maduro: De admiración porque es admirable. Un hombre con la intensidad de vida que tuvo el comandante Chávez, líder de un continente, de un mundo; jefe de una revolución triunfante, recién electo por el voto del pueblo en una victoria impresionante; enfrentado a una batalla por su vida, con la posibilidad de perder su vida, era lo único que tenía. Chávez lo dio todo por nuestro pueblo, por esta revolución, y lo único que tenía era su vida; presentarse frente al pueblo y estar pendiente del pueblo y dejar escrito los caminos que tenemos que recorrer realmente es admirable.
Cilia Flores: Sobre todo la responsabilidad de Chávez. Él sabía, él presentía qué podía pasar, él estaba claro en sus escenarios y él quería dejar, tenía que tener la seguridad de que el pueblo quedaba a buen resguardo y por eso él hizo lo que hizo, venir. Él tenía que operarse de emergencia, de urgencia; la operación le habían dicho que era urgente, sin embargo él la aplazó para venir a informar al pueblo y para dar los lineamientos para que Nicolás Maduro asumiera en cualquier circunstancia si él no podía, para que el pueblo supiera a quién él le entregaba el testigo en ese momento. Yo creo que eso es un acto admirable, de mucha responsabilidad, de mucho amor al pueblo. Él, en todos esos encuentros que tuvimos allá en La Habana, en ese día y en los días posteriores, después de su operación su preocupación era el pueblo, que estuviera atendido, que se siguiera con su proyecto socialista de favorecer al más humilde, al más vulnerable; de que no reinara la anarquía, él decía la unidad para que no reine la anarquía, que no se desaten las pasiones, que no se desate la violencia porque el que paga es el pueblo.
Esa motivación de él a pesar del dolor y de saber su escenario de partir, de su familia, sus dolores internos también propios de la enfermedad y del sentimiento también por dejar a la familia, por irse, que él lo tenía ya previsto, y sin embargo estaba por encima su responsabilidad de líder, conductor de un proceso revolucionario. Yo creo que eso es admirable, eso nada más Chávez podía hacer eso y transmitirlo de una forma para que lo entendieran y que haya sido comprendido por el pueblo porque él fue comprendido por el pueblo. Nosotros hasta el último momento le fuimos leal a él y él también tuvo la satisfacción de recibir la lealtad y el amor del pueblo hasta el último momento y todavía Chávez sigue siendo Chávez y sigue vivo porque sigue vivo ahí en el pueblo en los ojos, en el sentimiento, en el amor.
Patricia Villegas: Ustedes nos han contado que el comandante Chávez hablaba de esos tres escenarios, pero el escenario más difícil es el que se da. Viene la muerte física del comandante Chávez. En ese momento era vicepresidente en funciones y ese 5 de marzo evoquemos un poco esa tarde. Ya usted presidente Maduro nos ha dicho que esa noche del 8 de diciembre era como una daga en el pecho, pero si eso fue el 8 de diciembre, ¿cómo se sintió usted el 5 de marzo cuando le toca decirle al país y al mundo que el comandante Chávez ha fallecido, que se ha ido físicamente?
Nicolás Maduro: Uno nunca está preparado para eso, jamás. A pesar de que el presidente comandante Hugo Chávez nos preparó, hizo el esfuerzo de hecho de prepararnos y teníamos un equipo poderoso, que aún lo tenemos y lo hemos ampliado, lo hemos depurado de traidores, corruptos. Hoy tenemos a un equipo de alto mando político y alto mando político militar poderoso. A pesar de todo eso, ese día 5 de marzo es como que uno lo pierde todo, es un golpe devastador. Mi preocupación cuando iba a transmitir era el dolor del pueblo. Cuando nos informaron a las 4 y 25 de la tarde que el comandante Chávez había fallecido, para nosotros fue un golpe muy fuerte porque nosotros nos negábamos a que esas cosas sucedieran, siempre pensábamos que podíamos ir paso a paso, poco a poco en una recuperación como había pasado en el 2011, la primera operación; en el 2012 la segunda operación y así por el estilo.
