En la segunda semana de mayo se produjo una convulsión en el sistema financiero mundial. Poco después de elevarse hasta alcanzar niveles cercanos al tope, las acciones cayeron drásticamente en el mercado cambiario de capitales, especialmente en los llamados «mercados emergentes» como India y Turquía. Lynn Walsh examina estos eventos y se refiere a la inestabilidad del sistema capitalista global
Los precios de las materias primas como el cobre, que había subido recientemente los pasados meses, bajaron vertiginosamente. Hubo un cambio de trayectoria generalizado que se trasladó desde la especulación con capitales de inversión riesgosos, aunque potencial y altamente rentables, hacia activos más seguros, especialmente bonos gubernamentales y efectivo. ¿Fue ésta meramente una corrección oportuna de la expansión especulativa o un temblor preliminar marcando el comienzo de una crisis más profunda? Esta fue la interrogante planteada por los nerviosos líderes y comentaristas del capitalismo global. Inicialmente los economistas temerosos de la bancarrota se deshicieron de todos los activos de alto riesgo (recolectando las ganancias de las recientes alzas excesivas de sus precios) y se ampararon en inversiones más seguras. Luego de algunos días, sin embargo, los precios de las participaciones en el mercado en los países capitalistas desarrollados se recuperaron. En Nueva York, Londres y otros países capitalistas las acciones cayeron en un 4 a un 5% en su totalidad. Las acciones en los mercados emergentes como Rusia, Turquía, India, Méjico, etc., cayeron en un 10 a un 25%. Muchas materias primas y acciones en las compañías mineras que habían subido decayeron hasta en un 10% o más (aunque algunas se recuperaron más tarde) La liquidación parcial de las acciones, al parecer, se desencadenó debido a los temores de una alza inflacionaria en los Estados Unidos, en donde el núcleo inflacionario (excluyendo alimentación y gasolina) alcanzó una tasa anual del 3.2% comparado al 2,3% alcanzado en el año 2005. Detrás de esto se situaba el profundo temor a que la Reserva Federal de los Estados Unidos respondiera elevando las tasas de interés a niveles aún más altos, amenazando con dar por terminada la era de las tasas de interés crediticias excepcionalmente bajas. Los especuladores retomaron pronto su frenética búsqueda de ganancias. En todas partes los capitalistas respiraron con alivio. La mayoría de ellos creyeron en su propio beneficio que la globalización y el advenimiento de nuevas tecnologías eran garantías ininterrumpidas de crecimiento y rentabilidad, relegando la bancarrota financiera y las catástrofes económicas al tarro de desperdicios de la historia. Lo que en realidad revela la turbulencia de mayo es la fragilidad de la economía capitalista global, la cual funciona de manera anárquica. Hasta ahora parece haber sido mayoritariamente una corrección de la inversión febril en algunos de los mercados más especulativos: acciones sobrevaloradas en los mercados emergentes, bonos basura en compañías de inversión riesgosa, materias primas industriales como el cobre, petróleo, gas y el cambio de moneda extranjera. En el pasado año y tal vez más recientemente se han desarrollado ondas expansivas en todos estos sectores del mercado, con las instituciones financieras y fondos protegidos en el primer plano de la actividad mercantil y bursátil. Pero el episodio de mayo refleja el rol dominante y parasitario del mercado financiero, el cual es por naturaleza propia volátil e inestable. Además, el rebote de los mercados económicos desde mediados de mayo no ayuda en modo alguno a superar las tendencias insostenibles del mercado y el desequilibrio monetario en el mundo financiero. Capital Especulativo El crecimiento del capital financiero especulativo refleja la intensificación de la explotación de la clase obrera en los países capitalistas desarrollados y especialmente en los subdesarrollados. Las políticas neoliberales (mercado ultra liberal) adoptadas por los gobiernos desde los comienzos de los ochenta han estimulado enormemente las ganancias de corporaciones e instituciones financieras, incrementando al mismo tiempo la cuota de la riqueza dirigida a la clase capitalista. Hace veinte años habían 140 billonarios de acuerdo a la revista Forbes. Hoy en día hay 793 (102 de