«Que no alejen a las masas de la revolución con el espectáculo de las querellas dogmáticas de sus predicadores. Que no empleen sus armas ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el orden social sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes (…) Pertenece a los espíritus mezquinos, sin horizontes y […]
(José Carlos Mariátegui)
I.- Si no se comprende a Mariategui, Trotsky y Gramsci, mejor no se hable de frente amplio revolucionario o de táctica de frente único:
Hace ya algunas semanas escribíamos un artículo reivindicando la táctica del frente único revolucionario (http://www.aporrea.org/ideologia/a91258.html), tal como fue planteada contra la reacción y el fascismo por dos grandes líderes revolucionarios: José Carlos Mariátegui y León Trotsky. El argumento básico de ambos era bastante simple, y a la vez incomprendido: acumular fuerzas desde las bases sociales y políticas revolucionarias, para contener el avance de la reacción y la contra-revolución. La tarea básica no es banal: salir del reflujo de masas, a partir de una amplia movilización de diferentes matices, corrientes y tendencias anticapitalistas y antiimperialistas de trabajadores y del pueblo, contra el plan reaccionario y fascista de acelerar una vía de desgaste, descontento y desencantamiento con la revolución.
Ante una situación semejante, Trotsky hizo un llamado al frente único de obreros comunistas y socialdemócratas ante la amenaza del crecimiento del nazi-fascismo. No hay que olvidar que el nazi-fascismo era un movimiento de masas de carácter reaccionario. Como han planteado los analistas del populismo de derecha anti-comunista, puede haber un movimiento de masas dominado ideológicamente por la burguesía y la pequeña burguesía reaccionaria, que hable de «pueblo» pero en clave anti-comunista. Y este es el mayor peligro que enfrenta una revolución en período de reflujo o estancamiento de la movilización de masas. Es decir, que la derecha logre implementar una adecuada política o «línea de masas», bajo el disfraz del populismo anti-comunista.
Pero las advertencias de Trotsky a los miembros de los Partidos Comunistas cayeron en saco roto. La clase trabajadora alemana fue dividida. La política estalinista del «social-fascismo» dividió y paralizo al poderoso movimiento obrero alemán, y permitió a Hitler llegar al poder en 1933. La derrota de la clase trabajadora alemana en 1933, como resultado de la negativa de asumir la táctica del frente único fue un auténtico punto de inflexión histórica, y demostró que la táctica estalinista del tercer período era un completo error.
II.- Confusiones y oportunismos a la Venezolana sobre el frente AMPLIO revolucionario:
Chávez ha construido un verdadero espantapájaros, advirtiendo que quien hable de Frente Amplio Revolucionario es un contra-revolucionario. Una simplificación que muestra de nuevo una reacción emocional, que tuvo como antecedente la descalificación y criminalización de aquella marcha de reivindicación del 27-F como memoria de lucha popular, por colectivos y movimientos sociales que pasaron a ser desde entonces agentes del imperio, de la CIA, de la contra-revolución (Rolan Denis, por ejemplo); sin detenerse al necesario análisis y diferenciación de conceptos teóricos, experiencias y trayectorias revolucionarias.
El mensaje a cualquier corriente o tendencia crítica en el proceso popular constituyente venezolano ha sido la misma: si no se subordinan a mí, al Líder-Comandante y no muestran lealtad incondicional, serán tratados como «contra-revolucionarios». Es lo que Mariátegui llamó una actitud de «egotismo sectario». No cabe duda que hay poderosos ingredientes personalistas en este tipo de reacciones. Más allá de lo que pueda pensar o sentir Chávez como líder revolucionario, debería revisitar las experiencias del bonapartismo progresivo. Gramsci sabía diferenciar entre cesarismo regresivo y su articulación fascista; y el cesarismo progresivo y su inserción en el flujo de la dialéctica entre revolución-restauración.
