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EEUU ve éxitos, la población catástrofes

Fuentes: IPS

  Cuando Estados Unidos habla del «éxito» de su estrategia de seguridad en Iraq, la población sólo ve evidencias de una catástrofe. Cuando las fuerzas de ocupación destacan la paz y tranquilidad, los iraquíes sólo encuentran un silencio que da miedo. Y cuando los militares estadounidenses mencionan la disminuición de la violencia, muchos iraquíes simplemente […]

 
Cuando Estados Unidos habla del «éxito» de su estrategia de seguridad en Iraq, la población sólo ve evidencias de una catástrofe. Cuando las fuerzas de ocupación destacan la paz y tranquilidad, los iraquíes sólo encuentran un silencio que da miedo.
Y cuando los militares estadounidenses mencionan la disminuición de la violencia, muchos iraquíes simplemente no entienden de qué están hablando.

Centenares de personas murieron por explosiones en Bagdad el mes pasado, a pesar de las estrictas medidas de seguridad adoptadas por Estados Unidos.

El número de muertes es alto, según el sitio web de la organización Iraq Coalition Casuality Count, que ofrece información sobre las bajas de civiles y militares. En enero perdieron la vida 485 civiles, pero «la cifra real es aún más alta», señala.

El promedio mensual en 2005 fue de 568 muertes civiles. En enero de 2006, el mes previo a la estrategia «embate» (surge) lanzada por Estados Unidos para garantizar la seguridad en Bagdad, 590 civiles perdieron la vida.

Muchas de esas muertes ocurrieron en las áreas más custodiadas de la capital iraquí.

«Dos coches bomba estallaron en Jadriya la semana pasada, el día de la visita» del secretario (ministro) de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, dijo a IPS un capitán de la policía que pidió mantener su nombre en reserva.

«Otro coche bomba mató a ocho personas e hirió a 20 el jueves pasado en el mercado Muraidy de Ciudad Sadr, aunque el ejército Mehdi, la milicia que dirige el clérigo Mudtada al-Sadr, provee protección. Ya no hay seguridad en este país», agregó.

Cuerpos no identificados de iraquíes asesinados por las milicias continúan apareciendo en Bagdad y otras ciudades. El gobierno dio instrucciones a los hospitales y las fuerzas de seguridad para que no informen a los medios de prensa sobre el número de bajas. Cada día se encuentran decenas de cadáveres, según personal de la morgue.

«No estamos autorizados a revelar el número, pero le puedo decir que recibimos cadáveres sin identificación todos los días», dijo a IPS un médico de esa dependencia.

«Los cuerpos que tienen rastros de tortura son de sunitas», una de las dos ramas principales de la fe musulmana, «asesinados por milicias chiitas. Los que tienen un balazo en la cabeza son usualmente policías, intérpretes o contratistas que trabajan para los estadounidenses», agregó.

Con su estrategia «embate», Washington desplegó 30.000 soldados adicionales, principalmente en Bagdad. Las fuerzas de ocupación suman hoy alrededor de 157.000 hombres. Su objetivo declarado era poner fin a la violencia y ayudar a la reconciliación política.

Pero, aunque una suerte de paz ha descendido sobre Bagdad, la población de esa ciudad, de seis millones de habitantes, está dividida según su pertenencia sectaria.

La Media Luna Roja iraquí informó que uno de cada cuatro residentes había sido forzado a abandonar su hogar, ya sea por la amenaza de los escuadrones de la muerte o la escalada estadounidense.

La organización indicó a fines de enero que 1,3 millones de habitantes de Bagdad habían sido desplazados.

Asimismo, informes de prensa señalaron que muchas zonas capitalinas en las que convivían fieles de las distintas ramas de la fe musulmana se han vuelto exclusivamente chiitas o sunitas.

A principios de enero, el portavoz de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Ron Redmond, informó que existen al menos 2,2 millones de desplazados internos y que un número similar de iraquíes abandonó el país.

Las tropas estadounidenses levantaron muros de cemento de tres o cuatro metros de altura en torno a ciertos barrios de la capital, forzando a sus residentes a elegir vivir en áreas ya sea chiitas o sunitas. Esto generó protestas y desplazamientos masivos.

Los sunitas parecen haber llevado la peor parte. Muchos iraquíes están indignados por el gran número de creyentes de esa rama del Islam detenidos como consecuencia de la escalada estadounidense contra la red terrorista Al Qaeda.

Pero eso significó que la mayor parte de las operaciones militares se desarrollaron en áreas sunitas como el distrito de Amiriya, en la zona occidental de Bagdad, donde sus habitantes realizaron una protesta, el 11 de febrero, contra el mal trato recibido a manos de las tropas estadounidenses e iraquíes.

«Estamos aquí para quejarnos de los arrestos injustificados. Esto ha llegado demasiado lejos con la excusa de combatir el terrorismo», dijo a IPS Salih al-Mutlag, jefe del Consejo del Diálogo Árabe en el gobierno de Iraq.

Al-Mutlag agregó que las detenciones continuaban en la zona occidental de la capital, a pesar de la aparente calma, gracias a la cooperación de los residentes con el ejército iraquí.

«Somos nosotros los que mejoramos la situación, sin interferencia de los estadounidenses ni sus títeres en el gobierno», dijo a IPS el ex mayor del ejército Abu Wussam.

«Negociamos con nuestros hermanos del movimiento de resistencia nacional, quienes aceptaron llevar adelante su actividad de una forma diferente a la que habían estado utilizando. Esto al parecer no gustó a los estadounidenses, y nos están castigando por ello, en lugar de liberar a nuestros detenidos, tal como habían prometido», añadió.

La aparente paz en las calles es consecuencia del creciente número de arrestos. En noviembre de 2007, Karl Matley, de la Cruz Roja iraquí, señaló que había más de 60.000 prisioneros en cárceles y otros centros de detención

Para agosto de 2007, a seis meses del comienzo de la escalada, el número de personas arrestadas por los militares se había incrementado 50 por ciento, según oficiales estadounidenses en Iraq. También informaron que 85 por ciento de ellos eran sunitas.

En consecuencia, antes que limar las diferencias políticas y ayudar a la reconciliación entre chiitas y sunitas, la estrategia parece haber tenido el efecto opuesto.

(* Ali, corresponsal en Bagdad, trabaja en estrecha colaboración con Dahr Jamail, especialista en Iraq de IPS, quien vive en Estados Unidos y ha escrito frecuentemente desde ese país y otros de Medio Oriente).