Hay una certeza generalizada entre los especialistas: La no reactivación plena del consumo y la suba del desempleo (EEUU ya toca una tasa récord) complica todas las variables de la recuperación económica. Y hay una duda extendida: Qué va a pasar con la industria y con los mercados financieros y bursátiles cuando se retiren los fondos de estímulos estatales. Este escenario, marcado por la incertidumbre y el escepticismo, se contrapone con la euforia de los gobiernos centrales y de las autoridades económicas mundiales que anuncian un «fin de la recesión» casi por decreto.
La percepción generalizada entre los especialistas es que la debilidad de la demanda consumidora en EEUU, impulsada por el alto desempleo, el difícil acceso al crédito y el estancamiento (o reducción) de los salarios, es la principal amenaza a la sostenibilidad de una débil recuperación económica.
Lo que se puede percibir claramente es un fuerte contraste entre los anuncios de salida de la recesión por parte de la Casa Blanca y de la Reserva Federal , y los datos oficiales que siguen mostrando tendencias negativas, o una recuperación débil, que no alcanza -según los especialistas- para una recuperación plena de la economía en variables claves como el consumo, el crédito y el empleo.
Wall Street abrió el viernes en negativo después de que las estadísticas sobre el desempleo resultaran peores de lo esperado poniendo en duda la recuperación económica.
La economía estadounidense suprimió 263.000 empleos en septiembre (frente a a previsiones de los economistas) y la tasa de desempleo en la mayor economía del mundo se sitúo en el 9,8 por ciento, su récord más alto en 26 años.
En agosto, se habían suprimido 201,000 empleos y 304,000 en julio, señaló el Departamento de Trabajo en su informe mensual sobre el empleo.
De esta manera, el número de personas empleadas ha caído por 21 meses consecutivos. Desde el comienzo de la recesión en diciembre de 2007, el número de personas sin trabajo en EE.UU. ha aumentó en 7.6 millones hasta alcanzar 15.1 millones de desocupados en el presente.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial advirtieron el viernes de que la recuperación económica mundial podría fracasar si los Gobiernos retiraran sus medidas de rescate demasiado pronto.
Refiriéndose a los pronósticos optimistas de salida de la recesión el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, dijo en una conferencia de prensa que «El peligro hoy en día es el de la complacencia».
«Será más difícil convencer a los países para que cooperen en la lucha contra varios de los problemas que condujeron a esta crisis que puso en riesgo el estilo de vida de millones de personas», sostuvo.
El director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, también empleó la palabra «complacencia» para describir el riesgo de los errores en las políticas.
Strauss-Kahn dijo que los Gobiernos podrían verse tentados a retirar sus fondos de rescate bancarios y empresariales demasiado pronto.
Una encuesta realizada recientemente por The Wall Street Journal entre los 50 economistas más notorios de EEUU, reveló tres items de riesgos principales que conspiran contra la recuperación económica en EEUU: 1) La desocupación y la debilidad de los mercados laborales, 2) La fragilidad del sector del consumo, 3) El déficit presupuestario y el endeudamiento público que generan los salvatajes estatales a bancos y empresas.
El jueves el Fondo Monetario Internacional (FMI) informó que la economía estadounidense empezó a salir de la recesión pero el crecimiento sostenido tardará en llegar debido al alto desempleo y a un sistema financiero «desequilibrado».
En 2009, la economía estadounidense se contraerá un 2,7%, y la expansión solamente se iniciará en la segunda mitad del año. «La economía estadounidense muestra señales crecientes de estabilización», señala el FMI, que atribuye ese giro al masivo estímulo económico aportado por el gobierno y la Reserva Federal.
Aunque el FMI espera un crecimiento de la economía de EEUU en lo que resta del año, señala que «los mercados siguen agobiados y esto tiene un efecto sobre la inversión y el consumo».