Léase bien, por cesarismo progresivo se comprende el papel de una «gran personalidad histórica» en un proceso de avance revolucionario, pero limitado por una situación de equilibrio inestable, e incluso catastrófico, entre grupos, sectores y clases. Dos elementos son necesarios en esta situación, la inexistencia o debilidad orgánica de estructuras partidarias de agregación, articulación y canalización de demandas e intereses (vacio político que es llenado por la «gran personalidad»); y el equilibrio de fuerzas entre clases, sectores y grupos; que puede demostrarse fácilmente apelando a los grandes números de las estadísticas electorales.
En las actuales circunstancias, Chávez encarna una situación cesarista, más allá que le guste o no la categorización gramsciana, a él o los más partidarios entusiastas del mito cesarista (como aquellos que llamaban, por ejemplo, a que Chávez designara a dedo todos los candidatos a la AN).
Y esto es así, porque la gran bomba de tiempo de la revolución bolivariana reside en la inexistencia de una política hegemónica democrática en la construcción del socialismo para el siglo XXI, que pase por desenredar el nudo crítico de las alianzas sociales y políticas del nuevo bloque histórico popular-bolivariano. Tratamiento adecuado de los colectivos y movimientos sociales, por una parte, más allá de gestionar el dialogo socialista a partir de su ubicación como actores secundarios de reparto; y tratamiento adecuado de las fuerzas políticas que acompañan el proceso popular constituyente, como el PCV, el PPT, diversas organizaciones revolucionarias, y otros partidos menores, como Tupamaros, o el más reciente NCR de Luis Tascón. Desde la experiencia del «polo patriótico» hasta la actualidad se han ensayado variadas formulas de agregación electoral, pero ninguna ha consolidado ni un frente estable de masas (para su formación, organización, movilización y lucha permanente), ni una estructura de conducción colectiva del proceso. Allí está el nudo crítico.
Obviamente, Chávez confunde variados fenómenos con signo ideológico disímil, en vez de discriminar adecuadamente la situación de disputa electoral entre factores políticos, como el PPT, el PCV, la corriente de Tascón (NCR) o Tupamaros, con la tentativa hegemónica del PSUV; además de los ingredientes del deslinde de Gobernador Falcón de la línea de radicalización política del PSUV (Es evidente que Henry Falcón está atrapado en su propia concepción socialdemócrata clásica, y en el enjambre de compromisos con la derecha regional y nacional que lo apoya), las deserciones del llamado «Frente Humanista» en la AN, la vieja disputa con el social-reformismo de PODEMOS, las fricciones con la corriente de Douglas Bravo y otros ex guerrilleros venezolanos, la pelea con la gente de Chirinos y la llamada UNI, así como la reciente aparición de declaraciones del grupo articulado a Luis Fuenmayor Toro, que plantean la posibilidad de un tercer polo de izquierda sin Chávez (desde nuestro punto de vista, otro error político más del baile de mascaras revolucionarias del fauna política venezolana). Revolver todo esto y sintetizarlo en la decretada desde ahora «mala palabra» de «frente amplio revolucionario» es un grave error.
Por nuestra parte, insistiremos, se requiere la unidad orgánica de fuerzas sociales y políticas favorables al proceso constituyente venezolano y a formas claramente definidas de socialismo radicalmente democrático, si se quiere evitar la derrota política en el año 2012. Llámese como se llame, seguiremos las experiencias de Uruguay y Bolivia, la seguiremos llamando Frente único de izquierdas revolucionarias, o la por ahora decretada mala palabra: Frente Amplio Revolucionario.
