Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Un centenar de intelectuales y de personalidades denuncian la estrategia del gobierno de aislar a unos «grupos organizados» y exagerar su actos violentos para desacreditar las manifestaciones contra la reforma laboral en Rennes y París.
Hace dos meses que el gobierno [del presidente Hollande] ya no sabe qué hacer para acabar con un movimiento que no entiende en absoluto. Después de haber usado hasta la saciedad una retórica antiincontrolados, desde la semana pasada ha empezado una nueva estrategia para aplastar a quien resista. Siguiendo las sugerencias de los servicios de inteligencia, esta estrategia consiste en asilar a los «grupos organizados» (que para los grupos policiales son «asociaciones de malhechores») y acusarles después de unos hechos cuya gravedad se exagera para paralizar tanto a la población como a las personas que luchan. Así el 19 de mayo se anunció la detención en Rennes de un grupo de 20 «incontrolados», jóvenes «radicalizados» pertenecientes al «movimiento anarco-autónomo», una «asociación de malhechores» que se disponía a «sabotear» el metro de la ciudad. Después de recabar información resulta que el sabotaje en cuestión era una acción de bloqueo económico que se había decidido en una asamblea general interprofesional celebrada en concierto con [el sindicato] CGT-Carretera que estaba bloqueando los ejes de carretera de la ciudad. La «asociación de malhechores» se reunía en los locales [del grupo] de Sud-Solidaires y de hecho se disponía a pegar pegatinas en las máquinas para validar los billetes e incluso, para los más extremistas, a introducir en ellos espuma expansiva.
Es una maniobra idéntica a la desplegada en París el 18 de mayo tras un ataque a un coche serigrafiado de la policía por parte de los manifestantes. Cuando el sindicato de policía Alliance privatizaba la plaza de la République y hacía «selfies» al lado de Marion Maréchal-Le Pen, Eric Ciotti y Gilbert Collard, una contramanifestación salvaje, frenada a golpe de gases lacrimógenos, se lanzaba a las calles de París. En esas condiciones es cuando un coche de la policía atrapado en el tráfico tuvo que sufrir concentrada esta cólera que vemos estallar desde hace dos meses en cada manifestación. Cuanto menos habría que preguntarse por qué a fuerza de padecer la brutalidad los más pacíficos de los manifestantes empezaron a entonar las consignas de «Todo el mundo detesta a la policía», «Ni siquiera a la policía le gusta su trabajo», «Salta a la vista lo que hace la policía». Tras la quema del vehículo el gobierno enciende un contrafuego inflando el incidente como un «intento de homicidio voluntario». Para ello ocultará oportunamente que al ver a los primeros manifestantes el policía sacó su arma reglamentaria con el fin de frenarlos y que estos mismos manifestantes ayudaron a la mujer policía a salir del coche; se transformará el trozo de plástico con el que la gente se defiende de la policía en «barra de hierro», a unos manifestantes en «asociación de malhechores» y se irá a buscar a unos culpables que han seleccionado de antemano los servicios de inteligencia entre los militantes de Action antifasciste Paris-Banlieue (AFA), a los que desde hacía más de una semana se intentaba prohibir que se manifestaran. Y a todos los medios de comunicación les toca repetir a coro esta invención grotesca. No importa nada que después de dos días de estar detenidos el propio ministerio del Interior reconozca en las páginas de Le Monde que no ha habido ningún elemento que permita relacionar a estos cuatro militantes con el incendio del coche.
Ahora se entiende mejor el sentido de la declaración de [el ministro del Interior francés] Manuel Valls en el Senado el martes 17 de mayo: «Estos Black Blocs, estos amigos del Sr. [Joulien] Coupat (1), todas estas organizaciones que en el fondo no aman la democracia, que la ponen en tela de juicio, que ponen en tela de juicio sus principios, encontrarán la mayor determinación del Estado, de la policía y de la justicia». Lo que se estaba preparando entonces tanto en Rennes como en París era una maniobra idéntica a la que habían intentado Michèle Alliot-Marie y Alain Bauer en la época de la operación antiterroristas de Tarnac (1): poner como objetivo del asesoramiento de los servicios de inteligencia a un grupo de oponente que había que eliminar, imputarles unos hechos inventados, crear sobre esta base una «asociación de malhechores» y contar con el seguidismo y la cobardía de los medios para transmitir estas acusaciones a la opinión pública.