ellos entraron en la clasificación sólo en el año pasado) Mientras la inversión en China y un puñado de otros países de mano de obra barata y bajos costos se ha visto incrementada, no ha habido un aumento general en inversiones de capital en nuevas plantas, maquinaria, fábricas, etc. Desde el año 2000, los bienes de capitales en los mercados de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) han estado creciendo en sólo un 2% anual, menos de la mitad de la tasa de crecimiento observada en los años sesenta (durante el auge de la postguerra) En los Estados Unidos las instituciones financieras recaudaron de un 30 a un 40 % de las ganancias corporativas estadounidenses (sobre el 50% si se incluyen las actividades financieras de las compañías comerciales e industriales) comparado al 10 o 15% en el período comprendido entre los años 1950-1960. En lugar de invertir extensamente en nuevos medios de producción, las grandes y muy adineradas compañías han intensificado su búsqueda de ganancias en inversiones especulativas. La liberación y globalización de los mercados financieros internacionales ha proporcionado oportunidades sin fin para obtener beneficios económicos. Las ganancias exacerbadas de las corporaciones y el enriquecimiento colosal de los capitalistas han traído un profundo pozo de liquidez. Además de todo lo mencionado, los especuladores han sabido tomar ventaja del abundante crédito fácil, ni siquiera tienen que especular con su propio dinero. Los gobiernos capitalistas más importantes como Japón en los años ochenta y Estados Unidos después del año 2000, bajaron las tasas de interés a cero, o niveles cercanos a cero, en un esfuerzo por evitar la crisis financiera y estimular el crecimiento. Enormes ganancias y crédito virtualmente ilimitado produjeron las ondas expansivas de los años recientes. La expansión del mercado de capitales de los años noventa en los Estados Unidos y en todas partes del mundo fue alimentada por el crédito fácil y las bajas tasas de interés, así como la expansión habitacional que es la más reciente. Ambos a su vez, jugaron un rol vital en el sostenimiento de la demanda de consumo a través del «efecto enriquecimiento», la conversión sobre la base de un mayor número de préstamos de las ganancias de capital en gastos de consumo. En los últimos años, los inversionistas del capitalismo sin dinero en efectivo han buscado desesperadamente nuevas fuentes de ganancias extras- inversiones con ganancias de alto beneficio sobre el promedio de activos seguros, acciones y bonos. Trayendo como consecuencia el aumento de la inversión en el comercio de divisas, bonos basura, materias primas y acciones en los mercados emergentes. La inversión excesiva en estos activos ha elevado grandemente su valor. Un flujo abundante de inversión extranjera en acciones en la bolsa de capitales de India, por ejemplo, también alentó a los capitalistas locales a unirse a la fiesta especulativa. Como resultado de esto, los precios de las acciones se elevaron más allá de cualquier estimación racional de los réditos que recibirían de ganancias corporativas. La aguda caída de los precios en mayo, fue además una corrección inevitable. Todavía queda por ver si las participaciones en el mercado de países como India (las cuales sufrieron una caída de un 25%) se recobrarán y cuantos especuladores y comerciantes se declararán en bancarrota como resultado de sus pérdidas. La corrección de mayo ha vuelto, por el momento, más cautelosos a los especuladores e instituciones financieras. Pero las condiciones que provocaron la expansión económica aún existen, y habrá nuevas expansiones, hasta que haya una corrección mucho más drástica, un quiebre real. La manera en como se desarrollará es impredecible. Por el momento la economía «real» – producción medida por el producto doméstico bruto (PDB)- aún está creciendo. El Fondo Monetario Internacional predice un crecimiento global del orden de un 4.9% para este año. Pero aparte del efecto adverso del alza de la energía y los precios de la materia prima (los cuales han empezado a tener más de un efecto en el crecimiento), el crecimiento actual podría rápidamente trascender en una renovada crisis financiera. Esto podría precipitarse por medio de una realineación de las monedas de mayor importancia en el mercado (dólar