El presidente Chávez se refirió directamente a dos iniciativas políticas que cuestionan la posición de «partido hegemónico» del PSUV (a la usanza del PRI mexicano). Una de ellas proviene de partidos Nuevo Camino Revolucionario (NCR) y Patria Para Todos (PPT), quienes han propuesto conformar un «Frente Amplio Revolucionario». Puede leerse cierta dosis de oportunismo electoral en este tira y encoge entre fuerzas políticas que aspiran cargos en la AN. Pero hay un asunto de fondo: el tratamiento de las diferencias, desacuerdos y de las alianzas políticas (no solo electorales) se maneja a más viejo estilo de la irresponsabilidad revolucionaria que coloca mezquinas ambiciones de parcelas de poder, por sobre la delicada coyuntura internacional y nacional, que amenaza efectivamente la continuidad de la revolución bolivariana (Gramsci, por ejemplo, distinguía entre la pequeña política y la gran política). Desde Chávez hasta las direcciones políticas de todas estas «siglas» que apoyan la revolución, parecen ir a contravía de Maquiavelo y Ghandi (combinando realismo político con fuerza moral), y hacen la «política del chimpancé» (la política de marcar territorio con exhibiciones de fuerza).
Por otra parte, nada tiene que ver con la palabra «Frente Amplio Revolucionario», el manifiesto titulado «De Frente con Venezuela»( http://www.analitica.com/va/politica/documentos/4512104.asp), firmado por varios «ex funcionarios y académicos», documento que plantea la necesidad de una candidatura presidencial distinta de la de Chávez y de la que presente la oposición de derecha. Plantea el citado documento:
«(…) nos encontramos en una situación general similar que la del pasado, en materia de creación de una nación próspera y justa para los venezolanos. La ciudadanía objetiva para todos y la participación real están en contradicción con el autoritarismo presidencial, la centralización y concentración absoluta del poder en el Presidente, el ventajismo del gobierno-partido, las prácticas inconstitucionales de variado tipo, la corrupción e impunidad, el terrorismo judicial y la presencia en todo el territorio de grupos armados incontrolados, entre otras características que tememos estructurales del régimen actual. Una evidencia de la excesiva concentración y centralización de poder, que entraba la descentralización y limita la autonomía e independencia en el impulso y construcción del poder popular, ha sido la promulgación de la Ley del Consejo Federal de Gobierno, cuya finalidad real es concentrar más el poder en el Presidente y la burocracia.»
«Adicionalmente, el país está políticamente entrampado en una situación polarizada artificialmente por un acuerdo colusorio entre el Gobierno y la oposición tradicional, quienes realmente comparten intereses estratégicos contrarios a la nación venezolana, como el mantenimiento del modelo de explotación petrolera de venta de combustible fósil, utilizado sin interrupción desde hace 90 años; el apoyo a la creación inconstitucional de empresas mixtas de explotación de crudo, las ventas petroleras a futuro, la cesión de activos petroleros nacionales a compañías extranjeras y su uso como garantía de préstamos, la contratación en el exterior de grandes obras de infraestructura en detrimento de la ingeniería nacional, la Ley Orgánica de Procesos Electorales, que cambia la proporcionalidad constitucional por la sobre representación de la mayor minoría; la ausencia de inmunidad jurisdiccional del Estado en la resolución de controversias, la agresión a sindicatos y líderes populares y el grosero enriquecimiento del sector financiero.»
«Ni el capitalismo monopolista de Estado impulsado por el Gobierno, que reproduce y multiplica el poder omnímodo de la burocracia estatal contra los trabajadores, en nombre de una falsa propiedad de los obreros y de la nación de los medios de producción, ni el capitalismo con base en el libre mercado constituyen paradigmas que permitan superar los graves problemas que afectan a la sociedad venezolana. El fracaso de los estados de dictadura burocrática y el no menos ominoso fracaso del capitalismo de libre mercado no son soluciones viables a la profunda crisis que afecta a nuestro país.»
«Frente a esta situación, comienza a formarse un nuevo sector político diferente de los dos existentes, distante de la oposición y que se distancia del Gobierno, que no significa una expresión intermedia entre ambos, sino que tiene como meta un modelo de país distinto de los que están en el debate actual: Ni Panamá o Puerto Rico, países sin soberanía ninguna, en el caso de la oposición, ni Cuba, país de capitalismo burocrático de Estado con logros en algunos campos, pero con graves deficiencias productivas y de diversidad política.»
