Venezuela viene denunciando la existencia de un plan golpista en su contra. Como los anteriores, detrás de esa maniobra están las autoridades norteamericanas. La Unasur y Celac respaldan a Nicolás Maduro. Está escalando la campaña estadounidense para derribar al presidente Maduro que ganó legítimamente las elecciones de 2013. Tomando nota de esa mayor temperatura golpista, […]
Venezuela viene denunciando la existencia de un plan golpista en su contra. Como los anteriores, detrás de esa maniobra están las autoridades norteamericanas. La Unasur y Celac respaldan a Nicolás Maduro.
Está escalando la campaña estadounidense para derribar al presidente Maduro que ganó legítimamente las elecciones de 2013. Tomando nota de esa mayor temperatura golpista, ayer se reunían cancilleres de Unasur en Montevideo, entre ellos el ecuatoriano Ricardo Patiño y los de Venezuela, Delcy Rodríguez; de Colombia, María Angela Holguín y de Brasil, Mauro Vieira, más el titular de Unasur, Ernesto Samper.
A medida que la situación se ponga más peligrosa habrá otras reuniones de Unasur y la Celac, que en su reciente cumbre de Costa Rica, con 29 de los 33 presidentes miembros, incluyó un pronunciamiento de apoyo al gobierno bolivariano.
Maduro recibió en el Palacio de Miraflores a Samper y le reiteró las denuncias contra el injerencismo norteamericano, con el material acumulado de las últimas semanas.
Entre otros signos de esas maniobras, Venezuela hace hincapié en las declaraciones del vicepresidente Joe Biden en contra de Petrocaribe, en una reunión sostenida con autoridades caribeñas. El vice confió a algunas de éstas que el deseo de Estados Unidos es cambiar el gobierno venezolano sin importar que fue electo hace menos de dos años.
El mandato del sucesor de Hugo Chávez llega hasta 2019, un plazo demasiado largo para las expectativas norteamericanas y de la derechista Mesa de Unidad Democrática (MUD). Esas elecciones quedan demasiado lejos…
En ese tema petróleo, las autoridades norteamericanas organizaron una reunión de países centroamericanos y caribeños en Washington, donde volvieron a la carga contra Petrocaribe. Además de los costados propiamente políticos, en esa embestida hay asuntos de negocios. El imperio ha robustecido sus reservas gasíferas y petroleras, en particular tiene planes ambiciosos de gas y crudo no convencionales. Quiere vender sus productos a esos vecinos y robar clientes a Venezuela.
En esa puja comercial puede resultarle difícil ganar la apuesta, teniendo en cuenta los precios preferenciales, formas de pago y otras ventajas de Pdvsa. En Petrocaribe están Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba, Dominica, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y Las Granadinas, Surinam y Venezuela.
Durante enero el mandatario venezolano estuvo en China y luego visitó Arabia Saudita, Qatar y Argelia, buscando armonizar una estrategia ante el derrumbe de los precios del barril, de 90 dólares se había desplomado a 40. Luego fue recibido por Vladimir Putin, cuando se reafirmaron acuerdos y se firmaron otros. Esa gira internacional fue muy positiva y desairó los pronósticos de la derecha venezolana y su socio mayor norteamericano. Apostaban a que «Maduro no regresa al país».
Enemigo interno
El bolivariano sí regresó, con un balance muy positivo. Una movilización popular fue a recibirlo al aeropuerto de La Guaira para hacer luego un acto político en Miraflores. Con el frente externo consolidado, allí se anunció una contraofensiva en el frente interno, apuntada a derrotar a los grupos empresariales que desabastecen y encarecen los productos, además de contrabandearlos a Colombia. Hacen todo eso para estimular la desesperación de los sectores populares que por esos procedimientos muchas veces carecen de artículos elementales para vivir, desde alimentos hasta papel higiénico pasando por medicamentos, etc.
Por eso el 27 de enero se formaron en el distrito Capital y en el estado de Miranda, gobernado por el opositor Henrique Capriles, los primeros comités populares-militares para librar la «guerra económica».
El gobierno, los sindicatos y demás organizaciones sociales, el gobernante PSUV y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) conforman esos comités, que se extendieron a muchos otros estados. La idea es controlar y evitar las maniobras de acaparamiento y contrabando, incautar los productos y venderlos a precios justos por medio de redes del Estado pero también de pequeños comerciantes.