americano, euro y yen) inevitable en algún momento en un futuro no muy distante. Una crisis financiera podría también desencadenarse por el colapso de una institución financiera de gran relevancia, o una serie de diferentes factores financieros. Dado el enorme monto de la deuda sobre la cual se desarrolla el sistema financiero y la complejidad de los instrumentos financieros tales como las derivativas, descritas por el famoso inversionista Warren Buffet como «armas de destrucción masiva», la bancarrota se percibe como inevitable. En 1998, a continuación del colapso del rublo ruso, el fondo proteccionista Administración de Capitales de Largo Plazo (ACLP) se declaró en bancarrota. Los efectos que esto provocó pudieron haber sido catastróficos. Una fusión sistemática de los mercados financieros mundiales se previno gracias a una operación de rescate de un consorcio de bancos de $3.6 billones de dólares, organizado por el Banco Nacional de Reserva. Aún ahora es posible que haya más de una bomba de tiempo como la que afectó al ACLP, preparándose y lista para ser detonada. El Mercado y los Actuales Desbalances El economista en jefe de la OCDE, Jean Phillipe Cotis le dio la bienvenida al temblor de mayo como una corrección necesaria de los sobrevaluados activos de inversión riesgosa, pero advirtió que, a pesar de esto, los riesgos para el crecimiento económico mundial se han incrementado. La mayor amenaza la constituyen los desbalances sin precedentes entre las economías deficitarias (grandemente endeudadas) como la de los Estados Unidos y las economías con excedentes (ricas en circulante) como la china. Contra toda regla normal de las economías capitalistas, el dólar americano ha sido sobrevalorado como moneda dura (debido a los flujos de capitales hacia los Estados Unidos) mientras el yen chino ha sido seriamente desvalorizado (debido a que el yen estabilizó su precio al del dólar en una tasa de cambio muy poco realista). «Un despliegue brutal de desbalances como esos» advierte Cotis, «dañaría la economía mundial»… (Financial Times, 24 de Mayo de 2006) La relación entre los Estados Unidos y China es el pivote central de la economía mundial. Los consumidores estadounidenses proporcionan un mercado indispensable para los productos exportados desde China, como también aquéllos provenientes del Japón, sudeste asiático y otras áreas, pero el consumo estadounidense depende grandemente del endeudamiento. Internamente, mientras los ingresos de los trabajadores han sido literalmente exprimidos, muchos consumidores han mantenido su estándar de vida obteniendo hipotecas sobre sus viviendas. Esto ha sido posible mediante el auge en los precios de las viviendas y el reducido valor de las hipotecas. Sin embargo la caída en los precios de las viviendas y el crecimiento continuo de las tasas de interés que han sido detenidos por la Reserva Nacional está amortiguando en este momento el «efecto enriquecimiento» de la expansión habitacional. Si los precios de las viviendas se estancan o caen, y las tasas de interés se elevan aún más, la demanda de consumo se verá severamente refrenada. Además, tasas de interés más altas combinadas con un alza en el desempleo significarán que los niveles actuales de los consumidores y las deudas por las tarjetas de crédito llegarán a ser insostenibles. Las bajas tasas de interés en los créditos fueron un factor clave en el fortalecimiento sostenido de la demanda de los consumidores estadounidenses, razón por la cual ahora los capitalistas tienen tanto temor frente al alza de las tasas de interés en respuesta a la floreciente inflación (o el miedo de los bancos centrales a un alza inflacionaria) Externamente el capitalismo estadounidense depende también de los altos niveles de endeudamiento. Los Estados Unidos consumen más de lo que producen, importando grandes cantidades de productos de bajo costo desde China y otros países en desarrollo. El fortalecimiento del dólar en años recientes ha hecho que los productos de importación resulten aún más baratos para los consumidores estadounidenses. El inversionista bancario Morgan Stanley estima que los consumidores estadounidenses ahorraron $600 billones de dólares la pasada década comprando productos chinos más baratos. Importando consistentemente más de lo que exporta, los Estados Unidos han elevado