José Serra arrebató a Marta Suplicy el gobierno de la capital paulista, el mayor colegio electoral del país. Porto Alegre era el principal bastión petista en el sur y estaba bajo su control desde 1988. Sao Paulo, 1-11-04.- Ayer se confirmó el peor escenario electoral que podía surgir para el gobierno del presidente Lula da […]
José Serra arrebató a Marta Suplicy el gobierno de la capital paulista, el mayor colegio electoral del país. Porto Alegre era el principal bastión petista en el sur y estaba bajo su control desde 1988.
Sao Paulo, 1-11-04.- Ayer se confirmó el peor escenario electoral que podía surgir para el gobierno del presidente Lula da Silva en las elecciones municipales de Brasil. El Partido de los Trabajadores no sólo perdió la intendencia de San Pablo, lo que de alguna manera se preveía. También fue derrotado en Porto Alegre, un ejemplo de permanencia partidaria en el comando de la intendencia a la que el oficialismo gobernaba desde hace 16 años.
La intendenta paulista Marta Suplicy no consiguió su reelección. Con 44% de los votos, frente a su adversario socialdemócrata José Serra, que obtuvo el 56%, el fracaso de la alcaldesa abrió un nuevo escenario político en el país. El Partido Socialdemócrata (PSDB), fundado por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, que llevó como postulante a Serra para el gobierno del municipio, se erige como el mayor referente de la centroderecha brasileña. Desde ese lugar, tendrá grandes chances de presentar un candidato capaz de competir con el presidente Lula en las presidenciales de 2006.
En Porto Alegre, el oficialista Raúl Pont obtuvo poco más del 46,6% de los votos, contra 53,3% de su adversario José Fogasa. Este es quizá el trago más amargo para el PT. Cuando todavía profesaba su fe izquierdista y renovadora, el hasta ahora oficialismo logró impulsar grandes reformas ciudadanas, entre ellas, el «presupuesto participativo» que permitía a los vecinos de los barrios tomar decisiones sobre el gasto público.
La derrota debe analizarse en dos dimensiones: una, estrictamente municipal, indica que los habitantes de Porto Alegre quisieron castigar a la burocratizada cúpula del PT por haber cedido en su fuerza transformadora inicial. Una segunda dimensión es nacional, y remite a la profunda decepción en la ciudad con los resultados del gobierno de Lula da Silva.
Los magros resultados en la capital de Río Grande del Sur tendrán tal vez más impacto en el exterior que la propia pérdida de San Pablo. La razón es que la derrota de Porto Alegre pone en duda la realización en esa ciudad del Foro Social Mundial a realizarse en enero próximo. Los organizadores de esa reunión, alternativa a la globalización propuesta por el Foro de Davos, dejaron entrever que sin la infraestructura de la intendencia de la capital gaúcha será muy difícil desarrollar el encuentro.
Esta segunda vuelta de las elecciones municipales confirmó una propensión del electorado del sur del país, más industrial y desarrollado, a despegar del Partido de los Trabajadores. En su cuna histórica, el gran «ABC» paulista -es decir, el Gran San Pablo metalúrgico- el partido oficialista sufrió derrotas.
Los socialdemócratas, en cambio, avanzaron mucho más de lo previsto: se impusieron en Curitiba (capital de Paraná) y en varias ciudades grandes del interior paulista. Para el PT no todo fueron pérdidas: obtuvo la intendencia de Vitoria, la capital de Espírito Santo y sobre todo, Fortaleza.
Esta ciudad, capital de Ceará, muestra el nacimiento de una nueva estrella de la izquierda brasileña: la intendenta electa Luizianne Lins. A los 35 años, esta profesora y diputada provincial, logró imponerse sobre el candidato del derechista Partido del Frente Liberal (PFL), Moroni Torgan, por 56 a 44%.
Con Lins se consagra una tendencia del Partido de los Trabajadores, que reunirá a sus principales intendentes en el nordeste. Luizianne pretende formar un frente con el alcalde electo de Recife, Joao Paulo, y con el de Aracaju, Marcelo Déda. Definida como «radical pragmática» por sus propios compañeros, la candidata aplastó a su adversario con un discurso contrario al Fondo Monetario Internacional, a la política económica y a las reformas estructurales del gobierno de Lula da Silva.
Otro fenómeno en las elecciones de 2004 es el triunfo en Salvador de Joao Henrique, candidato del Partido Demócrata Laborista (PDT). Venció en forma rotunda (con 75 por ciento de los votos) al candidato del PFL, Cesar Borges, y puso fin a un reinado sobre la ciudad, por más de 40 años, del latifundista Antonio Carlos Magalhaes.
Las conclusiones sobre el nuevo cuadro político permiten entrever que hubo dos grandes castigados en las elecciones municipales de Brasil. Uno fue el gobierno nacional. El otro, la derecha tradicional, rotundamente desplazada por lo que viene a ser la centroderecha moderna, el Partido Socialdemócrata.