Pero llegó el momento más duro que nosotros negábamos, nuestros sentimientos, nuestra mente, y lo que pensaba yo era en el dolor de la gente, que el pueblo se fuera a sentir huérfano como de hecho nos sentimos todos y pensaba en la continuidad del proyecto, uno siente un momento de mucho dolor, pero también de mucho compromiso con los ideales a los que él le había entregado su vida, le entregó hasta el último segundo porque yo, ese día, siempre lo recuerdo ese día 5 de marzo llevaba aquí una carpeta roja y en esa carpeta llevaba cuatro, cinco páginas escritas, respondiendo unas 20 preguntas que él me había mandado como tarea para el tema económico. Él me dijo “viene una guerra económica terrible Nicolás, dame estos datos”; me pidió una cantidad de datos sobre la economía, sobre las finanzas públicas y una cantidad de recomendaciones que él iba a evaluar para tomar decisiones para adelantarnos a lo que ya veía que era la guerra económica que venía. Yo me quedé con mi carpeta aquí porque cuando yo estaba en el hospital habíamos ido a visitarlo para saludarlo y para rendirle cuentas de la carpeta roja.
Hasta el último segundo estuvimos conectados en función de las responsabilidades y del compromiso con el pueblo. Eso siempre estuvo presente. En el momento de mayor dolor siempre estuvo presente la responsabilidad que nos quedó de cumplir el sueño del comandante Hugo Chávez.
Patricia Villegas: Y ese pueblo salió a despedir al comandante Chávez. Ese pueblo también ha salido todos estos años en todos los duros momentos que ha vivido Venezuela. Esos días de despedida del comandante Chávez casi que tenía que ir uno tras otros, tras otro, porque la gente salía y salía adiós físicamente. De alguna manera el pueblo estaba despidiendo a un padre, ¿ustedes también estaban despidiendo a un padre? ¿Eso era el comandante Chávez?
Cilia Flores: Allí se demostró la consecuencia del pueblo, fue consecuente en todo momento. Algo que de verdad de alguna forma nos conmovía del pueblo, primero el pueblo llorando a su líder, a su comandante, llorándolo esa multitud; pero después el compromiso que hacía el pueblo en medio del dolor. El pueblo estaba allí con el dolor y la consigna del pueblo que gritaba todo el mundo “Chávez te lo juro mi voto es por Maduro”, en pleno acto ya la gente le decía vamos con Maduro porque fue la orientación y era el compromiso y el juramento del pueblo con el comandante. En ese momento uno lo menos que estaba pensando era en lo que venía después, sin embargo el pueblo con mucha madurez, con dolor, con mucha consciencia de que no iba a dejar que se perdiera el proyecto de Chávez ni el legado de Chávez.
La demostración de que Chávez no aró en el mar, Chávez formó a un pueblo, lo formó con consciencia, con amor y ahí se demostró. Nosotros ese día estábamos esperando ver al comandante Chávez y poder hablar con él; imagínate cuando sale el doctor y nos dice que partió, eso fue horrible, fue verdaderamente un golpe, nos quedamos allí impactados, entonces no solamente eso sino tener que transmitirle la información al pueblo.
Recuerdo que entonces bajamos a la planta baja del Hospital Militar y Nicolás mandó a que vinieran las cámaras, pero nadie sabía. Vinieron todas las cámaras y todos los periodistas, todos los medios. Cuando él dice que el comandante partió se escuchó como un rumor, un rugido, fue impresionante porque lo que se escuchó allí del personal que estaba tras las cámaras, pero afuera el que estaba escuchando en su televisor, ese rugido llegó. Fue algo impresionante y en medio de una llovizna que estaba cayendo en ese momento, por eso ahora a Chávez siempre se le relaciona con la lluvia, con una llovizna, porque se despidió con una lluvia en la campaña. Cuando termina su campaña, esa lluvia que cayó sobre él y después el día que parte cae esa llovizna suave, tenue, sobre Caracas y eso el pueblo lo asumía como que era la presencia de Chávez que estaba allí, por eso dijimos que Chávez no murió, se multiplicó. Chávez no murió porque sigue vivo en todo, en los niños, en las mujeres, en los trabajadores, en su proyecto. Todo lo que se hace siguiendo el camino de Chávez lo mantiene vivo y se mantendrá vivo por mucho tiempo.