«Combinado con el impacto del desempleo creciente, la naturaleza temporal del estímulo fiscal y el crecimiento modesto en los países que son socios comerciales de EEUU, el crecimiento seguirá siendo lento y llegará al 1,5 por ciento en 2010», vaticina el Fondo. Y agrega: «Los mercados financieros siguen bajo estrés, y eso seguirá pesando en la inversión y el consumo».
De acuerdo con las previsiones del FMI, el desempleo llegará al 10% en la segunda mitad de 2010, lo que pesará en la recuperación del consumo interno, considerado clave para el desarrollo de la primera economía mundial.
Para el organismo el desempleo de agosto ya era de un 9,7%, y la crisis mundial que golpeó duramente al sistema financiero estadounidense dificultó el acceso al crédito. Eso podría conllevar un difícil periodo para su economía, con un crecimiento inferior al 2% «durante un tiempo considerable», según el FMI.
Las autoridades estadounidenses tendrán que hallar «una manera ordenada y apropiada de desmantelar el apoyo público para el sistema financiero» a medida que la economía se fortalece, dice el FMI, que señala que no hay que descartar más ayudas si se produce una recaída.
Los analistas, mayoritariamente proyectan la clave de la recuperación económica, o de una recaída, en la permanencia o no de los estímulos financieros estatales a los grandes bancos y empresas cotizantes en Wall Street.
Según The Wall Street Journal, aunque hay señales de que la economía global está creciendo, después de superar la peor recesión global desde los años 30, la severidad y el alcance de la crisis hacen que el ritmo de recuperación sea incierto.
Las paquetes de estímulo y otros programas que han implementado para reactivar sus economías son increíblemente costosos y dejan tras de sí déficit fiscales que reducen y lentifican el crecimiento.
Si mantienen los planes de ayuda, en especial los programas de estímulo fiscal, corren el riesgo de impulsar la inflación, y si los retiran demasiado pronto, podrían descarrilar la recuperación, señala el Journal.
El Fondo Monetario Internacional pronostica que los niveles de deuda del Grupo de los 20 países líderes industrializados y en desarrollo promediarán más de 100% del Producto Interno Bruto.
«Si los riesgos de una recaída se materializan y la recuperación flaquea, se necesitarán previsiblemente más medidas para apoyar la demanda por el lado fiscal», explica.
«Una vez la recuperación tome impulso y los problemas de producción empiecen a reducirse, el proceso de desmantelar las ayudas deberá empezar», dice el FMI. «El legado fiscal de la crisis es una trayectoria de deuda en ascenso, que podría convertirse en insostenible sin medidas de medio plazo significativas», advierte el informe.
La incertidumbre en torno a la recuperación global dificulta las decisiones que deben tomar los gobiernos del mundo, en especial el de EEUU que tiene el rojo fiscal y los datos negativos del consumo y del desempleo como una espada de Damocles sobre su cabeza.
Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI, advirtió el jueves que es demasiado pronto para empezar a retirar las medidas de estímulo, en declaraciones en francés a la cadena radial Europe 1. «Por el momento, el mayor peligro es una desaceleración demasiado rápida», señaló.
«Tenemos que cuidarnos de no cantar victoria de forma prematura», dijo la economista de la Universidad de Maryland Carmen Reinhart, que examina la historia de las crisis financieras en un libro elaborado con el economista de la Universidad de Harvard Kenneth Rogoff. «El mensaje al G-20 es que la situación, aunque alentadora, todavía es tenue», añade.
Santiago Carbó, consultor de la Reserva Federal de EEUU citado por el Fianacial Times, acude a una metáfora médica: «Si se retira radicalmente la medicación a un enfermo que está débil -y la economía dista mucho de haber vuelto a la normalidad-, se corre el riesgo de una recaída grave: más desempleo, más problemas para el sector financiero. Algo serio».
Dos Premios Nobel, los estadounidenses Paul Krugman y Joseph Stiglitz, elevaron sus críticas a los partidos republicano y demócrata por su condescendencia con Wall Street.