«Se debe eliminar la amenaza como herramienta ordinaria de gobierno e instaurar la práctica de gobernar más y hablar menos. Es prioritaria la instrumentación de un programa de gobierno de «salvación nacional», que se caracterice por una dirección democrática y colectiva de la política y un programa de independencia real frente a coloniajes, imperios y trasnacionales, más allá de la simple retórica.»
«Los polos políticos actuantes no han asumido un discurso y una práctica, que tenga al país y a todos sus habitantes como objetivos supremos: una propuesta donde quepan y puedan actuar protagónicamente todos aquéllos que quieren construir una gran nación. Ninguno de los polos que se disputan el control de la dirección política está a la altura de este reto, pues ambos están interesados sólo en aniquilar políticamente a su contrario. Todos estamos inmersos en esa lucha y su agudización pone en peligro la paz en Venezuela. El gobierno, contrario a toda lógica, desprecia a sus aliados y a quienes hagan críticas razonables. Los estigmatiza como traidores y contrarrevolucionarios. Lamentablemente, ese irrespeto contra quien opine distinto no va a cambiar, sino a agudizarse en la lucha por conquistar la mayoría de los diputados de la Asamblea Nacional. Su definitiva conformación determinará el rumbo de la política en el futuro inmediato y las condiciones de lucha por la sucesión presidencial en 2012.»
«(…) proponemos al pueblo venezolano la participación en las elecciones presidenciales con una candidatura propia, distinta de Chávez y de la que presente la oposición, capaz de unificar a los venezolanos patriotas, que están o han estado dentro del gobierno, con grupos y personas igualmente patrióticos, quienes fueron empujados, por la gestión gubernamental actual a respaldar a las fuerzas opositoras existentes. Se trata de construir una república contemporánea, reto muy a propósito en este momento cuando nuestra Patria se apresta a conmemorar el bicentenario de su nacimiento como república.
Que nadie se deje chantajear con la acusación de ser traidores y de haber abandonado viejas posiciones. Los traidores están en otras partes y los fracasados, de ayer y de hoy, también. (Camilo Arcaya, Josefina Baldó, Elizaine Calatrava Armas, Franklin Fuenmayor, Luis Fuenmayor Toro, Marcos Gómez, Alirio Martínez, Salvador Navarrete, Oscar Noya, Sergio Otero, Luis Carlos Silva, Fermín Toro Jiménez, Rubén Vargas, Federico Villanueva, César Villarroel, siguen más firmas.)
Desde noviembre del año 2009, podríamos enumerar una serie de síntomas críticos: 1) diversas declaraciones de PCV, PPT y otras organizaciones con menor peso electoral sobre el asunto de las alianzas políticas; 2) Documento del PPT llamando a retomar el espíritu constituyente; 3) Carta que ningún alto funcionario del Gobierno ni Chávez comentaron sobre Roy Charderton, luego de la crisis de la banca articulada a la llamada «boli-burguesía» (no hay que tenerle miedo al cuero, aunque el tigre ande suelto); 4) El impasse Falcón, 5) este falso espanta-pájaros contra-revolucionario llamado «frente amplio revolucionario». Hay que leer los síntomas, pues no toda fiebre es infección.
Lo fundamental es no hacerse el loco. Chávez ignora que existen sectores de izquierda que son críticos hacia su gobierno, y entre estos a quienes lo apoyan y quienes lo adversan. Al parecer, una lectura apresurada podría indicar que Chávez considera indeseable una línea de apoyo crítico a su gobierno. Si es así, el egotismo sectario podría llevarlo a graves errores, como en la gestión del proyecto de reforma constitucional.
Chávez dijo: «Todos esos son contrarrevolucionarios… Por aquí van los tiros de esos grupos que se están anunciando, que están anunciando que hay que buscar una alternativa a la dictadura del PSUV…», dijo el presidente, aludiendo al diputado Luis Tascón y su propuesta de un «Frente Amplio Revolucionario».