Patricia Villegas: ¿Se agarraron las manos? ¿Qué se decían bajando por ese ascensor? Le tocó al presidente Maduro hablarle al país, al mundo, en un momento tan difícil. Yo lo recuerdo conmovido y me conmuevo también porque era una situación extremadamente compleja en lo emocional, se miran a los ojos. ¿Cómo hacen para vivir ese momento de tanta intensidad?
Cilia Flores: Nosotros siempre nos agarramos de la mano, esa es la fuerza que nos damos. Siempre habíamos estado y siempre seguimos tomados de la mano. Ese día no había palabra, solo la presencia, el contacto estar juntos. Igual con los otros compañeros, las palabras estaban demás, cada quien estaba asumiendo el propio sentimiento, el propio dolor y el compromiso de mantenerse firme. No podíamos quebrarnos, no podíamos dejar al pueblo después que Chávez se sacrificó tanto y lo que le preocupaba a él era eso. Él decía “ustedes fortaleza”, él nos pedía fortaleza siempre, mientras estuvo hospitalizado, mientras estuvo en Cuba y después cuando llegó aquí a Caracas, siempre pedía la fortaleza y no podíamos quebrarnos. Por más que el espíritu y el alma dolieran, teníamos que seguir adelante.
Patricia Villegas: Podríamos decir que ese es como un primer momento que simbólicamente significa esto es lo que me tocó asumir, porque decirle al país y al mundo que había partido físicamente el comandante Chávez era una enorme responsabilidad. Decir “aquí estoy yo, ha muerto el padre, pero aquí estoy, seguimos juntos”, ¿cómo se entiende ese momento?
Nicolás Maduro: Un paso inevitable de asumir la realidad, dura, indescriptible, pero decirle al pueblo “esto tiene que continuar, este camino tiene que continuar”. Chávez lo dio todo, lo único que tenía era su vida, la dio completica y la dio por la felicidad del pueblo, por la independencia de la patria, por la dignidad de la gente y con amor porque ¿cómo recuerda la gente a Chávez? Con amor. Es el hombre del amor, del gesto cercano, de la comprensión, de escuchar a la gente, de atender al más necesitado. Por ese amor había que continuar, por eso el 8 de diciembre lo decretamos el día del amor y la lealtad, porque las dos cosas van juntas en la Revolución Bolivariana. El amor más grande por la vida, por el pueblo, por nuestra historia y la lealtad absoluta a prueba de fuego, la lealtad ante cualquier circunstancia.
Patricia Villegas: Presidente, le tocó luego a usted emprender una campaña. Usted había tenido campañas porque había sido electo en otras oportunidades como diputado, un cargo que ha contado que disfruta, que le gustaba mucho, pero nunca una campaña presidencial y menos en una circunstancia tan excepcional como esta, la gente se estaba secando las lágrimas como decía la señora Cilia, todavía había mucha tristeza en el pueblo venezolano y se enfrentaba una campaña electoral. Es como decir de alguna manera un nuevo momento para la Revolución Bolivariana, era Nicolás Maduro presentaba al pueblo como candidato.
