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El 6D a debate

Fuentes: Rebelión

En enero del año 2000 se sucedieron varios hechos que transformaron la vida política en Ecuador y se inició la posibilidad de hacer una historiografía inmediata a debate con el uso de la herramienta tecnológica del internet. El historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño junto a su colega español Carlos Barros difundieron en una comunidad […]

En enero del año 2000 se sucedieron varios hechos que transformaron la vida política en Ecuador y se inició la posibilidad de hacer una historiografía inmediata a debate con el uso de la herramienta tecnológica del internet. El historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño junto a su colega español Carlos Barros difundieron en una comunidad de historiadores por la página web de Historia a Debate ( http://www.h-debate.com/ ) un análisis del primero en simultáneo con los hechos del golpe de Estado que se estaba sucediendo en Quito, en la cual movimientos indígenas y militares de bajo rango (entre ellos Lucio Gutiérrez que luego sería presidente en el 2003 hasta ser destituido en el 2005) derrocaron al presidente Jamil Mahuad y atentaron contra el orden constitucional establecido, interpelando así la noción de democracia representativa, noción que ya se había comenzado a debatir en Venezuela.

Tales hechos son parte de las problemáticas de vigencia actual en Nuestra América y de interés para otros países y sus investigadores. El historiador, sensible a su tiempo, inquieto por el presente y esperanzado por el futuro, se adentra en el espacio del periodista, del cronista, del sociólogo, y asume la responsabilidad de analizar y relatar el tema de inmediatez y actualidad de un proceso en ejecución del cual es coetáneo. Su interés radica en divulgar y reflexionar con sus pares académicos y lectores críticos para así construir la historia de su tiempo.

Es así como trataremos de aportar un análisis sobre la situación venezolana desde las estadísticas electorales del 6 de diciembre de 2015 (6D), la historia política y cultural reciente, y la lectura crítica a los autores que se han tomado la tarea de interpretar los hechos al momento de suceder. Veamos:

Los resultados electorales del 6D

Los resultados de las elecciones parlamentarias del 6D no escapan a la Historia Inmediata ni al análisis de políticos e intelectuales, ya que, forma parte de un proceso lleno de contradicciones y constantes cambios que han afectado a la sociedad venezolana. Los cambios en las relaciones de poder político con la victoria de una coalición de partidos políticos de oposición al chavismo, nucleados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que se ha hecho con la mayoría calificada en la Asamblea Nacional (AN), desencadenaron una serie de críticas y autocriticas dentro del sector oficialista y, a su vez, un reagrupamiento de fuerzas opositoras, aliadas con medios de comunicación masivos y sector empresarial, con pretensiones de tomar más espacios en la esfera del poder político que aún mantiene un oficialismo desgastado pero no fenecido (no es un dato menor que la oposición obtiene la mayoría calificada con los tres diputados del sector indígena, más una importante votación en los sectores populares, datos de interés a revisar desde el chavismo).

La relación partidos políticos de oposición-mass media-empresarios es, en realidad, uno de los nódulos esenciales del problema político que existe en Venezuela, pero no el único que interese, ya que existen otros factores que emergen del conflicto como la reactivación del poder popular frente a la oligarquía financiera nativa, la tradicional burguesía nacional, propietaria de los medios de producción, y la reciente burguesía dominante, la elite chavista burocrática y corrupta que hace el juego contrarrevolucionario a las clases populares que en mayoría han creído en un proyecto revolucionario en democracia participativa y protagónica.

Pero, en algunos análisis maniqueos se observa que persiste con insistencia el discurso polarizado que concluye al 6D entre «ganadores y perdedores», o «buenos y malos». Los líderes políticos de oposición, sus intelectuales y medios se posicionaron del discurso del «voto castigo», e inmediatamente el presidente Nicolás Maduro y sus voceros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) aceptan la derrota electoral y responsabilizan a su militancia y a la «guerra económica» de la aplastante derrota electoral. Grave error de ambos, lecturas erradas, uno muy intencionado (audio de entrevista a coordinador de la MUD, Jesús Torrealba para Radio Francia Internacional: http://www.espanol.rfi.fr/americas/20151216-jesus-torrealba-la-victoria-de-la-oposicion-venezolana-fue-un-voto-castigo-y-esper ), y el otro con poco tacto político en sus declaraciones (video completo del presidente Maduro aceptando de inmediato la derrota y haciendo un análisis en caliente: https://www.youtube.com/watch?v=AyDRNX2oDd8 ; video del presidente Maduro donde se aprecia su molestia con el pueblo que no le apoyó a pesar de la entrega de viviendas: https://www.youtube.com/watch?v=BmsQm05-Zto ).

