La caída de los valores de la Bolsa a nivel mundial en un índice del 7,54% es algo que no ha sucedido desde el año 1940. Al día siguiente el Ibex 35 sufre la mayor caída desde 1987. Otro día después vuelve a caer en Europa cerca de un 3%. Se ha entrado en una […]
La caída de los valores de la Bolsa a nivel mundial en un índice del 7,54% es algo que no ha sucedido desde el año 1940. Al día siguiente el Ibex 35 sufre la mayor caída desde 1987. Otro día después vuelve a caer en Europa cerca de un 3%. Se ha entrado en una crisis estructural que no es sino una falta de adaptación de las políticas económicas a la nueva realidad global. Toda crisis, dice Ortega y Gasset, significa cambio. Y es este cambio el que debemos analizar, para saber qué cambiar y hacia dónde, o sea para salir de la crisis.
Se ha echado la culpa de esta crisis financiera a la onda expansiva de los impagos de la deuda de las hipotecas para la vivienda en EEUU, cuando es un factor más y no especialmente relevante. También al encarecimiento del petróleo, cuando es su efecto y no la causa. Pero sirven de indicadores de la nueva realidad de la economía global. Con una hipoteca se compra una propiedad, que a lo largo del tiempo se va a revalorizar; sin embargo han sucedido dos situaciones que afectan a este proceso: por un lado el encarecimiento del dinero, lo que hace más costoso el pago; por otro, la pérdida de incremento de valor de la propiedad, debido a la saturación del mercado inmobiliario y del sector de la construcción, que cada vez dispone de menos espacio, lo cual a su vez lleva a un incremento del desempleo. La manera de querer solucionarlo es bajar los tipos de interés, pero esta medida ya no resuelve los problemas, sino que simplemente los amortigua temporalmente y traslada el problema a otros sectores .
Un desencadenante de la crisis financiera mundial, que en Europa tiene su propia dinámica, ha sido que el 23 de enero se empieza a aplicar la normativa legal europea sobre bajar el 20% las emisiones de CO2, tal como exige el incumplido protocolo de Kyoto (2005) y más recientemente la Cumbre de Bali (2007), por su repercusión en el cambio climático, de terribles consecuencias. Ante las nuevas medidas legislativas para reducir las emisiones de CO2, el responsable de industria de la Unión Europea, D. Günter Verheuger, afirma que va a suponer pérdidas de empleo y de capital, que en parte ha de emplearse para medidas que eviten la contaminación.
Bajar los tipos de interés ya no sirve para controlar el desempleo y la inflación. Incentivar la producción afecta a otras variables que son necesarias tener en cuenta. Vivimos una crisis (cambio) debida al exceso de riqueza gracias a la economía financiera, pero cuyo valor monetario depende de su relación con la economía productiva. La técnica financiera se ha desarrollado increíblemente, ha generado mucho dinero, el cual ha servido para hacer grandes inversiones. Pero surge el límite de los recursos energéticos y de la sostenibilidad. La economía productiva ha ido más despacio que la financiera y no puede seguir su ritmo, ésta es la esencia de la crisis, porque las políticas económicas se han desarrollado a lo largo de la Historia sobre la base de la escasez de recursos y el reparto de la riqueza, generalmente desigual a través del empleo. El modelo ha cambiado y las políticas económicas al uso ya no funcionan. Ni el modelo liberal ni el modelo keynesiano tienen respuesta a una nueva situación. Para entender la volatilidad de la economía, que el Banco Europeo ha tratado de evitar que aumente no variando los tipos de interés, tomemos el ejemplo de un niño con una cometa. La lanza al viento y sube cada vez más, pero llega un momento en que el hilo no da para más. Da lo mismo que corra hacia un lado o hacia otro. La cometa debe quedarse a esa altura. Si el viento sigue soplando el hilo se rompe, la cometa sigue subiendo, pero no vale nada, porque ya no es del niño, ya no puede jugar con ella, ni venderla. Tal es lo que puede suceder entre la economía financiera y la productiva, que rompan su relación y el dinero financiero deje de tener valor, cuando sirve para invertir y se ha convertido en el motor de la industria, servicios, innovación, etc.