Si en su momento esta maniobra acabó fracasando de manera patética fue porque hubo muchas personas que adivinaron la operación política que había detrás del discurso policial y gubernamental. Lo que en este momento se está preparando son unos «casos de Tarnac» en serie. Por ello llamamos a apoyar tanto a las personas inculpadas de Rennes o de París, como a los estudiantes de liceo, estudiantes y manifestantes inculpados y que en algunos casos están en prisión preventiva en espera de comparecer ante el juez. Llamamos a desbaratar todo intento de aislarlos y de instrumentalizarlos, y a luchar para que se retiren los cargos extravagantes que pesan sobre ellos: en pocas palabras, a echar abajo la acusación.
Primeros firmantes:
Jean-Claude Amara, Droits devant !, Loïc Artiaga, profesor universitario, Ludivine Bantigny historiador, Emmanuel Barot filósofo, Nicolas Bautès profesor universitario, Daniel Blondet militante antiimperialista, Christophe Bonneuil historiador, Simon Borja investigador de Ciencias Políticas, Ali Boulayoune sociólogo, Jérôme Bourdieu economista, Houria Bouteldja militante política, Jean-Pierre Bouyxou escritor y periodista, Eric Brun sociólogo, Joël Cabalion sociólogo , Vanessa R. Caru investigadora de CNRS, Manuel Cervera- Marzal sociólogo , Grégoire Chamayou CNRS, Déborah Cohen historiadora, Dominique Connan investigador, Simon Cottin-Marx c o-redactor jefe de la revista Mouvements, François Cusset historiador y escritor, Christine Delphy socióloga y feminista , Gérard Delteil escritor , Emmanuel Deronne profesor investigador , Nathalie Desquenes periodista , Béatrice Dezy profesora, Paul Dirkx sociólogo , Elsa Dorlin filósofa, Joss Dray fotógrafo, Julien Dufour doctorando en sociología, Cédric Durand economista, Annie Ernaux escritora, Jean-Baptiste Eyraud militante asociativo, Samantha Faubert hispanista, Alain Frappier ilustrador, Désirée Frappier guionista , Bernard Friot sociólogo y economista, Franck Gaudichaud politólogo, Vincent Gay sindicalista y profesor, François Gèze editor, Pierre-Henri Gouyon profesor del Museo Nacional de Historia Natural, Nacira Guénif sociólogo y antropólogo, Nicolas Haeringer militante asociativo, Hugo Harari-Kermadec economista, Eric Hazan editor, Hervé Huntzinger historiador, Nicolas Jaoul investigador del CNRS, François Jarrige historiador, Francis Juchereau responsable asociativo, Leslie Kaplan escritora, Razmig Keucheyan sociólogo, Stathis Kouvelakis filósofo, Jean-Sébastien Kroll-Rabotin profesor investigador de la Escuela de Ingenieros, Rose-Marie Lagrave sociólogo, Patrice Lardeux militante de CGT, Mathilde Larrère historiadora, Michelle Lecolle lingüista, Olivier Le Cour Grandmaison profesor universitario, Marius Loris historiador y poeta, Pascal Maillard profesor universitario, Philippe Marlière politólogo, Guillaume Mazeau historiador, Daniel Mermet periodista y escritor, Fabienne Messica consultora, Bénédicte Monville-De Cecco concejal de la región de Ile-de-France (EE-LV), Olivier Neveux historiador del arte, Nicolas Oppenchaim sociólogo, Yves Pagès escritor y editor, Ugo Palheta sociólogo, Eugénia Palieraki historiadora, Luca Paltrinieri filósofo, Willy Pelletier sociólogo, Irène Pereira s ocióloga, Christine Poupin portavoz del NPA, Serge Quadruppani escritor, Thierry Ramadier director de investigación del CNRS, Manuel Rebuschi profesor investigador de filosofía, Marie Rivière actriz, Olivier Roueff investigador de sociología del CNRS, Alexandre Rosenstein estudiante de sociología, Kristin Ross historiadora, Catherine Samary economista, Pierre Sauvêtre investigador de sociología, Guillaume Sibertin-Blanc filósofo , Jacques Testart biólogo, Sylvie Tissot sociólogo, Marc Tomczak profesor investigador, Rémy Toulouse editor, Enzo Traverso historiador, Patrick Vassort sociólogo, Anne-Laure Vernet profesor investigador de artes plásticas, Nicolas Vieillescazes editor, Olivier Vinay profesor agregado de biología y veterinario, Sophie Wahnich directora de investigación del CNRS, Willem diseñador, Philippe Zarka astrofísico.
(1) Véase, Jean-Claude Paye,»El caso de Tarnac: síntoma de una sociedad psicótica», http://www.voltairenet.org/article159306.html (N. de la t.)
Fuente: http://www.liberation.fr/debats/2016/05/26/casseurs-renverser-l-accusation_1455373
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