Estamos celebrando los cien años de vida de Pablo González Casanova, un universitario ejemplar del que nos sentimos orgullosos.
Figura sobresaliente en el campo de las ideas de México y Latinoamérica, ha defendido el pensamiento crítico como un instrumento para comprender la realidad y sobre todo para construir un mundo mejor. De ahí que su pensamiento este ligado a los pueblos, a la clase trabajadora, a los “condenados de la tierra” y su horizonte sea el de la libertad, la democracia y el socialismo.
Su trayectoria muestra una brillantez reflexiva, un sentido crítico sin concesiones y una postura congruente y firme del lado de los oprimidos. Es por ello que es un ejemplo tanto intelectual como ético. Conocer su obra, legado para las nuevas generaciones, es adentrarse a los grandes problemas de nuestro tiempo. El más apremiante es la catástrofe ecológica inminente que pone en riesgo la vida de nuestra especie, de ahí que reflexione a la ciencia como una tarea que lucha por la vida.
Su pensamiento se encuentra en más de 24 libros, en múltiples artículos, conferencias y coordinador de investigaciones. Sobre sale entre sus trabajos “La democracia en México” en el que desentraña el carácter del régimen posrevolucionario mostrando sus deudas con la democracia y con la justicia social. En “Sociología de la explotación” desarrolla el concepto de “colonialismo interno” aporte fundamental para entender la opresión que sufren los pueblos indígenas en México. En su libro “La universidad necesaria en el siglo XXI” plantea el proyecto de una educación democrática, para todos, un país universidad. En su último libro “Las nuevas ciencias y las humanidades” analiza los avances científicos y tecnológicos pensando en su utilidad para pensar y construir una alternativa al capitalismo dominante.
Como rector de la UNAM impulsó la democratización de la universidad a partir de la Universidad Abierta y de los Colegios de Ciencias y Humanidades (los CChs). Estas instituciones siguen siendo oportunidades para miles de jóvenes y mantienen el espíritu crítico de su fundación. A la par ha coordinado y dirigido múltiples proyectos y centros de investigación, enfocado a la construcción de un conocimiento útil a la sociedad.
Pablo González Casanova mantiene el espíritu de un joven, sigue aprendiendo, escuchando y siendo crítico ante el mundo y ante las certezas propias. Es un joven de 100 años al que con cariño y admiración le llamamos Don Pablo. Hace unos años le preguntaron su “receta” para mantenerse tan longevo y tan fuerte, a lo que contesto “luchar y amar”. Hagámosle caso.
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