No existió el «voto castigo», ya que, la abstención es la que le gana las elecciones al chavismo no la oposición, es decir, comparamos el pico más alto de las últimas elecciones en Venezuela, la cual es fácil medir por la polarización política (cifras históricas CNE: http://www.cne.gob.ve/web/estadisticas/index_resultados_elecciones.php ), la oposición nucleada en la MUD llega a su pico más alto en las elecciones presidenciales del año 2013 con el candidato Henrique Capriles Radonski, en total suma 7.363.980 votos, en dos años alcanza la bicoca de 7.707.422 votos, aumenta es 343.422 votos de un universo de inscritos de 19.504.106 venezolanos y de 870.811 nuevos inscritos (diario Últimas Noticias: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/actualidad/politica/re-inscribio-mas-de-800-mil-nuevos-votantes.aspx ), en su mayoría jóvenes entre 18 y 25 años de edad.

El chavismo tiene su pico más alto en las elecciones presidenciales del año 2012 con el presidente fallecido Hugo Chávez, el total de esa elección fue de 8.191.132 votos, en tres años y tras la muerte del líder máximo del proyecto bolivariano e impulsor del socialismo del siglo XXI, el chavismo sólo obtiene 5.599.025 votos, que ya venían en descenso desde las presidenciales del 2013 (7.587.579). Son 2.592.107 votos que le faltan al chavismo en tres años, parte de esos votos chavistas han migrado hacia la oposición o a nuevos partidos como Marea Socialista (MS), pero su incidencia es marginal, en el caso de la migración a la oposición son votos de simpatizantes más no de militantes, es decir, el voto fuerte chavista se abstuvo de votar o votó nulo (25,75% de abstención total), en cambio el voto fuerte opositor, a diferencia de otras elecciones, sí salió a votar, trató de ganarle a la abstención de años anteriores y lo logró.

En cuanto a la llamada «guerra económica», el gobierno comete otro error en su lectura, al no asumir, a la par de la acometida fascista de algunos sectores externos e internos, su co-responsabilidad en esta crisis económica que viven los ciudadanos venezolanos en una sociedad colapsada por el modelo rentista, una sociedad de consumo que fue estudiada para ser atacada en el sector de alimentos y bienes materiales que son necesarios, y que el Estado no le provee a todos sus ciudadanos, por ello la gran importación de alimentos desde otros países (hay que examinar las expropiaciones, las empresas recuperadas por sus trabajadores, las empresas mixtas, y los créditos concedidos para la producción nacional). En palabras del economista Manuel Sutherland: la «guerra económica» se atribuye a la negación del empresario a vender mercancías (acaparar), venderlas muy caro (inflación inducida) o desviarlas a contrabando. Las tres actividades de la burguesía son absolutamente normales (con tan grandes diferencias de precios entre mercancías reguladas y las de mercado) y no tienen ninguna filiación política, sino puramente económica (Sutherland hace un análisis a profundidad sobre el problema económico y los resultados electorales en el siguiente artículo: http://www.aporrea.org/endogeno/a219402.html#151a7b1059fe6c82_151a7ab0d151d7ad_151a79e052e7a862__ednref1 ).

Pero, ¿por qué arriesgar tanto la base chavista y abstenerse de votar o votar nulo? Definitivamente la base se ha rebelado contra la cúpula del partido, la ineficacia del gobierno por mitigar la crisis económica y la inseguridad, la burocracia y la corrupción, que se resignan a morir en las instituciones del Estado-PSUV (en Venezuela se construyó el binomio de Estado-partido para lograr los fines del socialismo que se propugnan, hay que recordar que están dos modelos de democracia en pugna: uno que no ha muerto, la democracia liberal representativa; y otro que no termina de nacer, la democracia socialista participativa y protagónica que apuesta al Estado Comunal contra el Estado burgués); por otro lado es una abstención contra los candidatos ungidos por el partido, que en algunos casos fueron impuestos a la base por medio de la manipulación a los Consejos Comunales y las Unidades de Batalla Bolívar-Chávez (UBCH), pero aceptada, esa manipulación, por los militantes disciplinadamente.

¿Quién ha ganado el 6D? Para responder tomaremos en cuenta el análisis del politólogo argentino Atilio Boron en su artículo «La Trampa» ( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=206533&titular=la-trampa- ): Boron apunta a la transparencia y honestidad del acto electoral a través del Consejo Nacional Electoral (CNE), que termina siendo legitimado por el pueblo, oficialismo, oposición (a pesar de su bipolaridad electoral: cuando pierden es un sistema fraudulento y cuando ganan no es por un buen sistema sino que sus votantes salieron en multitudes a votar para no dar espacio a la trampa del CNE), medios (a pesar de sus campañas contra la institución) y las representaciones internacionales que se hicieron presentes en Venezuela. El sistema electoral venezolano en definitiva sale fortalecido de esta prueba a la que fue sometido, cuando de nuevo se tomaron unas elecciones, no presidenciales, como si fuese un plebiscito. Otro triunfo fue el de la paz: Maduro acepta la derrota electoral inmediatamente y el pueblo chavista, que siempre ha sido visto como hordas de salvajes, incultas y violentas dio una muestra de tranquilidad, tolerancia y de ser auténticamente democráticos, no como la civilizada parte de la oposición que en procesos electorales anteriores no aceptaron la derrota y participan de actos violentos (ejemplo: año 2013 http://www.infonews.com/nota/71026/cronica-de-la-violencia-opositora-en-venezuela , apuntes periodísticos sobre el clima de violencia generada desde la oposición en vísperas de las elecciones del 2013 y después de ellas ; y, año 2014 http://www.aporrea.org/medios/a187589.html , artículo del periodista venezolano Modesto Emilio Guerrero que relata por medio de una acuciosa investigación los hechos generados en febrero de ese año por la oposición radical que llamó a «la salida» violenta del gobierno de Maduro).

