El presidente salió así a cruzar a los dirigentes que demandaron la renuncia de su poderoso ministro de Hacienda. El funcionario, mano derecha de Lula, fue involucrado en el escándalo de corrupción. Sin el ministro de Hacienda Antonio Palocci, para Lula da Silva «se acaba el gobierno». Esa fue la respuesta que dio el presidente […]
El presidente salió así a cruzar a los dirigentes que demandaron la renuncia de su poderoso ministro de Hacienda. El funcionario, mano derecha de Lula, fue involucrado en el escándalo de corrupción.
Sin el ministro de Hacienda Antonio Palocci, para Lula da Silva «se acaba el gobierno». Esa fue la respuesta que dio el presidente brasileño a varios colaboradores cuando le sugirieron desprenderse de su actual mano derecha. Considerado hasta ahora casi un intocable, el funcionario sufrió el viernes en carne propia el impacto de las denuncias de corrupción que ya afectaron a varios de los ex integrantes del círculo íntimo presi dencial.
Un ex colaborador de Palocci, el abogado Rogerio Buratti, lo acusó de recibir coimas de 50.000 reales al mes (unos 17.000 dólares) entre 2001 y 2002, cuando era intendente de la ciudad paulista de Ribeirao Preto.
A partir del estallido de este nuevo escándalo, algunos integrantes del gabinete se inclinaron por decirle a Lula que debía empujar al ministro a una salida temporaria. Esos funcionarios sostenían que entre tanto podía reemplazarlo el vice Murilo Portugal, ex delegado en el Fondo Monetario Internacional. Según esa propuesta, una vez demostrada la inocencia de Palocci, el ministro podría retomar el comando de la economía.
Lula rechazó de plano esta estrategia y ató su futuro presidencial a la supervivencia de su ministro. Las sugerencias contra Palocci merecieron también el repudio del mundo de los negocios y las finanzas.
En vez de someterse a una lenta sangría gubernamental, el presidente parece inclinarse por otra alternativa: endurecer sus discursos contra la oposición, en la que ve «una mano desestabilizadora». Ayer dio una muestra de ese estado de ánimo: en un barrio de San Pablo dijo que el país «enfrenta un juego rastrero, despreciable» y de «denuncias irresponsables». Y avisó: «Aprendí de una analfabeta que murió a los 64 años (su madre) que nunca hay que perder la esperanza. Siempre hay que perseverar y andar de cabeza erguida, porque al final vencerá la verdad».
En el gobierno brasileño ven la marca de la filial paulista del Partido Socialdemócrata de Brasil en las denuncias contra el ministro Palocci. Es que el ex asesor del ministro, Rogerio Buratti, fue detenido hace tres días en San Pablo, donde los socialdemócratas tienen su cuartel general: gobierna Geraldo Alkmin, reina el intendente José Serra y vive el ex presidente Fernando Henrique Cardoso.
Una vez tras las rejas, por una causa que en Brasil jamás lleva a nadie a prisión -presunto beneficio a empresas de basura en una licitación-, Buratti pudo sentirse en peligro. Asustado habría decidido abrir la boca para contar todo lo que supuestamente sabía sobre su ex jefe. Curiosamente, el detenido tuvo la libertad de dar una conferencia de prensa dentro de la comisaría paulista donde estaba detenido.
El viernes, Lula pidió calma a sus colaboradores y dijo a Palocci que se quede tranquilo. Según dijeron quienes lo acompañaron en una visita a la ciudad paulista de Campinas, el presidente afirmó: «Todos los días alguien tira una nueva denuncia. Dejemos que se hagan todas».
Entre los grandes empresarios ya se oyen voces de alarma. Para ellos, Palocci es el garante en última instancia de las políticas económicas oficiales. Antonio Ermírio de Moraes, presidente do grupo Votorantim y el industrial más respetado de Brasil, declaró que el ministro es «un hombre recto». Señaló que en este momento es indispensable la cautela: «Yo creo que quieren desestabilizar al gobierno», enfatizó. Y según el empresario, si el país no actúa con serenidad «hay riesgo de una caída económica. Vaya a saberse qué está por detrás de todo esto. Esa denuncia contra Palocci es demasiado extraña en este momento».
Armando Monteiro, presidente de la influyente Confederación Nacional de la Industria, no tuvo dudas sobre las denuncias que apuntan con el ministro económico de Lula. «Sin duda alguna, tendrá consecuencias pésimas para la economía», se lamentó el líder empresarial. Al igual que Ermírio de Moraes, también Monteiro apoyó en forma contundente la continuidad del ministro de Hacienda.
Hoy al mediodía, Palocci dará una conferencia de prensa en Brasilia donde responderá a todas las preguntas que se hagan respecto de las denuncias que lo tomaron de blanco. Ayer, cuando las olas de denuncias crecían por metros, la Justicia paulista revelaba que no hay pruebas contundentes contra el ministro.
Para el presidente brasileño, las últimas denuncias contra su ministro buscan, en última instancia, desangrar su gobierno e impedir su reelección en 2006. Dejó trascender que todo intento de cortarle la carrera electoral es sencillamente «golpista», ya que ser reelegido por otros 4 años es un derecho que le asiste por la Constitución.