Esa ofensiva dio en el blanco. El ministro para la Seguridad y Soberanía Alimentaria, Carlos Osorio, declaró que ocuparon más de 2.500 toneladas de productos almacenados en depósitos de empresas privadas, como en «Empresa Cárnica 2005», en el estado de Falcón. Le abrieron un procedimiento a la cadena Farmatodo por incurrir en irregularidades. Lo tienen bajo la lupa a Mauricio Tancredi, titular de la corporación Consecomercio. Los venezolanos han podido paliar esas situaciones de escasez que no eran responsabilidad del gobierno sino de cúpulas empresariales que tienen sintonía con los partidos de la MUD y los planes norteamericanos.
Según un estudio de la empresa Hinterlaces, el 84 por ciento de los encuestados considera que los empresarios son los responsables de la falta de productos y alzas injustificadas de precios. Esa lectura supone una victoria política del oficialismo.
El 2015 -que no será nada fácil para el gobierno- ha comenzado más favorable a los bolivarianos de lo que se pensaba a fines de 2014, cuando la oposición se regodeaba con la perspectiva de un estallido social. Este cálculo se basaba en la posible confluencia de dos factores de mucho peso: la inflación y desabastecimiento de productos básicos, de una parte, y el desplome de los precios internacionales del petróleo, la yugular de la economía venezolana, por la otra.
No es que los graves riesgos hayan desaparecido, pero el primer mes y medio del año ha mostrado un gobierno con iniciativa internacional y doméstica. Maduro presidió la mesa directiva del PSUV y alistó a su fuerza para proclamar en marzo sus candidatos y resolver las candidaturas en internas en junio próximo, de cara a los comicios legislativos de este año. El acuerdo es que al menos el 50 por ciento de los candidatos deben ser jóvenes de 21 a 30 años de edad, y la mitad mujeres.
Obama también
En los últimos días hubo nuevas agresiones desde Washington y la prensa que sintoniza la onda del Departamento de Estado, aún desde otros países. El diario español ABC calumnió al titular de la Asamblea Nacional y vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, calificándolo como cabecilla de un cartel del narcotráfico. Otras publicaciones locales, El Nacional y Tal Cual, repitieron esa información, por lo que Cabello anunció el inicio de acciones legales contra el diario español y sus ecos venezolanos, voceros de prensa de la MUD.
Como para darle alguna verosimilitud a esas denuncias, algunos personajes que en su momento fueron colaboradores de Chávez y que luego traicionaron a su país, exiliándose en EEUU, hicieron declaraciones en sintonía con esa campaña desestabilizadora. Por caso un ex integrante de la guardia presidencial, Leasmy Salazar, fue reclutado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA).
Este personaje y otros militares que habrían sido también captados por EEUU, procuran dar justificativos al mundo de la campaña golpista, que tuvo un jalón en diciembre del año pasado. El Capitolio votó entonces una ley con sanciones contra Venezuela, pretextando «la Defensa de los Derechos Humanos y Sociedad Civil de Venezuela», cuando en realidad habían sido la derecha y ultraderecha, y el opositor Leopoldo López, quienes promovieron violentas manifestaciones para «echar a Maduro». En esos disturbios o guarimbas comenzados en febrero pasado hubo 43 muertos y 800 heridos.
López está en la cárcel de Rama Verde y para la campaña imperial es un héroe, por eso fueron a darle apoyo dos ex presidentes de orientación derechista: Andrés Pastrana y Sebastián Piñera. El gobierno les negó el ingreso a Rama Verde.
Tratando de meter una cuña al interior de la Casa Blanca, el presidente venezolano dijo en su programa de radio y televisión «En contacto con Maduro»: «creo que esas acciones (desestabilizadoras) se desarrollan a espaldas de Obama. Es la mafia de Miami quien impone la política hacia Venezuela».
Eso lo expresó en su programa del 3 de febrero, pero seis días más tarde, la presidencia de EEUU difundió su documento «Estrategia de Seguridad Nacional para 2015». Allí hay menciones descalificadoras contra Venezuela y pronósticos de masivas protestas -nada inocentes ni pacíficas- contra Maduro. La cancillería venezolana emitió ayer un comunicado afirmando que la mención a Venezuela en ese documento «atenta contra la paz, la democracia y la estabilidad mundial». Añadió que «muestra la intervención sistemática estadounidense con el fin de desestabilizar las instituciones constitucionales y amenazar los derechos humanos».
En estos últimos años la estrategia estadounidense, por caso en Argentina, apostó al llamado «golpe blando». En Venezuela, el que propinaron Bush-Aznar y Fedecámaras en 2002 fue un golpe bien sangriento. El intentado en febrero de 2014, ídem. Y ese es el perfil del que actualmente está en curso. Pareciera un contrasentido que cuando Obama negocia pacíficamente con Raúl Castro, se endurezca con Maduro. Pero no hay tal contradicción: creen que si desbaratan a la revolución bolivariana, Cuba será más débil y vulnerable en la mesa de negociación.