Pese a la enorme ofensiva política, económica y propagandística llevada a cabo por las fuerzas de derecha contra los gobiernos progresistas surgidos Latinoamérica, hasta ahora el único derrotado en las urnas fue el justicialismo argentino. Los gobiernos nacionalistas de Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Ecuador, El Salvador, Uruguay han sabido cerrar filas para que no regresen las […]
Pese a la enorme ofensiva política, económica y propagandística llevada a cabo por las fuerzas de derecha contra los gobiernos progresistas surgidos Latinoamérica, hasta ahora el único derrotado en las urnas fue el justicialismo argentino.
Los gobiernos nacionalistas de Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Ecuador, El Salvador, Uruguay han sabido cerrar filas para que no regresen las ahogantes leyes neoliberales que sufrieron sus pueblos durante décadas.
Al no lograr alcanzar el poder mediante elecciones, la derecha criolla, con apoyo de potencias occidentales, se ha lanzado a tomarlo por otras vías como los golpes parlamentarios realizados en Brasil, Paraguay y Honduras.
Ahora le toca nuevamente a Ecuador medir fuerzas en los venideros comicios presidenciales del 19 de febrero y Alianza País lo hará con un extenso aval de progreso económico y social realizado en los últimos diez años a favor del pueblo.
Desde que en enero de 2007 el presidente Rafael Correa llegó al poder, ganó sucesivamente en 10 distintos procesos electorales, y ahora ha decidido pasarle la batuta a la fórmula, Lenin Moreno-Jorge Glas, del Partido Alianza País.
Ciertamente que en esas elecciones está en juego la continuación de las políticas económicas y sociales que ha llevado adelante la administración de Correa con la puesta en marcha de la Revolución ciudadana en beneficio de las grandes mayorías, o por el contrario, el regreso a las fórmulas neoliberales que hundieron a esa nación en un verdadero caos político-económico que dieron al traste con tres ex mandatarios (Abdala Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez) los cuales traicionaron el apoyo que les dispensó el pueblo al impulsar agresivas políticas neoliberales.
En ese período aumentaron la pobreza de los habitantes y la entrega de las riquezas del país al capital extranjero, fue sustituido el sucre como moneda nacional por el dólar, y todo eso ocurrió bajo la orientaban el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Recientemente Correa detalló en una comparecencia pública que en el período de 10 años «se invirtieron 85 000 millones de dólares en educación, defensa, salud y hasta en servicios para emigrantes; salieron de la pobreza a 2 000 000 de ecuatorianos; los trabajadores duplicaron sus salarios y los empresarios triplicaron sus ganancias; los campos y ciudades mejoraron sensiblemente y el desarrollo social ha sido impresionante».
Enfatizó que la Revolución Ciudadana llevó a cabo en el país «un cambio radical, profundo y rápido del sistema político, económico y social vigente hasta 2007, sistema perverso que destruyó nuestra democracia, nuestra economía y nuestra sociedad».
Veamos en apretada síntesis cuáles han sido los resultados alcanzados por la Alianza País con la Revolución Ciudadana.
A partir de 2007, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) fue de 4,5 % de promedio anual, y los aportes a la inversión pública alcanzaron 25 % lo cual sirvió para combatir la desigualdad y reducir los índices de pobreza mediante políticas económica-sociales realistas y dinámicas.
Ese por ciento cayó en el presente año debido a la baja en los precios del petróleo, principal producto de exportación y entrada de divisas de la nación, además de grandes pérdidas materiales y humanas por los fuertes terremotos que afectaron al país.
Pese a esos inconvenientes, la Revolución Ciudadana ha continuado superando la historia de exclusión e injusticias arraigadas en Ecuador a lo largo de décadas.
Un paso fundamental para alcanzar logros sociales superiores fue la recuperación y fortalecimiento de la soberanía sobre los recursos de la nación y en específico la rama petrolera, lo cual permitió que el Producto Interno Bruto (PIB) de la nación andina pasara de 46 000 millones de dólares en 2007 a 110 000 millones de dólares en 2016.
El crecimiento económico unido a una destacada política social facilitó al gobierno construir decenas de escuelas, hospitales, miles de kilómetros de modernas carreteras e hidroeléctricas.
En 2016, las familias ecuatorianas pudieron cubrir un 94 % de la canasta básica con sus ingresos, mientras que antes solo llegaba al 60 % de cobertura.
Con una inversión en la salud pública de más del 700 %, y en educación del 400 %, se impulsó la gratuidad de esos importantes sectores en todos los pueblos y ciudades; creció la asistencia a los ancianos y el apoyo a madres solteras cabezas de familias, mediante el Bono de Desarrollo Humano otorgado a cerca de 2 000 000 de beneficiarios.
El desempleo se ubicó en 4,5 %, una de las más bajas del continente, la pobreza se ha reducido a 7 % a la par que el sector no petrolero creció un 9 %.
El bono de 50 dólares mensuales facilita que las madres envíen a sus hijos a las escuelas (donde reciben además alimentación) con la consecuente disminución del trabajo infantil al no tener que participar ellos en ayudar al sustento familiar.
Bajo esa fórmula se ha eliminado casi por completo el trabajo infantil, al sacar de esa esfera a cerca de 550 000 niños y niñas. La desnutrición en menores bajó a alrededor del 9 %.
Así las cosas, el Partido Alianza País cuenta para las venideras elecciones con un importante aval político, económico y social en beneficio del pueblo, cuyos habitantes serán los encargados de decidir en las urnas si darán el apoyo a la candidatura Lenin Moreno-Jorge Glas o se inclinarán por volver a las oscuras noches neoliberales.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.