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EE.UU., el golpazo a la economía está todavía por llegar

Fuentes: Sin permiso

Ahora que (casi) han concluido las elecciones norteamericanas, hay más razones para no tener demasiada confianza en el futuro. No el del mundo —sobre el que se extiende la amenazadora ola de la pandemia, mortífera, obscureciendo otra tragedia, y bastante más aterradora: la del cambio climático— sino el de los Estados Unidos y, sobre todo, de su economía.

Ha ganado Biden y la perspectiva de una autocracia que domine el planeta se ha convertido en algo cada vez menos probable, pero todos los problemas están ahí y se pudieron ver en el voto. Porque la economía más rica de la Tierra – rica en general, pero en la que solo el 1% posee tres cuartas partes de la riqueza y todas las palancas de poder — se va encontrando con que está atascada en medio de la autopista y sin saber adónde ir.

Norteamérica ha sido siempre la vanguardia del capitalismo, el laboratorio de soluciones progresistas, el lugar elegido para la consagración de los modelos. La edad dorada del capitalismo salvaje, descrita por Mark Twain con satírico realismo, el New Deal de Roosevelt tras la Gran Depresión – muy “norteamericano”, aunque se basara en las teorías formuladas por ese dandy británico, John Maynard Keynes — y las políticas de gestión de la demanda y el Estado del Bienestar, la desregulación de Reagan, el neoliberalismo del Consenso de Washington…Todos ellos proceden de allí, de esa tierra de oportunidades. Sin embargo, es precisamente en los Estados Unidos, impávido promotor de la globalización desregulada, donde ésta ha producido sus efectos más agudos entre todas las economías avanzadas.

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