Nicolás Maduro: No es fácil porque teníamos que enfrentar la súper maquinaria del imperialismo que había posicionado a Capriles Radonski por diez años como su ficha, como su alfil. Capriles fue preparado con todos los expertos comunicacionales de la época para enfrentar al comandante Chávez y para ser la imagen de la oposición a la revolución, de la contrarrevolución, y de repente surge Maduro, por mucho que me conocieran como canciller, como presidente de la Asamblea, como diputado, pero no es lo mismo. Son las grandes ligas. No es lo mismo jugar en la AA, AAA, que jugar en las Grandes Ligas.
Preparar el equipo, comando de campaña, la imagen, sobreponerse al golpe de la tristeza y el dolor que uno llevaba todos los días, aún lo llevamos, y teníamos una contradicción en la campaña que se expresaba, porque las campañas electorales son alegría, fortaleza, y cuando íbamos a expresar algo de alegría, había quienes se molestaban por el duelo. Y cuando nos poníamos tristes, había quienes se deprimían y se paralizaban. Era una contradicción muy fuerte. De hecho nosotros perdimos un millón de votos de gente nuestra, chavista, que se paralizó y no salió a votar ese día, paralizado por la depresión, por la tristeza.
La campaña electoral de la derecha, asesorada por los gringos, y de Capriles fue insultar al pueblo, deprimir al pueblo. Eso que le dijo Capriles a la gente “Chávez se les murió y nadie se los va a devolver”, fue calculado para un segmento del pueblo que estaba muy triste para deprimirlo paralizarlo. La cosa sucia que hicieron, así son ellos. Pero nosotros salimos adelante y tuvimos una victoria heroica que ratificó el camino que Chávez había escrito, que había señalado, y abrió la senda de todas estas batallas, de toda esta resistencia, de todas estas victorias que hemos tenido durante estos diez años, donde se ha cumplido la consigna “unidad, lucha, batalla y victoria”.
Patricia Villegas: Vamos a caminar un poco en el tiempo. Estos diez años ¿cómo se los contaría usted a un nieto? Son muchas cosas las que han pasado, escojamos un hito, un momento en el que usted le relataría a sus nietos qué pasó en Venezuela en estos diez años.
Cilia Flores: Diez años bien complicados que empiezan de esa manera, tratar de levantar el ánimo de un pueblo que estaba muy triste y deprimido porque su líder había partido, que no se sintiera huérfano, que se seguía por el camino de Chávez y eso el pueblo respondió afortunadamente siempre con esa lealtad y respondió en todo momento y ha respondido en estos diez años que han sido bien complicados.
Nosotros con los hijos, con los nietos han vivido esto, junto con nosotros, como una familia lo hemos vivido. Y no han dejado ningún momento de ataques, no ha habido ningún momento en donde cese el ataque; el ataque ha sido continuo, pero la fortaleza… una fortaleza que primero es el pueblo que ha acompañado en los momentos más difíciles. El presidente tuvo que llamar a Constituyente, querían quemar el país. Ellos creyeron que con la partida física del comandante Chávez les había llegado el momento, es “pan comido” como se dice en el argot popular, “listo, quedó Maduro, se fue el comandante, a estos los dividimos”.
Campañas de intrigas para la división del equipo, guerras de todo tipo y allí estuvimos siempre dando la pelea. Se equivocaron una vez más la derecha, la ultraderecha, se equivocó. Subestimó al pueblo como siempre lo subestimaron, pero después ellos estaba Chávez y decían “bueno Chávez es la fortaleza del pueblo y es el que mantiene al pueblo”, pero después subestimaron al pueblo creyendo que el pueblo se iba a diluir y subestimaron a Nicolás Maduro, al equipo político, al partido, a las fuerzas políticas, a los movimientos sociales. Ellos se creían los que se la saben todas y una tras una fueron recibiendo sus derrotas.
Patricia Villegas: Y en esa misma línea presidente es quizá la convocatoria a la Constituyente, el hito de esta historia, el primer momento así grande en que a usted le toca tomar decisiones difíciles, complejas; el escenario era de mucha violencia, había una perspectiva compleja para el país. ¿Es ese momento, es la Constituyente que da el giro a la situación?
