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Efecto Islandia. Hacia la sequía crediticia global

Fuentes: La Jornada

Ya es marzo , un mes muy complicado que probablemente marcará el decisivo punto de inflexión de las tendencias hacia el nuevo orden multipolar que sepultará la hegemonía del dólar de la otrora superpotencia unipolar.

Cuando los delirantes «sistemas de alerta temprana» y los hilarantes blindajes neoliberales garantizaban que no se repetirían los aciagos descalabros, tanto bursátiles como de las divisas, del cierre del siglo previo en los mercados emergentes/detergentes de Asia, Latinoamérica y Rusia, el pasado 22 de febrero estalló el efecto Islandia: se desplomaron su divisa y su bolsa de valores, que en forma absurda se había incrementado 282 por ciento. Los desquiciados mercados de Brasil y Sudáfrica provocaron pánico global de venta de bonos de alto rendimiento (The Financial Times, 23 y 24-2-06).

La divisa de Islandia, la corona, se desplomó 8 por ciento en dos días y arrastró, por efecto dominó, a las monedas de altos rendimientos de Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica (pertenecientes a la anglósfera), además de Hungría y Brasil, debido a la degradación de la deuda soberana de Islandia por la calificadora británica Fitch.

Islandia, que exhibe un insostenible 15 por ciento de déficit de cuenta corriente en relación con el producto interno bruto, había sido convertida en un vulgar paraíso fiscal, a la usanza caribeña, por el neoliberalismo global que gestó un género especial de carry trade (acarreo transaccional), donde los especuladores pedían prestado en euros a una tasa de 3 por ciento para ser colocados en bonos islandeses de mayor retorno.

Ambrose Evans Pritchard (AEP), investigador estrella de The Daily Telegraph, rotativo portavoz del neoliberalismo militar anglosajón-israelí, pone en evidencia la agonía del modelo monetarista, y en un artículo perturbador adelanta la «sequía del océano de crédito global» (24-02-06), cuyo epifenómeno lo representó el efecto Islandia, que desnudó las operaciones especulativas del célebre carry trade, que explica como «una máquina casi ilimitada de liquidez para los bancos y los hedge funds (fondos de cobertura de riesgo). Se puede pedir prestado a tasas de interés de casi cero en Japón o de 1 por ciento en Suiza, para dar represtado en cualquier parte del mundo que ofrece altos rendimientos, con bonos argentinos o bonos hipotecarios de Estados Unidos». En forma más profana, el carry trade significa pedir prestado «en corto» y dar prestado «en largo».

El mensajero pesa: AEP es hijo de una celebridad británica, Edward Evan Evans Pritchard, quien, bajo la influencia de Charles Gabriel Seligman y Bronislaw Malinowski, desarrolló la antropología social desde su cátedra de Oxford.

AEP, cercano al poder británico, es autor del libro feroz La vida secreta de Bill Clinton, y ahora exhuma los manejos irresponsables del carry trade, cuyas cifras son inconcebibles. El Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) estima que el año pasado la rotación de las divisas y las tasas de interés en el mercado especulativo de los derivados (cuya sede principal es Londres, y su commonwealth financiero, la anglósfera) alcanzó los escalofriantes 2.5 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón) al día (¡¡!!). ¿Será por ello que el jubilado Alan Greenspan fue a asesorar a Gordon Brown, el encargado de las finanzas británicas?

Cita a David Bloom, analista de divisas de HSBC, el principal banco británico: «El carry trade ha invadido cada instrumento financiero imaginable (…); todo está envenenado. Esto va a acabar el fin de año y las cosas van a ponerse muy feas», y critica que la «gente» tenga una opinión muy optimista sobre la «marcha del capitalismo, pero esto cambiará cuando pongan atención en los desequilibrios de EU».

AEP pone en relieve el efecto Islandia, un «movimiento que en la normalidad (sic) no hubiera sacudido a los mercados». Pero resulta que estos no son tiempos «normales», sino de franca turbulencia, cuando el aleteo de una mariposa provoca metástasis huracanadas, como reza la Teoría del caos, aplicada a las putrefactas finanzas del neoliberalismo global.