implacablemente el balance del déficit de pagos. En el año 2005 fueron $725.000 millones, un 7% del producto doméstico bruto. Este déficit periódico tiene que ser financiado por la afluencia de capitales hacia los Estados Unidos. Parte de esta afluencia la constituye el capital invertido por capitalistas extranjeros en compañías estadounidenses, acciones, etc. Pero cubrir el déficit de los Estados Unidos ha dependido cada vez más de la compra de bonos gubernamentales estadounidenses por parte de los bancos centrales de China, Japón, Corea del Sur y algunos otros países, incluyendo los países productores de petróleo que mantienen frecuentes e importantes transacciones comerciales con los Estados Unidos. En el año 2005 China tuvo un gran intercambio comercial con los Estados Unidos que le generó réditos del orden de los $201 billones de dólares y ha acumulado recientemente cerca de $ 1.000 billones en reservas de moneda extranjera (tres cuartos de ella son activos en dólares), aún más que Japón, el cuál tiene una reserva en moneda extranjera de $840 millones. En efecto, ellos han estado reciclando los dólares ganados en sus exportaciones y reinvirtiéndolos en la economía estadounidense. Su motivo es claro, quieren sostener el mercado americano a través de la exportación de sus productos a los Estados Unidos. La Demanda Americana Un colapso de la demanda Americana tendría efectos desastrosos en las economías orientadas a la exportación, especialmente sobre China la cual, debido a la pobreza de la mayoría de sus habitantes tiene una demanda doméstica muy limitada. La afluencia de fondos hacia los Estados Unidos ha transformado el capitalismo Americano en el más grande deudor del mundo. Hasta ahora, el capitalismo americano ha sido capaz de mantenerse incólume en esta posición sin precedentes debido a su poder y tamaño en el concierto económico mundial. El dólar se fortaleció en su momento a pesar de los déficit periódicos en las cuentas corrientes, debido al influjo de fondos (lo cual abarató aún más los productos extranjeros). El desborde de capital hacia los Estados Unidos permitió que las tasas de interés permanecieran muy bajas, lo cuál derivó en créditos más baratos para la compra de viviendas y otras actividades económicas en auge en los Estados Unidos e internacionalmente. Esto le permitió a Bush financiar el déficit del presupuesto federal adecuadamente (sin tener que elevar las tasas de interés). El crédito barato, contrariamente a experiencias pasadas, no produjo una inflación acelerada, principalmente debido a que la mano de obra barata proveniente desde China y otros países han mantenido los precios bajos. Incluso Alan Greenspan de la Reserva Federal se dio cuenta que este paraíso producido por las bajas tasas de intereses crediticias no podría sustentarse para siempre. Después del colapso del auge y expansión del comercio electrónico en el año 2000, la Reserva Federal comenzó un proceso de «declive dirigido» del precio del dólar. Este intento fue resistido por China, lo que frenaría sus exportaciones hacia los Estados Unidos. Sin embargo, después de una pausa durante el año 2005, el dólar ha comenzado a decaer nuevamente. Esto plantea un agudo dilema para aquéllos estados que mantienen grandes activos en dólares (principalmente en bonos del gobierno de los Estados Unidos). Si estos países se mantienen aferrados a sus activos, sus reservas perderán valor al mismo tiempo que se produce la baja del precio del dólar. Si, por otra parte comienzan a vender sus activos en dólares americanos, es posible que aceleren la baja del dólar y sufran pérdidas aún mayores como consecuencia de ello. Existe un temor extendido a que este «declive programado» del dólar se transforme en algún momento en un completo fracaso. El valor de las reservas en moneda extranjera de China, Japón y otros países se vería agudamente reducido si continúan manteniendo solamente dólares en su reserva de divisas. Recientemente en muchos estados, incluyendo China y algunos países productores de petróleo se ha comenzado a trasladar el balance de las nuevas adquisiciones de moneda extranjera para sus reservas lejos del dólar, adquiriendo en su lugar euros. Se están moviendo cautelosamente y con gran secreto. Más temprano que tarde, sin embargo, aquéllos que mantengan dólares