3.- LO QUE NO ES UN FRENTE AMPLIO REVOLUCIONARIO:
Si una propuesta para la acumulación de fuerzas genera más fricciones, desencuentros y conflictos, obviamente, no hay condiciones subjetivas para reconocer el problema de fondo: una errada política de alianzas en síntoma de la ausencia de capacidad de prácticas hegemónicas democráticas en el seno de la dirección del proceso revolucionario. Un Socialismo manejado con criterios cuartelarios o sectarios, sería un contrasentido histórico y teórico. La irreverencia del debate es decir no la «verdad objetiva» de unos iluminados, no se sabe porque dogma cientificista, sino poner las perspectivas ético-políticas en disputa sobre la mesa. Esto requiere madurez, no infantilismo político o irresponsabilidad ante la amenaza real de la derecha internacional o nacional.
Sin la conducción de Chávez, no hay posibilidad de estructurar una amplia unidad de fuerzas sociales y políticas de la izquierda revolucionaria en Venezuela. Sin embargo, es insuficiente apostar exclusivamente al liderazgo unipersonal de Chávez en todos los asuntos y de todos los detalles de la revolución. Se requiere una estructura de conducción colectiva de la revolución, le duela o no a los diferentes «egos» que se mueven con base a la pasión o ambición política. Sobre todo, de la segunda línea de dirección política, luego de Chávez. Allí reside el verdadero obstáculo político para desentrañar el nudo crítico. Allí se pelean todos por ser metafóricamente ungidos por la venía favorable del liderazgo de Chávez. Esta es una verdad lamentable, patética, que caracteriza la sombra del cesarismo progresivo en la revolución bolivariana. Yo los llamo, la ambición de convertirse en parte de los segundones y segundonas. Es decir, medrar el círculo inmediato de poder de Chávez.
Pero lo fundamental del proceso revolucionario no está allí (allí hay canales de privilegio, prebendas y manejo de recursos de poder), sino en otro lugar: está en el momento del protagonismo del pueblo. Allí se decide el verdadero destino de la revolución, abajo, muy abajo, dentro de cada barrio, caserío, fábrica, escuela, calle, esquina, organización de base comunitaria, consejo comunal, colectivo de lucha popular, movimiento social, cuartel, sindicato, comité de tierra, mesa técnica de agua, comunidad indígena, o medio de comunicación comunitario. Se trata del socialismo desde abajo, no de las prebendas, cargos o privilegios. Esa es la voz que hay que escuchar.
De allí, la importancia del Frente Amplio, Social y Político para avanzar en la transición al socialismo. Más allá de las diferencias, de los matices de clase y de doctrina, hay que amalgamar a todas aquellas fuerzas sociales y políticas, a todas las bases populares que se reclaman de ideas socialistas, democráticas, descolonizadoras y revolucionarias. El Frente Amplio es una articulación social y política bajo un programa de acción inmediata, ya sean la defensa de las conquistas de la revolución, para conjurar la agresión imperial, o para avanzar con rectificaciones profundas y con ritmos compartidos en las tareas de la construcción del socialismo desde abajo, desde la izquierda, para la revolución. Cerrando filas desde abajo y por abajo. No solo para apoyar al Chávez democrático, revolucionario y popular (quien puede decir que hay un sólo Chávez en estos 10 años), sino para apalancar la construcción del poder popular protagónico. Allí se juega la revolución, no en curules, prebendas o privilegios. No se juega en egos personales, sino en la multitud popular. Allí es que dejamos de ser capitalistas, para devenir experiencia de lo común. ¿Y que otra cosa es el socialismo?
Unidad necesaria bajo un programa mínimo común para la coyuntura. ¿Será posible? Pues sin Democracia Socialista, el tiempo histórico favorece a la Barbarie.
¡Sin pueblo revolucionario no hay socialismo!