Nicolás Maduro: Nosotros enfrentamos todos los intentos de golpe, todos los ataques económicos, comunicacionales, políticos, diplomáticos. Todos esos años, el año 13, 14 la primera guarimba que me lanzaron, brutal, despiadada, criminal; después vino el año 15 que los gringos nos declararon enemigos de los Estados Unidos, dicen que somos una amenaza inusual y extraordinaria, cosa que me lo negó Obama a mí personalmente, cara a cara, me dijo “esto fue un error que cometimos” pero ahí está. Yo le dije “tú le estás abriendo las puertas Obama a cualquier loco que venga después”, intenté, venirse contra Venezuela con ese decreto. 2015 perdimos la única elección de diez elecciones que hemos tenido en estos diez años, la única elección que perdimos la de la Asamblea Nacional, pero costó carísimo porque en el 2016 arrancó una conspiración, amenazas permanentes, que me destituían hoy, mañana, pasado mañana.
En el 2017 con la llegada de Donald Trump al poder arranca la línea extremista. Le dan la orden a la oposición, porque lamentablemente es una oposición apátrida vinculada carnalmente con el Departamento de Estado, que recibe órdenes de Estados Unidos y lanzan la guarimba destructiva del 2017. Ahí nosotros evaluamos todas las opciones y la opción que quedaba para que el país no lo condujeran a una guerra civil, a una invasión, a un desastre, la única opción que quedaba era apelar a la Constituyente, a la Constitución, y que fuera el pueblo con sus votos quien decidiera y así fue. La Constituyente fue un punto de inflexión fundamental contra el plan enemigo e inició lo que fue una contraofensiva que nos ha traído hasta los días actuales, una contraofensiva victoriosa en lo político, en lo diplomático, en lo electoral, muy victoriosa en lo electoral, y poco a poco una contraofensiva muy victoriosa en lo económico, en el resurgimiento de un nuevo modelo económico, que era uno de los grandes sueños de Chávez, un nuevo modelo económico que superara el viejo rentista, el viejo modelo dependiente petrolero y que permitiera que surgiera una economía autosustentable, una economía nueva que creciera más allá del petróleo, así que creo que ese punto de inflexión visto desde el horizonte y visto en el tiempo nos permitió posicionarnos para avanzar sobre los grandes objetivos que hemos cumplido en estos años de lucha.
Patricia Villegas: Esos diez años no han permitido ni siquiera tener un poquito de tiempo para secarse los ojos, para limpiarse las lágrimas. Han sido años extremadamente difíciles, complejos, complicados. Como ustedes han relatado y nos han contado, pero tratemos de hacer este ejercicio imaginario. Están diez años después de la proclama en este mismo salón frente al comandante Chávez, tienen la oportunidad de hablar con él. Ojalá uno pudiera hacer eso con toda la gente que ama y que se ha ido, ¿qué le dirían al comandante Chávez? ¿Qué ha significado para ustedes como familia la encomienda que él les dio?
Cilia Flores: Lo primero es que nosotros siempre sentimos a Chávez presente, en todo momento. Ciertamente desde el primer momento no dio chance ni de llorar porque hubo que emprender de una vez los procesos para cumplir con la Constitución. Como nosotros decíamos “dentro de la Constitución todo, fuera de la Constitución nada”. Eso es un legado de Chávez, la Constitución.
Si nosotros tuviéramos a Chávez aquí, que lo tenemos siempre presente en nuestros corazones, le diríamos bueno Chávez aquí estamos, aquí seguimos. Como Chávez lo dijo que se equivocan porque aquí hay mucho pueblo y aquí todavía hay patria Chávez, gracias a un proyecto de país, a un camino que él abrió.