en su poder comenzarán a vender sus reservas en escalada significativa y se inclinarán a adquirir monedas más estables. Este cambio, que ya está aconteciendo, tendrá serios efectos sorpresa. Primero, la reducción del flujo de capitales hacia los Estados Unidos de América forzará al gobierno americano y a la Reserva Federal a tomar acciones que reduzcan el balance del déficit de los pagos y disminuyan, de esta manera, el déficit del gobierno federal. Esto traerá una reducción en el consumo en los Estados Unidos, menos demanda de importaciones provenientes de China y el resto del mundo. Para atraer los fondos que necesita para financiar ambos déficits, la Reserva Federal tendrá que elevar las tasas de interés en forma aún más drástica. Esto presagiará el fin del reino del crédito fácil, que fue la base en que se asentó el crecimiento económico en todo el mundo. La baja del dólar traerá como resultado un fortalecimiento del euro (como moneda circulante, reservas monetarias estatales, etc., fluyendo de uno en uno). Esto elevará el precio relativo de las exportaciones en la zona dominada por el euro, reduciendo aún más la débil recuperación actualmente en proceso en Europa. Si se elevan las tasas de interés en los Estados Unidos, es muy posible que Europa, Japón y otros países se vean forzados a imitar el alza de sus propias tasas para prevenir una fuga de capital a activos de intereses más altos. Esto tendría un efecto depresor en el crecimiento en Europa, Japón, etc. Todas estas posibles tendencias tendrán un impacto negativo en el crecimiento económico y la estabilidad de los mercados financieros. La idea, planteada por comentaristas optimistas, de que China, Japón, Alemania, etc., se impondrán sobre los Estados Unidos como motores de un nuevo crecimiento económico sobre las bases de sus mercados locales es antojadiza. Expansión, Auge y Caída del Comercio Electrónico Desde el colapso del comercio electrónico entre los años 2000-2001, ha habido un periodo de crecimiento sostenido en la economía mundial. Subyacen al mismo tiempo algunas contradicciones especialmente con relación a desequilibrios en el mercado y posiciones no alineadas los cuáles han sido forzados a extremos sin precedentes. La polarización entre ricos y pobres en países desarrollados, semi-desarrollados y pobres, ha avanzado también de manera grotesca preparando el terreno para nuevos conflictos sociales. La idea sugerida por muchos líderes capitalistas y sus asesores políticos de que ahora es posible un rebalance gradual y dirigido de una economía mundial extremadamente desestabilizada es también un sueño complaciente. El capitalismo opera por medio del impulso de obtener ganancias y la anarquía del mercado. Mientras sea posible lograr un cierto nivel de cooperación entre diferentes gobiernos en determinados momentos, es imposible coordinar y planear estrategias capitalistas para eliminar los ciclos de auge y declive. Es verdad que parece haber actualmente un alto nivel de cooperación entre los más grandes estados capitalistas a través del FMI, OCDE, etc. Todos ellos concuerdan en que los estándares de vida de la clase obrera deben ser reducidos, una y otra vez para aumentar las ganancias capitalistas. No obstante, estos estados mantienen sus identidades como nación con sus propios intereses y chocarán inevitablemente mientras intentan protegerlos y desviar la carga del costo de la crisis económica a sus rivales. Por el momento la turbulencia de mayo puede pasar meramente como una «corrección técnica» de mercados alterados. Pero tales eventos no ocurren aislados. No pueden ser separados de las tendencias subyacentes y contradictorias del capitalismo mundial. Al menos algunos economistas distinguieron los ecos de 1987 en la convulsión de mayo, recordando la bajada de un 20% en acciones del mercado de capitales, la cual preparó el camino para la prolongada recesión que comenzó en 1990. Este hecho puede haber sido más un temblor que un terremoto, pero los temblores preceden a menudo a eventos que registran grados aún más altos en la escala de Richter. Artículo tomado de «El Socialista» publicación del Partido Socialista, Comité por una Internacional de Trabajadores (CWI) en Inglaterra y Gales. Traducción por Solange Pinochet, Chile, 13 de junio de 2006 Un Mundo Socialista es Posible |