A partir de 1971 EEUU abandonó la convertibilidad del dólar en oro. Dos años después tal modelo se generaliza en todo el mundo. Desde entonces el dinero tiene valor por su relación con la economía productiva, que es el nuevo patrón que da valor al dinero. En 1973 se creó la Comisión Trilateral, (Tokio, 29 de octubre) a la que asisten representantes políticos de los países ricos y de lo que llaman las fuerzas del mercado, directores de bancos y multinacionales, junto con el presidente de EEUU, Japón y uno de Europa, que se reúnen desde entonces cada nueve meses para dirigir y controlar los destinos de la economía, con normas sobre la economía global que evite que el sistema económico entre en un colapso. La nueva economía ha pasado de generar plusvalías, como analiza Marx, a crear pluscapitales, es decir, capitales que mediante inversiones financieras se revalorizan por sí mismos. Y es esta parte, la creación de capital independiente de la economía productiva, la que hay que activar para resolver la crisis, o desarrollar el cambio. Pero como dijo Eisntein: «Los problemas no se pueden solucionar con las mismas idea que los provocaron».
Ya no podemos seguir planteando el crecimiento económico, sino el equilibrio económico, para que funcione la economía de manera eficiente con las nuevas variables que se incorporan a los factores económicos. Hasta ahora la economía política se preocupó de controlar la inflación bajando o subiendo estratégicamente los tipos de interés, con la finalidad de incentivar la inversión o frenar la economía, sobre todo en función de crear empleos, sin que se disparase la inflación, de ahí los ciclos económicos: inflación (I) = empleo (E) / inversión productiva (i). Otra manera de medir la inflación es en relación a la sostenibilidad, si se consume menos, disminuye el deterioro medioambiental. La aportación de una Renta Básica satisface el consumo base, evita un incremento de oferta para crear empleo, de manera que oferta y demanda estabilizan la inflación y se llega a la sostenibilidad. Por eso es necesario reactivar la economía a través de un consumo limitado, como base de la nueva economía, en equilibrio con la sostenibilidad y no condicionado en función a crear una oferta laboral, lo cual es posible por el exceso de dinero que se ha generado y que circula independiente del empleo gracias a las nuevas tecnologías. Sólo de esta manera se puede organizar adecuadamente la economía. Inflación (I) = sostenibilidad (S) / Renta Básica-Consumo (RB), siendo RB la cantidad de dinero que recibe cada ciudadano como mecanismo regulador de la economía. Obtenemos la ecuación del equilibrio económico:
E x RB = S x i. de lo cual se deduce que la inversión que requiere el desarrollo económico es en relación a la sostenibilidad, que coincide con lo que plantea Günter Verheugen: «La innovación de tecnología en medio ambiente hace que veamos la lucha contra el cambio climático como una oportunidad económica». La Renta Básica como un complemento, no una sustitución, al empleo. Y viceversa.
La Renta Básica se convierte de esta manera en una variable de la economía, junto a la sostenibilidad. Ambos sirven de elementos reguladores de la crisis, del cambio, pues jugar con los tipos de interés ha dejado de ser suficiente y en ocasiones es perjudicial. Lo es sólo para la inversión supeditada a la creación de empleo, lo cual es contraproducente para frenar el cambio climático. Aplicar la Renta Básica requiere un cambio fiscal, ante la dificultad presupuestaria y las insuficientes cotizaciones a la seguridad social, mediante la supresión del IRPF y los impuestos de sociedades para dar fuerza a la productividad sostenible. También establecer la homologación del IVA en Europa con los países más desarrollados, a la vez que la tasa RB, un impuesto sobre los beneficios especulativos, el pluscapital. Nos situamos en un cambio de paradigma, de modelo: la perestroika del capitalismo. Como escribiera el poeta Aleixandre: «En los bolsillos vacíos no pretendáis encontrar un silencio.
* Colaborador de Asociación Renta Ciudadana (ARENCI) Autor de los libros «La revolución del paro» y «Los fundamentos de la Renta Básica y la perestroika del capitalismo»