Nosotros en una oportunidad nos encontramos con alguien muy espiritual que le decíamos que por qué Chávez tuvo que partir si no había culminado todavía lo que vino a hacer, y esa persona nos dijo Chávez si culminó lo que vino a hacer, él vino con la hoz, había una piedra que tapaba el camino, no había camino y él con esa hoz derrumbó el camino, partió el camino, abrió el camino y señaló el camino y ahora los que vienen atrás tienen un camino por donde transitar.
Le diríamos a Chávez que estamos transitando por tu camino, así que Chávez no araste en el mar.
Nicolás Maduro: Es el camino de Chávez nuestro camino y no nos hemos apartado ni un milímetro de él y siempre lo hemos tenido presente, siempre ha estado con nosotros, su pensamiento, su ejemplo, su recuerdo y no es por casualidad que la gente aún dice la consigna “Chávez vive y la patria sigue”. Si Chávez hubiera muerto no hubiera patria, y hay patria.
Patricia Villegas: En una época, altos funcionarios del Gobierno han relatado esto en distintas oportunidades, ustedes tenían un telefonito al cual el comandante Chávez los llamaba. ¿Extraña usted ese Nicolás… lo extraña presidente?
Nicolás Maduro: Yo lo siento todavía, pero es el telefonito del pueblo, el 1×10 del buen Gobierno es el telefonito del pueblo donde la gente pueda hacer su alerta, su crítica, pueda decir su angustia, sus problemas. Yo lo siento permanentemente porque precisamente quien ha llevado la carga no es Maduro, yo no he llevado ninguna carga, quien ha llevado la carga estos diez años es el pueblo y al pueblo le pertenecen las glorias y las victorias también.
Patricia Villegas: Para terminar, no quiero abusar del tiempo, yo me comprometí a que eran pocos minutos (…) Realmente presidente hace diez años usted no tenía ni siquiera una cuenta en Twitter, el fenómeno comunicacional era Chávez Candanga, ahora usted es un tiktokero y un analista de medios pudiéramos decir y este mensaje justamente no caduca como una historia de Instagram en 24 horas. ¿Cuál es la vigencia y la potencia del mensaje del 8 de diciembre del comandante Chávez hacia el futuro?
Nicolás Maduro: Chávez es un fenómeno histórico excepcional extraordinario. Como Chávez no va a haber dos, es un líder que vino a cambiarlo todo desde el primer día que lo vimos aquel 4 de febrero de 1992, era un hombre humilde, sencillo, muy firme, empeñado, estudioso, estratega, muy inteligente y sabía trabajar en equipo, nos educó en trabajo en equipo, nos educó en la dirección colectiva. A él lo acusaban que era un caudillo, lo más anticaudillista posible era Hugo Chávez, era un líder que sabía trabajar formando a la gente, creando consciencia, si no hubiera sido así, sencillamente lo que él hizo como calcularon algunos, lo que él hizo se hubiera derrumbado y no se derrumbó ni se va a derrumbar, porque él forjó al pueblo, al más humilde de los humildes lo forjó en una consciencia verdadera, real, no impuesta, no dogmática. Formó a un grupo de líderes, lideresas, para que siguiera todos este camino y así ha sido y así va a seguir siendo porque sencillamente Chávez es un método, una forma de ser para abordar los problemas del país, para construir hacia el futuro.
Ese mensaje que él deja es el resumen, la síntesis perfecta. Hay mensajes de mensajes, sin lugar a dudas los 50 segundos del 4 de febrero de 1992 abrieron el camino. Y el mensaje del 8 de diciembre de 2012 consolidó ese camino. Son dos mensajes claves en la vida política de un ser excepcional extraordinario. Como Chávez no va a haber dos, tú lo verás.
Patricia Villegas: Les agradezco de verdad su tiempo para compartir con nosotros este testimonio íntimo, personal, pero de altísimo nivel político, pero de impacto geopolítico. Y a ustedes muchas gracias por su compañía.
Fuente: https://www.telesurtv.net/news/dialogo-documental-como-luna-llena-20221208-0028.html