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Eduardo Cunha, moralmente descalificado, manda a juicio a una mujer justa y ética

Fuentes: Alainet

El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, está acusado de graves delitos: de beneficiario del Lava-Jato (sobornos de Petrobras), de cuentas no declaradas en Suiza, de mentiras descaradas como la más reciente, en una conferencia de prensa, al declarar que el diputado André Moura fue llamado por el Jefe de la Casa Civil, […]

El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, está acusado de graves delitos: de beneficiario del Lava-Jato (sobornos de Petrobras), de cuentas no declaradas en Suiza, de mentiras descaradas como la más reciente, en una conferencia de prensa, al declarar que el diputado André Moura fue llamado por el Jefe de la Casa Civil, Jacques Wagner, a una conversación con la presidenta Dilma Rousseff para negociar la aprobación de la CPMF (impuesto a las transacciones financieras) a cambio del rechazo a la admisibilidad de un proceso en su contra en el Consejo de Ética del Parlamento. Repetidamente afirmó que la Presidenta en su pronunciamiento mintió a la nación al decir que nunca se sometería a ninguna negociación política.

Quien mintió no fue la Presidenta, sino el diputado Eduardo Cunha. Su aliado incondicional, el diputado Andre Moura, no fue a negociar con la presidenta Dilma, como lo testificó el ministro Jacques Wagner. Vale la pena subrayar: quien mintió al público brasileño fue Eduardo Cunha. Imitando a Fernando Pessoa diría: él, mentiroso, miente tan perfectamente que no parece mentira las mentiras que repite siempre.

Es mentira que su veredicto fue estrictamente técnico. Puede ser técnico en el texto, pero es mentiroso en su contexto. Lo técnico nunca existe aislado, sin estar conectado a un tiempo y a un interés. Es lo que nos enseñan los filósofos críticos. Él desencadenó el proceso de destitución de la Presidenta, justamente, cuando supo que perdería en la votación en el proceso en su contra, a pesar de todas las presiones y chantajes sobre el Consejo de Ética, luego de que los tres representantes del PT anticiparon que se pronunciarían por la aceptación, lo que, después, podría significar su condena.

Lo que hizo fue un acto de venganza mezquina de quien perdió la noción de la gravedad y de las consecuencias de su acto rencoroso.

Es una vergüenza que la Cámara esté presidida por una persona sin ningún apego a la verdad y a lo que es correcto y decente. Manipula, presiona a diputados, crea obstáculos al Consejo de Ética. Es aún más vergonzoso que él, cínicamente, presida una sesión en la cual se decide la aceptación del juicio político de una persona muy correcta e irreprochable como es la presidenta Dilma Rousseff.

Si Kant enseñaba que la buena voluntad es el único valor sin ningún defecto, porque si tuviera un defecto, la buena voluntad no sería buena, entonces Eduardo Cunha encarna lo contrario, la mala voluntad, como la peor de las virtudes, porque contamina todos los demás actos, armados para sacar ventajas personales o perjudicar a otros.

Su acto irresponsable puede llevar a la nación hacia un grave retroceso, sacudiendo a la joven democracia, que, con víctimas y sangre, fue duramente conquistada. No podemos aceptar que un delincuente político, carente de sentido democrático y de aprecio al pueblo brasileño, nos imponga además este sacrificio.

Hago un llamado explícito al Fiscal General de la República, Dr. Rodrigo Janot, y a toda la Corte Suprema Federal: pesen, sopesen y consideren las muchas acusaciones pendientes contra Eduardo Cunha en el ámbito de la Justicia. Estimo que existen suficientes razones para sacarlo de la presidencia de la Cámara y que vaya a responder ante los tribunales por sus actos.

La misión de esta más alta instancia de la República, así estimo, no se limita a salvaguardar la Constitución y la interpretación correcta de sus artículos, sino que junto a ello, debe velar por la moralidad pública, cuando ésta, gravemente herida, puede constituir una amenaza al orden democrático y, eventualmente, conducir al país hacia un golpe contra la democracia.

Más que otros ciudadanos, son sus excelencias los principales cuidadores de la salud política y de la salvaguardia del orden democrático en un Estado de derecho, sin el cual nos sumergiríamos en un caos con consecuencias políticas impredecibles. Brasil reclama una actuación valiente y decidida de vuestras excelencias, como últimamente, han demostrado de manera ejemplar.

Leonardo Boff, ex profesor de ética en la UERJ.

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/174018

(Traducción ALAI)