El mismo PP que decidió apoyar la Ley Sinde en contra de la opinión de muchos de sus militantes, se ve ahora en el punto de mira de Sony por utilizar una canción de Lady Gaga con fines electorales (el vídeo original ya no existe, pero sigue colgado en otras cuentas de YouTube de momento). No me gusta decir «se lo dije», pero […]
El mismo PP que decidió apoyar la Ley Sinde en contra de la opinión de muchos de sus militantes, se ve ahora en el punto de mira de Sony por utilizar una canción de Lady Gaga con fines electorales (el vídeo original ya no existe, pero sigue colgado en otras cuentas de YouTube de momento). No me gusta decir «se lo dije», pero se lo dije. Ver al cazador atrapado en su propia trampa deleitará a muchos, regocijados por la justicia poética del asunto. A mí personalmente me entristece, y sólo me alegraré si aprenden la lección: la letra con sangre entra.
El movimiento por la cultura libre lleva muchos años reivindicando los usos sociales de la propiedad intelectual, y la necesidad de un justo equilibrio entre derecho de autor y derecho a la cultura, dos derechos humanos al mismo nivel que delimitan el mapa jurídico del conflicto. PP y PSOE, con la complicidad de CiU en lo que se refiere a la Ley Sinde, han hecho oídos sordos al clamor social, esquivando la única solución posible: abrir el melón de una reforma integral de nuestra Ley de Propiedad Intelectual.
No faltaron ayer cibermilitantes del PSOE para reírse de la paja alejandrina en el ojo del PP, sin contemplar sus propias vigas. No hará ni tres semanas que el PSOE de Extremadura presentaba un tráiler de su superhéroe autonómico con aspiraciones monclovitas, Mr. Guille. Un tráiler en el que se utilizaba -lícitamente, a mi juicio- la imagen de personajes de Marvel para situar la dimensión planetaria del asunto: Fernández Vara codeándose con el Capitán América es lo más de lo más, tras la confluencia intergaláctica de Obama y Zapatero.
Alejandro no sólo pertenece a Lady Gaga y a su discográfica: por muy cutre que sea el original o la parodia, tararear una canción otorga derechos a la sociedad que la soporta en sus listas de éxitos. Los autores producen la cultura, pero es el público el que la integra en el acervo cultural de la comunidad. Y precisamente por ello hay que garantizar, como riqueza social, las excepciones al derecho de autor que representan el derecho de cita, el derecho a la parodia, o el derecho a la copia privada.
Reivindico también desde aquí el cameo del Capitán América en las aventuras celtibéricas del Bellotari, como en su día defendí el derecho a parodiar El Hundimiento. Que se hunda la industria discográfica como un Titanic o como un Prestige: lo que no debe hundirse es la cultura. Hoy más que nunca es necesario un compromiso social entre los autores y su público, venciendo el rígido dogmatismo de los fanáticos del copyright.
Si PP y PSOE no aprenden la lección, habrá que enseñársela en las urnas.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/jaqueperpertuo/2011/04/06/donde-las-dan-las-toman.html