Sin ánimo burlesco y mucho menos de avivar confrontación alguna, llamo la atención sobre el hecho concreto de que en las últimas semanas no he escuchado ni leído acerca de nuevas amenazas contra el mundo, a las que representantes y portavoces del gobierno de Estados Unidos nos tenían acostumbrados, al despertar o cualquier hora del […]
Sin ánimo burlesco y mucho menos de avivar confrontación alguna, llamo la atención sobre el hecho concreto de que en las últimas semanas no he escuchado ni leído acerca de nuevas amenazas contra el mundo, a las que representantes y portavoces del gobierno de Estados Unidos nos tenían acostumbrados, al despertar o cualquier hora del día.
Tengo por hábito estar pendiente de las redes sociales, los medios alternativos de comunicación, por pequeños que sean, además de la escasa prensa seria internacional, y realmente no he constatado una coacción o intimidación proveniente del Pentágono o de la Casa Blanca. Si alguien tiene alguna prueba contraria que me rectifique.
Más bien Washington, seguido de sus fieles aliados europeos, anda como los millones de roedores que inundan las alcantarillas de Nueva York, y choqueado por lo que ha significado para «Occidente» las efectivas operaciones de Rusia contra el terrorismo en Siria, y en el Oriente Medio.
Los gobernantes de Estados Unidos están como asombrados. Ni el Pentágono, ni la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ni cualquier otra entidad de sus servicios especiales tenían calculada la capacidad de Rusia para golpear con efectividad, precisión y sin «daños colaterales», a los terroristas del Estado Islámico (EI).
También les tomó por sorpresa que en un tiempo tan reducido Moscú pudiera poner algún orden y darle un vuelvo al caos creado por Washington y los regímenes europeos en Siria, y en varios de sus países cercanos, a través del EI.
La Casa Blanca y su inquilino, el presidente Barack Obama, parecen estar montados en un avión que viaja con piloto automático, sin percatarse de tormentas de arena y vientos atmosféricos que están variando el mapa geopolítico mundial, más rápido incluso de lo que vaticinaban expertos internacionales.
Estados Unidos, con su prepotencia de gran nación, siempre ha subestimado a los demás, y ello en no pocas ocasiones ha llevado a sus «tanques pensantes» a cometer serios errores de cálculos, como el actual con Rusia, ya con costos importantes para el Imperio en declive.
Un analista ponderado me comentó que no obstante su estado de shock, Washington no es de confiar, y tampoco es bueno hacer augurios exagerados, lo cual Rusia parece tener esclarecido.
El citado experto apuntó que Moscú seguirá apostando a una actuación serena, cautelosa, sorpresiva y contundente, en dependencia del comportamiento de la Casa Blanca.
En realidad así lo ha hecho el presidente Vladímir Putin ante las sanciones impuestas a Rusia por Estados Unidos, para las que utilizó a Ucrania como pretexto, y embarcó a la Unión Europea (UE) en el mismo avión azotado por los vientos de transformaciones universales.
Por cierto, los países que integran la UE han sido los más afectados por las medidas económicas de la Casa Blanca contra el Kremlin, y ahora no saben cómo salir del pantano en que se metieron por orden de su «aliado jefe».
Nadie duda que la ofensiva de Rusia en Siria frente al terrorismo ha sido un claro mensaje al mundo y especialmente a Washington, que no lo esperaba ni había previsto.
Sin triunfalismos, Estados Unidos parece estar en un conteo de protección, con escasas posibilidades de levantarse de la lona y más bien a punto de tirar la toalla, aunque utiliza a la vez sus armas mediáticas para mostrar otra cara.
https://www.youtube.com/watch?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.