Ante la voraz demanda interna de energía, China agregó a Brasil entre sus principales socios petroleros, provocando una expansión vertiginosa de sus empresas en este país sudamericano, que es vista por unos como un factor de dinamismo y por otros como un riesgo para el autoabastecimiento futuro. China fue el gran inversionista petrolero de los […]
Ante la voraz demanda interna de energía, China agregó a Brasil entre sus principales socios petroleros, provocando una expansión vertiginosa de sus empresas en este país sudamericano, que es vista por unos como un factor de dinamismo y por otros como un riesgo para el autoabastecimiento futuro.
China fue el gran inversionista petrolero de los últimos tres años en Brasil a través de las firmas China Petrochemical Corporation (Sinopec) y Sinochem Corporation (Sinochem), señaló a IPS el experto Adriano Pires.
En ese periodo, invirtió unos 15.000 millones de dólares, especialmente en la compra de activos de empresas que ya operan en Brasil en áreas de exploración y producción de petróleo en el subsuelo marino, donde este país tiene la mayor parte de sus reservas.
«Es una estrategia de China para hacerse de reservas petroleras que garanticen su abastecimiento», explicó Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE). Lo mismo está haciendo en otros países latinoamericanos, como Argentina y Venezuela, y en otras regiones, como África, agregó.
La Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones informó que China tiene la intención de aumentar en 60 por ciento sus reservas estratégicas de petróleo sin importar el lugar del mundo en que se encuentren.
En Brasil, la apuesta en la materia comenzó en 2010 con la compra por parte de Sinochem de 40 por ciento de las acciones de la empresa noruega Statoil en el campo oceánico Peregrino, en Santos, según el CBIE. La operación fue por 3.100 millones de dólares.
El mismo año, Sinopec invirtió 7.100 millones de dólares para hacerse del 40 por ciento de la filial brasileña del consorcio transnacional de origen español Repsol.
En tanto, en marzo pasado adquirió por 4.800 millones de dólares el 30 por ciento del capital accionario de Petrogal Brasil, el capítulo local de esta empresa portuguesa, que es responsable de las actividades de exploración y producción de petróleo de la Galp Energia.
Capitales chinos se asociaron además a la empresa Petrobras, controlada por el Estado brasileño, en los estados de Pará y Maranhao, y al consorcio anglo-francés Perezco en la cuenca de Espiritu Santos.
Pires añadió que las firmas chinas también tienen interés en comprar acciones de OGX, una compañía petrolera del millonario brasileño Eike Batista, quien ya tiene negocios importantes con ellas en minería y siderurgia.
«Brasil es una fuente de ese recurso estratégico para que China tenga un crecimiento sostenible, pero también el mercado brasileño nos interesa mucho», resumió en declaraciones a medios de comunicación locales el director de la Cámara Brasil-China de Desarrollo Económico, Tang Wei.
Un interés que, según Pires, tiene que ver con la necesidad cada vez mayor de China de cubrir el aumento de su consumo de combustible, entre otros motivos para abastecer los automóviles de su creciente clase media.
El experto recordó que el gigante asiático, con 13 millones de barriles diarios, es hoy el segundo consumidor mundial de petróleo, después de Estados Unidos, que utiliza entre 18 y 20 millones de barriles por día. Se calcula que en pocos años más esa relación se invertirá.
Paralelamente a sus negocios en Brasil, también crecieron sus compras de petróleo.
Datos del CBIE indican que China es el segundo mayor importador de crudo brasileño, después de Estados Unidos, pero la tendencia augura también aquí un intercambio de posición.
La Secretaría de Comercio Exterior del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio de Brasil informa que las exportaciones de crudo a China aumentaron de 1,6 millones de barriles en 2001 a 50,6 millones en 2011.
Pero China va más allá, y sus expectativas están puestas en los últimos yacimientos descubiertos debajo de las capas de sal del lecho del océano Atlántico, a más de 7.000 kilómetros de profundidad y cerca de la costa brasileña.
Los 55.000 millones de barriles que se calculan puede haber en ese lugar colocarían a Brasil en el selecto grupo de grandes exportadores de petróleo.
«China no tiene experiencia en operar plataformas marítimas, por lo que deja eso en manos de Petrobras o de Repsol», con mayor conocimiento en este tipo de extracciones, sostuvo Pires.
La estrategia de Beijing quedó en evidencia en 2009, cuando el China Development Bank pactó con el entonces gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) un préstamo de 10.000 millones de dólares para Petrobras, a cambio de garantizar exportaciones de crudo a Sinopec, que en un principio era de 150.000 barriles diarios para luego pasar a 200.000, a precio de mercado.
Mientras, los empresarios brasileños ven el protagonismo chino como positivo, porque mueve el mercado.
China también se asoció a empresas brasileñas en los sectores de refinación de combustible y distribución y producción de equipos para la exploración y extracción de crudo.
«No hay riesgos. A Brasil le interesa porque trae dinero. Es un buen negocio», apuntó Pires.
En cambio, el presidente de la Asociación de Ingenieros de Petrobras (Aepet), Silvio Sinedino, teme que la insaciable necesidad china por hidrocarburos lleve a un más rápido agotamiento de ese recurso de origen fósil y, por tanto, finito.
La Aepet, que defiende el regreso al perdido monopolio de Petrobras, hoy abierta al capital externo, considera que Brasil no debe ser un exportador de petróleo, sino primero garantizar su autoabastecimiento, y que la exportación «debe ser marginal».
«Países como China y Estados Unidos tienen mucha necesidad de crudo», alertó Sinedino. «Con una demanda creciente como esa, nuestras reservas de presal se agotarían en 15 o 20 años, cuando podrían durar por lo menos 30», explicó.
«No podemos transformarnos en un Medio Oriente exportador de hidrocarburos. Tenemos que usar lo que necesitamos y vender en la manera de lo posible, defendiendo nuestro patrimonio nacional», añadió, al recordar las campañas que dieron origen a Petrobras hace más de medio siglo con la consigna de «El petróleo es nuestro».
«El petróleo no es una mercadería cualquiera. Tiene un valor geopolítico muy importante», enfatizó. En ese sentido, Sinedino dijo que Aepet ve «con simpatía» la expropiación por parte del gobierno argentino de acciones de Repsol para pasar a controlar YPF.
El interés de China en Brasil se manifiesta en otros sectores claves para garantizar su voracidad de materias primas como la soja y la minería de hierro. Actualmente es el principal socio comercial de Brasil.