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Carta abierta a la juventud chavista y a quien pueda interesar

¿Dónde está la Revolución Bolivariana?

Fuentes: Rebelión

Un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud. Simón Bolívar, Discurso de Angostura (1819) Tras la muerte del presidente Hugo Chávez, Venezuela vive tiempos raros, en donde la incertidumbre silba al ritmo de la […]


Un pueblo pervertido si alcanza su libertad,

muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán

en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud.

Simón Bolívar, Discurso de Angostura (1819)

Tras la muerte del presidente Hugo Chávez, Venezuela vive tiempos raros, en donde la incertidumbre silba al ritmo de la reacción. En la atmosfera social se respira un leve aroma a desgaste y el silencio luctuoso tras el 5 de marzo ha dado paso a un coro pesimista y dejado que hoy proclama el fin de la Revolución.

El estrecho resultado electoral del 14-A fue el primer síntoma de un pueblo que empezó a dudar del papel impostergable que nos había correspondido de la mano de Chávez, al encabezar la batalla de los pueblos Latinoamericanos por la independencia, la justicia y la igualdad; por la dignidad bolivariana latente en cada generación gran-colombiana; por la reivindicación política de las multitudes marginadas y el grito desesperado de una humanidad hoy amenazada.

El panorama nacional es calco y copia de episodios históricos bien conocidos, el Chile de Allende entre 1970-73 o la Venezuela de Chávez en el año 2002, cuyas circunstancias son sistemáticamente patrocinadas por parte de la perversidad reaccionaria; por el maldito empeño aquel de mantener un régimen social para el que no somos más que números de su estadística, mercancía que produce mercancía, necesidades que sostienen el consumo y la producción de la basura sólida y espiritual que convulsiona nuestro planeta; en palabras de Walter Martínez, de «nuestra querida, contaminada y ÚNICA nave espacial».

El desabastecimiento de productos básicos es punto cardinal de la formula reaccionaria. A ella se suma la corrupción, es decir, el anhelo inagotable, y por tanto inescrupuloso, de dinero, cuya actividad parece intensificarse y escapar de las manos del Estado venezolano. Los «raspa ollas de aquí y de allá», como titula en un artículo el sociólogo Javier Biardeau (fechado para el 25/06/2013: http://www.aporrea.org/ideologia/a168717.html), son brazos inconscientes pero obstinados de la reacción. Entendida ésta como la contingencia heterogénea del orden hegemónico contra la Revolución, cuyas diversas expresiones pueden estar dotadas de intencionalidad (planes de magnicidios, campaña mass-mediática, planes conspirativos, etc…) o carentes de todo trasfondo ideológico (la corrupción, la inseguridad, la negligencia estatal, etc…).

Estos últimos no son más que productos sociales históricamente determinados por la actuación clasista de la élite burguesa, cuyo poder político y económico ostentó -y, en cierto modo, ostenta- en toda la época precedente en función, naturalmente, de sus intereses y no de los del conjunto social. (Incluyendo la inmediata, denominada por el presidente ecuatoriano Rafael Correa como «la larga noche neoliberal», la cual dejó a su paso miseria, caos y una deuda histórica casi impagable).

Hasta este momento no he dicho más que perogrulladas. Y en adelante no prometo mucho más. Refrescar a veces es necesario, pero yo no quiero refrescar nada. El misterioso funcionamiento de la memoria desborda cualquier intensión persuasiva. Justifiquemos con Bolívar que «hay sentimientos que no se pueden contener en el pecho de un amante de la Patria; ellos rebosan agitados por su propia violencia, y a pesar del mismo que los abriga, una fuerza imperiosa los comunica».

Los jóvenes que hemos empapado nuestro espíritu en el ímpetu rebelde de lo que comenzó cual avalancha a finales del siglo XX en Venezuela, hemos sentido la exaltación del alma en cada nueva conquista, en cada triunfo de la vida y derrota de la amargura, en cada manifestación infranqueable de dignidad que ha estremecido el mundo entero. He aquí una evidencia irrefutable de que algo comenzó en el 98, un quiebre, un grito desde lo más profundo del pecho, preñado de miseria y arrechera, diciendo ¡ya basta! Fue una Revolución que hizo parir a la Patria de Alí Primera.

Hoy nos preguntamos dónde está la Revolución, dónde está la Patria, consideramos la posibilidad de que se allá esfumado porque «Chávez no está». Pero olvidamos algo esencial de toda Revolución, de lo que la Revolución Bolivariana no se exime de ninguna manera. Y es que la Revolución la hace, como en efecto la ha hecho en Venezuela, el pueblo; esa multitud diversa en singularidades que comparte sin embargo la misma historia y por tanto la misma opresión, que anhelamos la vida plena que nos niega una sociedad estratificada y apolítica.

Hugo Chávez no trasciende lo humano. Se trata de un hombre que conoció la plenitud. Lo de Chávez fue pura y notable humanidad que nunca desbordó a su pueblo. Su liderazgo fue necesario tanto como el canto de Alí, como la poesía patriota de Rómulo Gallegos, la agudeza de Zamora, el heroísmo de Bolívar, et… pero sobre todo, tan importante como el arrojo, la bravura y la dignidad de los venezolanos en cada episodio de la historia, pero al que ahora le tocó con la fuerza endemoniada de un león devorar todo lo existente para construir una realidad mejor, una definitivamente diferente.

¿Qué si tenemos Patria? Claro que la tenemos, la hemos despertado junto a Chávez y hoy late en el corazón de la mayoría de los venezolanos. Y la intensión desesperada de estas líneas, engendradas por un alma irremediablemente chavista, es evidencia de ello: pues hay muchos como yo, tantos como para vencer cualquier imperio, empilados tras la puerta que nos conduce a la batalla convocada por la historia; al reencuentro que devenga realización humana.

La Patria que nos cobija hoy ha sido posible gracias a nosotros, y seguirá siendo posible por y para nosotros. Ella trasciende el malicioso desabastecimiento de los mercados, los inexplicables paros universitarios, el culto a la mentira que practican los medios, la negligencia y el despotismo del Estado. La virtud que nos reclama la Revolución Bolivariana hoy consiste en reconocer el carácter exógeno pero también endógeno de la reacción. El chavismo tiene el reto de la lucidez y del desprendimiento ante cualquier prejuicio, para despejar el rumbo y políticamente protagonizar cada día más nuestra democracia.

Antes de preguntarnos dónde está la Revolución Bolivariana, preguntémonos dónde está el chavismo que la ha hecho posible, del cual depende absolutamente, y que decide por encima del gabinete ejecutivo del Estado la permanencia o no de la Revolución; la esperanza o no de América Latina; la matriz de un cambio que trascienda incluso las fronteras de Nuestramericana, y que vislumbre la posibilidad humana de vivir en plenitud, en una palabra: de convivir.

Respondamos entonces sin rubor que la Revolución está, como de hecho siempre ha estado, en nuestras manos. Que no es tiempo de recular, y que la lucha por la libertad no puede menguar nunca más.

Si no sirve mi canción pa que se encienda tu alma,

quema entonces mi guitarra pero que crezca la llama.

Alí Primera

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.