Refiere a Stephen Lewis, economista de Monumental Securities, quien comenta que «existen varios miles de millones de dólares en el carry trade que se desembrollarán cuando ya no exhiban ganancias. Cuando el banco de Japón empiece a elevar las tasas de interés podremos ver algunos efectos espectaculares». Se trata de una situación inédita en la historia financiera de la humanidad. AEP señala que el gobernador del banco central de Japón, Toshihiko Fukui, «dio una advertencia clara de que tal día está cercano, cuando afirmó que su país había salido de siete años de deflación».

Por cierto, el siempre temerario primer ministro nipón, Junichiro Koizumi, contradijo los asertos triunfales de su ministro de economía, Kaoru Yosano, de que Japón «había vencido a la deflación» (Ap, 26-02-06). Los japoneses están muy nerviosos porque saben bien que su decisión de elevar las tasas de interés equivale a un Hiroshima financiero para el mercado especulativo de dinero y divisas, y, por encima de todo, para el carry trade. El «momento de la verdad se acerca», sentencia Kenichiro Ikezawa, de Daiwa SB.

También en EUandan sumamente nerviosos: el vicepresidente Richard Bruce Cheney, al parecer con sobredosis etílica, se equivocó durante una cacería en un rancho texano y baleó en pleno rostro a su acompañante, a quien confundió con una codorniz. Luego, la semana pasada, nada menos que otro vicepresidente, este de la Reserva Federal, Roger Ferguson, presentó su renuncia mientras se desplegaba el efecto Islandia. Ferguson choca con la política de «objetivo inflacionario» de Ben helicóptero Bernanke, quien piensa arrojar todo el dinero del mundo, vía la impresión de billetes, desde un helicóptero, a partir del 23 de marzo. Sobre el efecto Islandia no ha aparecido ninguna nota en EU, ya no se diga de sus ultramontanas caricaturas locales.

AEP no dice que Ben helicóptero Bernanke cesará de publicar el M3 (una masa de liquidez monetaria) el 23 de marzo, ni que la inversión de la «curva de los rendimientos» (el mejor parámetro existente que pronostica una recesión) se ha vuelto negativa (situación poco común cuando las tasas de interés de largo plazo tienen rendimientos menores que las de corto plazo): ambos se encontraron en el camino del carry trade.

Todo el mundo conocedor anda intranquilamente angustiado, menos Fox y Ortiz Martínez, del Banco de México, quienes no cesan de expectorar monstruosidades. En China, Xiao Zhuoji, prominente asesor del gobierno, clamó por la descarga de sus reservas foráneas en dólares estadunidenses para reducir la exposición a los riesgos cambiarios (AFX News; 27-02-06). Según Xiao, el «dólar de EU no es nada estable». La misma fuente señala que del total de 819 mil 900 millones de dólares de reservas foráneas chinas, la divisa estadunidense participa «entre 60 y 80 por ciento». El impreciso diferencial es enorme: más de 160 mil millones de dólares. ¿Por qué existe tanta opacidad en temas de vida o muerte?

Se encuentran en juego grandes fuerzas: «inmensas compras de Bonos del Tesoro por los bancos centrales asiáticos, excedentes de petrodólares que regresan a los mercados de crédito de EU», comenta AEP, quien no podía despedirse sin referir al muy solvente Stephen Roach, economista en jefe de la correduría Morgan Stanley: el carry trade en sí mismo, en todas sus variantes, es causa mayor de peligroso exceso especulativo. Su atractivo compele tanto que crea una demanda artificial para activos susceptibles de ser prenda de éste, que tiene el potencial de convertir una apreciación normal (sic) de precios en los activos a proporciones de burbuja. La historia nos dice que los carry trade concluyen cuando los bancos centrales comienzan los ciclos de elevar las tasas de interés».

¡Adios Greenspan y Bernanke! Acaba mal el monetarismo centralbanquista anglosajón y empieza la nueva era tanto de la resurrección inevitable del oro como del ciclo financiero del noreste asiático, que posee la mitad del total de las reservas foráneas del mundo. ¿Cómo se llama el gobernador del banco central de China, quien tomará parte de las riendas monetarias del planeta? Dicen que se llama Zhou Xiaochuan. ¿Lo sabrán los texanizados Fox y Ortiz?