Krugman acusa al sector financiero de haber desatado el terremoto económico, «mientras muchos de sus tiburones amasaron fortunas mediante actividades que eran inútiles, si no destructivas, desde un punto de vista social».
El influyente economista denuncia que los «tiburones» siguen especulando, gestando animosidad y crispación en los contribuyentes, que han sido los bomberos de las principales instituciones: el Citi recibió en su momento un salvavidas de 45 mil millones del Estado y Goldman Sachs 10 mil millones de dólares.
Según el Nobel de Economía, no miden consecuencias, realizan operaciones «de alta velocidad» y excesivamente rentables, basadas en informaciones que la población en general desconoce. «Nos hemos convertido en una sociedad en la que el dinero con mayúsculas va a parar a los actores malos, es una sociedad que recompensa generosamente a quienes nos hacen más pobres», sintetiza Krugman.
Según las estimaciones oficiales, en todo el mundo los planes de «rescate» sumaron la astronómica cifra de USA 10 billones.
Mediante los estímulos estatales asignados al «rescate financiero», Wall Street y las bolsas mundiales reciclaron una nueva «burbuja» especulativa, no ya con dinero proveniente del sector privado, sino con fondos públicos (de los impuestos pagados por toda la sociedad) puestos compulsivamente al servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista al margen de una ascendente crisis de la economía real que marcha por vía paralela.
Como su consecuencia más inmediata, EEUU y los países centrales debieron endeudarse para solventar esos recursos con déficits en rojo que subieron por encima del 12 por ciento del Producto Bruto Interno.
Simultáneamente, la economía real del Imperio y de las potencias centrales colapsaban en todas sus variables, y una crisis social asomaba de la mano de los despidos masivos en Europa y EEUU.
Según sugiere Krugman, son los grandes bancos beneficiados por los rescates los que lanzan pronósticos y versiones de «extremo optimismo» sobre una recuperación de la economía que la mayoría de los especialistas no avizoran que esté ocurriendo.
Esta falsa percepción -señala- se extiende a Obama y a su equipo económico que mantienen vínculos demasiado estrechos con Wall Street. «Obama no estaría viendo lo obvio; es decir, no entiende por dónde pasa la realidad y eso es demasiado grave», apunta Krugman.
Joseph Stiglitz, por su lado, afirma que la crisis global no ha concluido: no ha finalizado la expulsión de mano de obra, el consumo sigue siendo débil (y se mantendría así por un buen tiempo), y si se mantiene el desempleo por encima de la tasa del 10 por ciento, habrá mayor morosidad. No se le ha puesto fin a la montaña de las deudas de las familias. Las causas que llevaron a la burbuja creada en los últimos años están presentes, resume el Nóbel de Economía.
Otro economista estadounidense, Jeffrey Sachs, afirma que la desocupación sigue creciendo en EEUU y en Europa, mientras que la recuperación económica será lenta, con lo cual la problemática de protesta social, seguirá estando en la agenda de los gobiernos.
Los especialistas coinciden en general que los billonarios paquetes de estímulo con fondos públicos (dinero de los impuestos) lanzados por el gobierno federal (primero por Bush y luego por Obama) han ido a parar a los mercados financieros creando una «burbuja» especulativa que hace subir las bolsas desde hace más de cuatro meses, mientras en el resto de la economía persisten la desocupación y la baja demanda del consumo.
Hay una certeza generalizada entre los especialistas: La no reactivación plena del consumo y la suba del desempleo complica todas las variables de la recuperación económica. Y hay una duda extendida: Qué va a pasar con la industria y con los mercados financieros y bursátiles cuando se retiren los fondos de estímulos estatales.
Este escenario, marcado por la incertidumbre y el escepticismo, se contrapone con la euforia de los gobiernos centrales y de las autoridades económicas mundiales que anuncian un «fin de la recesión» casi por decreto.