Recomiendo:
0

Disuelven el Congreso japonés por rechazar proyecto privatizador

Fuentes: La Jornada

Buscaba poner en manos privadas los servicios del correo, que funciona como institución financiera

El primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, decidió este lunes disolver el Congreso y convocar a elecciones anticipadas para el mes de septiembre, después de que el Senado rechazó un proyecto de privatización de los servicios del correo, una entidad que además es la principal caja de ahorro del país.

El proyecto de ley fue rechazado ampliamente por el Senado, por 125 votos contra 108.

«Es lamentable que los proyectos de ley hayan sido rechazados por el parlamento. Pero quiero escuchar claramente la voz del pueblo. Por eso he decidido disolver la Cámara de Representantes», explicó el premier japonés.

Koizumi no había ocultado su decisión de disolver la Cámara de Representantes y convocar a elecciones legislativas anticipadas si el Senado no aprobaba su proyecto. Además, prometió dimitir si su partido, el Liberal Democrático (PLD), que dirige desde 2001, y su aliado gubernamental el Partido Komeito (neobudista), no obtenían la mayoría absoluta en eventuales comicios.

Koizumi estima que la privatización del correo es fundamental dentro de su programa de reformas económicas estructurales. En su opinión, el servicio de correos simboliza la corrupción clientelar que creció bajo los sucesivos gobiernos del PLD.

Considerada como la mayor institución financiera del mundo, Correos gestiona casi 3.1 billones de dólares de ahorros y seguros de vida, masivamente invertidos en bonos del tesoro, lo que permite al Estado japonés financiar tranquilamente su inmenso déficit.

Alrededor de una cuarta parte de todos los ahorros privados son administrados por el Banco Postal japonés. En el pasado, esos ingresos muchas veces fueron invertidos en proyectos de construcción dudosos y en empresas públicas deficientes.

Koizumi esperaba que la privatización de Correos le permitiría reorientar una parte de estas enormes cantidades de dinero al sector privado, para fomentar la inversión e incitar a gobiernos futuros a observar una mayor disciplina financiera.

Para los analistas, el fracaso del proyecto envía una señal negativa a los inversionistas en cuanto a la posibilidad de que se lleven a cabo reformas profundas en el sistema económico japonés.

El rechazo del texto por la presión del lobby que representan los 270 mil carteros y sus familias «tendrá efectos negativos a largo plazo en la economía de Japón», vaticinó Yoshimasa Maruyama, economista del banco BNP Paribas.

Según él, la derrota de Koizumi pone en duda la voluntad de Japón de hacer frente a la ineficacia de su sector público, y «podría hacer caer el flujo de capitales extranjeros a Japón».

El dirigente patronal, Hiroshi Okuda, está preocupado por la crisis política en un «momento crucial para Japón que hace frente a numerosos desafíos en materia de política interna y de diplomacia, mientras que la economía está en vías de recuperación».

Apenas en febrero, el producto interno bruto de Japón se contrajo los tres últimos trimestres de 2004, lo que significó técnicamente la entrada en una fase de recesión.

Numerosos economistas, que dudaban de la eficacia real de la privatización de Correos, minimizaron el alcance del fracaso de la reforma.

La idea de Koizumi, según la cual esa entidad privatizada invertiría masivamente en el sector privado, en vez de tapar los agujeros en las cajas del Estado, había sido recibida con reservas.

«Correos no iba a transformarse de la noche a la mañana en inversor a riesgo», estimó Noriko Hama, profesora de la Universidad de Doshisha.

«Incluso un cambio de Correos en la forma de invertir sus fondos supondría una gran competencia con los bancos privados actuales. Al final, el sector privado se vería probablemente apartado de los negocios más lucrativos y debería limitarse a los bonos del tesoro. Por ello es probable que nada hubiera cambiado», aseguró Hama.

La privatización de Correos es una medida a la que se opone, según el último sondeo, 72 por ciento de los japoneses, ya que temen que se traduzca en una degradación de la calidad del servicio postal, al que están muy apegados.

Más notas de la sección de Economía