A pesar de los constantes intentos de mostrar un proyecto político basado en la «unificación de fuerzas» y «alianza estratégica», la derecha venezolana reflejó, en cada proceso electoral desarrollado en 2010, una profunda división y una guerra marcada por intereses particulares. Las confrontaciones entre los partidos contrarrevolucionarios comenzaron a florecer con los comicios parlamentarios del […]
A pesar de los constantes intentos de mostrar un proyecto político basado en la «unificación de fuerzas» y «alianza estratégica», la derecha venezolana reflejó, en cada proceso electoral desarrollado en 2010, una profunda división y una guerra marcada por intereses particulares.
Las confrontaciones entre los partidos contrarrevolucionarios comenzaron a florecer con los comicios parlamentarios del 26 de septiembre, cuando la escogencia de los candidatos a ocupar un curul en la Asamblea Nacional (AN), se convirtió en una «novela» con un significativo número de episodios y diversos protagonistas.
Los casos más significativos fueron la selección de los aspirantes a diputados en los estados Miranda y Carabobo, pues el nivel de conflicto impidió que se estableciera, oportunamente, el método de selección de los postulados.
Entre ellos se encuentra el enfrentamiento que sostuvieron abiertamente Yon Goicochea, miembro de Primero Justicia (PJ), y Alfonso Marquina, derechista de Un Nuevo Tiempo (UNT), debido a la decisión arbitraria, por parte de la autodenominada «mesa de la unidad democrática» (MUD), de quitarle el apoyo al ex estudiante y en su lugar respaldar al miembro de UNT.
Ante tal hecho, Goicochea denunció a PJ por desconocer su «liderazgo» regional en el Circuito 1 de Miranda (Guaicaipuro- Carrizal-Los Salias).
Distinto no fue el caso en el estado Carabobo, donde el partido Podemos declinó su participación en las elecciones primarias de este sector y denunció a Proyecto Venezuela de mantener intereses divisionistas, con el fin de imponer a sus candidatos.
Posteriormente, llegado el mes de diciembre, para las elecciones de 11 alcaldías y 2 gobernaciones el panorama no se mostró distinto, siendo uno los casos más significativos los dimes y diretes entre Patria Para Todos (PPT) y los partidos que conforman la MUD.
Para ese entonces, y una vez celebrados estos comicios, el secretario general del PPT en el estado Trujillo, Gerardo Viloria, responsabilizó a AD por la derrota de la «fuerza» opositora en Guárico, entre otros casos.
En el estado Zulia, la situación también sufrió niveles de tensión entre las toldas PJ y UNT producto a los enfrentamientos encabezados por sus integrantes Evelyn Trejo de Rosales, esposa del prófugo Manuel Rosales, y Tomás Guanipa, respectivamente.
Guanipa se negaba ceder candidatura a Trejo de Rosales para la alcaldía de Maracaibo, y en medio de la controversia la acusó de emprender una campaña «sucia» en su contra.
Lucha de intereses personales
Pese a que la MUD nació con el supuesto propósito de establecerse como una fuerza unitaria de oposición al Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), para «garantizar» el derecho a la pluralidad política, sus acciones fueron contrarias a sus «principios», traicionando varios de los acuerdos pactados.
Los desencuentros marcaron y continúan marcando cada proceder de la MUD, principalmente entre los partidos tradicionales como Acción Democrática (AD) y Copei, y las «nuevas tendencias» como Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo.
«Existe una permanente tensión entre lo que sería la vieja clase tradicional política representada por AD y Copei, y la otra tendencia encarnada por Carlos Ocariz y Capriles Radonski, militantes de Primero Justicia, partido mucho más hábil e inteligente discursivamente (que los tradicionales)», apuntó el analista político, Reinaldo Iturriza.
Durante una entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), el analista destacó que el proceso de recomposición de la clase política opositora está expresada en cada coyuntura electoral.
«En estas circunstancias (elecciones) es que estas diferencias afloran, entre comillas, porque no siempre fueron ni son visibles. Aunque hay algunas situaciones inevitables de ocultar como por ejemplo la división interna de Copei», señaló Iturriza.
En este sentido, subrayó que aunque los medios de comunicación privados, contrarios al gobierno del presidente Hugo Chávez, han intentado tapar estos conflictos, la falta de consenso y lucha de poder entre las cúpulas de derecha ha sido evidente.
«Hay un esfuerzo bastante grande de los medios de oposición, que hablan de libertad de expresión pero que, en este caso, tienen una tendencia natural a auto censurar todo lo que tenga que ver con toda la diferencia entre los partidos de derecha», explicó.
Tendencias con un sólo propósito
Reinaldo Iturriza indicó que la alianza entre las tendencias contrarias al proceso revolucionario responden a un sólo fin, «salir del presidente (Hugo) Chávez», sea por la vía antidemocrática o electoral.
«Hay alianzas que se establecen de manera coyuntural y que son a largo plazo, y por supuesto siempre está ese residuo que es el más antidemocrático y de carácter fascista que, incluso, plantea no participar en elecciones», agregó.
Iturriza reseñó que para el año 2005, y con las elecciones a la Asamblea Nacional para el período 2005-2010, estos sectores experimentaron un extraño proceso de implosión y se retiraron de tales comicios alegando falta de transparencia del órgano rector, el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Tal decisión fue considerada como «un suicidio en masa» y se sumaría a las otras conductas antidemocráticas como lo fueron, el intento de golpe en abril de 2002, el cierre de la industria petrolera de 2002-2003 y el llamado a referendo revocatorio en 2004.
«Ellos (partidos de oposición) han cometido muchos errores, por lo que ahora, en especial las toldas de nueva tendencia, han adoptado un discurso que trata de conectarse más con los valores socialistas y populares (que proyecta el Gobierno Bolivariano)», comentó Iturriza.
El analista concluyó que entre los partidos políticos de derecha es fundamental proyectar el discurso de la unidad y afianzar la percepción de que son fuerzas, plurales y diversas, que actúan unidas, por lo que nunca aceptarán sus diferencias.
«Este intento de mostrarse unidos hace que muchos de sus conflictos internos no aparezcan más abiertamente, pero si hay indicios (…). Digamos que la alianza con los partidos tradicionales (AD y Copei) es necesaria, pero éstos tienen temor y malestar porque hay una nueva tendencia (Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular) que está reclamando el protagonismo que la vieja política no termina de conceder «, puntualizó Iturriza.