El sensacional triunfo del candidato de izquierda ecuatoriano Rafael Correa sobre el multimillonario Alvaro Noboa innegablemente es otro ejemplo de que los más de 20 años de políticas neoliberales, libre comercio y privatizaciones que ha vivido América Latina afectaron a la mayoría de los habitantes de la región. En las elecciones presidenciales efectuadas el pasado […]
El sensacional triunfo del candidato de izquierda ecuatoriano Rafael Correa sobre el multimillonario Alvaro Noboa innegablemente es otro ejemplo de que los más de 20 años de políticas neoliberales, libre comercio y privatizaciones que ha vivido América Latina afectaron a la mayoría de los habitantes de la región.
En las elecciones presidenciales efectuadas el pasado domingo 26 de noviembre, los ecuatorianos se revelaron contra ese modo de sistema capitalista impuesto con la anuencia de Estados Unidos y los organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Pese al gran ofensiva mediática de los medios de comunicación en Ecuador que hasta casi el último momento insistían en la victoria del candidato derechista Alvaro Noboa, al final su oponente de Alianza País, Rafael Correa se alzó con una abrumadora victoria al sacarle alrededor del 25 % de diferencia.
Resultados similares han tenido lugar en los últimos años en América Latina. Por el cambio de políticas económicas a favor de los pueblos han votado en Argentina, Uruguay, Venezuela (en varias oportunidades y según encuestas, se reafirmará el próximo 3 de diciembre) Bolivia, Brasil, Nicaragua y Panamá. Asimismo, en entredicho quedaron las últimas elecciones presidenciales en México en la que aún el candidato Andrés Manuel López Obrador reclama que se cometió fraude para beneficiar al oficialista Felipe Calderón, continuador de la línea neoliberal del presidente saliente Vicente Fox.
Noboa, el hombre más rico del Ecuador, con una fortuna que sobrepasa los 1.200 millones de dólares, poseedor de 120 empresas en las que según denuncias paga miserables sueldos a sus trabajadores, no pudo engañar nuevamente al electorado (como lo hicieron tres anteriores presidentes) con sus promesas de construir 300 000 viviendas por año y hacer que todos los ecuatorianos alcanzaran la clase media económica.
En su programa, el candidato del Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN) apostaba por mayores privatizaciones en todos los sectores y en especial en la
exploración, explotación y refinación del petróleo, lo cual implicaría que los recursos provenientes del oro negro continúen en manos de las transnacionales.
Noboa pretendía llevar adelante una reforma a la Ley de Seguridad Social para propiciar la competencia en este sector con el que se beneficiarían las personas con niveles de ingresos altos en detrimento de los jubilados, estudiantes y trabajadores en general.
En cambio Correa, con un programa coherente en contra del neoliberalismo y de apoyo a las demandas de un pueblo que cuenta con uno de los índices de pobreza más elevados del continente (70 %), tras su triunfo volvió a reiterar que no suscribirá el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, no involucrará a su país en el Plan Colombia (diseñado y financiado por Washington contra el narcotráfico y la guerrilla), y que renegociará la deuda exterior de Ecuador, aunque mantendrá por el momento la dolarización del país acordada hace seis años.
El país andino tiene una de las deudas más caras de la región pues gran parte del débito externo tiene tasas de interés de 12 % (bonos globales 2012 que reemplazaron a los bonos Brady) por lo que su servicio o pago es oneroso al restarle recursos para los sectores sociales.
Para cancelar su abultada deuda externa que se ubica en cerca de 15 500 millones de dólares, y poder adquirir nuevos fondos financieros, el anterior gobierno de Lucio Gutiérrez decidió, bajo presión del FMI, dedicar más de la mitad de sus ingresos al pago de ese compromiso mientras se dirige a la salud y la educación apenas el 10 %.
Asimismo, la mayoría de los ingresos del petróleo son absorbidos por las transnacionales que reciben beneficios de hasta un 80 %, con excepción de la compañía norteamericana Occidental (Oxy), recientemente nacionalizada por el gobierno de Alfredo Palacios. Además, las compañías son exoneradas del pago del impuesto a la renta y por tanto, realizan un saqueo indiscriminado de las riquezas del país.
Como la primera reacción consecuente con su programa de gobierno, Correa inmediatamente después de conocer su victoria, adelantó que parte de su futuro gabinete estará conformado por Gustavo Larrea en el Ministerio de Gobernación quien es experto en derechos humanos y su jefe de campaña.
Alberto Acosta, un duro crítico de la dolarización, se encargará del Ministerio de Energía, mientras que Ricardo Patiño, ex subsecretario de Economía y partidario de no pagar la deuda externa, será el titular de la cartera de Economía. Además informó que la presidencia de la petrolera estatal Petroecuador será ocupada por Carlos Pareja Yanuzzelli, quien inició el proceso contra la empresa Oxy y la expropiación de todos sus bienes.
En estas elecciones el pueblo ecuatoriano ha vuelto a ser perseverante con las posiciones adoptadas en los últimos años, al rechazar al candidato ultraderechista Noboa (propugnaba también romper relaciones con Cuba y Venezuela) y apoyar a Correa, que proyecta sacar al pueblo de la insalubridad, la pobreza y la ignorancia.
Ejemplos anteriores están latentes: Tres presidentes fueron derrocados por las movilizaciones masivas: Abdalá Bucaram el 7 de febrero de 1997 que duró solo seis meses en el cargo; Jamil Mahuad, destituido el 21 de enero del 2000 y el coronel Lucio Gutiérrez removido el 20 de abril del 2005.
La tarea que tiene por delante Rafael Correa es alto seria pues deberá enfrentar numerosos escollos para llevar adelante sus proyecciones económicas, siempre bajo la mirada atenta del pueblo que le ha brindado su confianza.