La cultura política chavista

El chavismo viene de una construcción desde hace 17 años. Ha permeado la historia política venezolana haciéndose su propio camino revolucionario a través de las reglas de la burguesía nacional y su mecanismo de legitimidad, el voto, convirtiéndose en una «cultura política chavista» que no fenece en una elección pues son mayoría social comprometida con un proyecto de país que se ampara bajo una Constitución de 1999 de avanzada social, antiimperialista y que prohíbe cualquier intento de restauración neoliberal (recomendamos la lectura del ensayo «Minoría política. Mayoría social» de Temir Porras: http://www.aporrea.org/actualidad/a219358.html ). Era entendible que la base con sentido crítico chavista se opusiera de manera tajante a la cúpula partidista, allí demostraba su madurez política contra imposiciones e ineficiencia. Pero, lo más rescatable aún es su sentido de lucha y reorganización rápidamente, son creativos para ello.

El chavismo no va aceptar atropellos a la Constitución ni a sus símbolos, un ejemplo de ello fue la convocatoria a defender el designado «Cuartel de la Montaña» (Museo Histórico Militar), a raíz de unas supuestas declaraciones de Jesús Torrealba (MUD) de acabar con el mausoleo donde reposan los restos de Hugo Chávez, sea cierto o no, el colectivo chavista organizado se movilizó a tomar esos espacios, que a su vez, los ha hecho suyos. El presidente Maduro comprendiendo la situación decide, por decreto, entregar el mausoleo a la custodia del pueblo organizado para que así no sufra ningún daño por parte de la oposición.

Se debe entender que hay una relación líder-pueblo muy íntima que no debe ponerse a prueba sino ser respetada, es parte de la religión secular que ha existido y existe cuando el dolor del pueblo es interpretado por un líder que hace lo posible por traducirlo en hechos concretos de bienestar.

La rebelión del poder popular

En Nuestra América se vienen dando insurgencias populares que han sido traducidas por líderes políticos de izquierda o centro-izquierda venidos de las márgenes de la esfera política tradicional (de las elite dominantes), sobre todo después de la implantación del neoliberalismo, a mediados de la década de 1970 pasando por la década de 1980 y 1990 (unas veces en dictadura y otras en democracia representativa), como modelo para lograr la estabilización económica con crecimiento en la región sin tomar en cuenta las particularidades productivas, económicas y capacidad de endeudamiento de cada país, todo esto bajo recetas de «más mercado» del Consenso de Washington, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, aceptadas por las elites políticas que aún pretendían mantener el poder (véase análisis comparativo Venezuela-Argentina por María Laura Lepre: http://www.revcienciapolitica.com.ar/num3art4.php ).

Es con el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela (1999); Evo Morales en Bolivia (2005); y, Rafael Correa en Ecuador (2006), que las llamadas «nuevas izquierdas», radicales y transformadoras de la democracia representativa, se hacen cargo de la inclusión popular en el Estado, ya no como simple ejecutor del voto sino como participante de las decisiones nacionales, regionales y locales, apostando por la integración nacional, la seguridad social, la participación popular, la eficacia social de la democracia y la redistribución de la riqueza («nuevas izquierdas» categoría conceptualizada por Carlos Vilas para diferenciarlas de la antigua izquierda bajo la tutela de la URSS y que en palabras de Vilas «…se orienta mayoritariamente a dotar a la democracia representativa de eficacia política para convertir en acciones de gobierno las aspiraciones populares y de gran parte de las clases medias a una más satisfactoria calidad de vida…»: http://cmvilas.com.ar/index.php/articulos/15-populismos/17-la-izquierda-latinoamericana-y-el-resurgimiento-de-regimenes-nacional-populares ; se recomienda también la lectura «Las dos izquierdas» de Teodoro Petkoff: http://nuso.org/media/articles/downloads/3263_1.pdf ; y, «La nueva izquierda» de José Natanson).

El primer cambio de cada uno, tras las crisis políticas y económicas en sus respectivos países, fue proponer un referéndum popular para la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, aprobado por el voto de las mayorías del pueblo, no en hemiciclos partidistas. A partir de allí se eligieron asambleístas de las diversas corrientes ideológicas por voto popular, se elaboró la constitución que se legitimó por el voto del pueblo, luego de campañas con explicaciones sobre los beneficios de las nuevas constituciones. Es decir, el «depositario del poder constituyente originario» es el pueblo y no la Asamblea Nacional o Congreso, quienes dentro del marco de la constitución pueden proponer pero se subordinan a la decisión y deseos del Poder Popular o Ciudadano.

En el caso venezolano es inmediatamente después del 6D que el pueblo chavista organizado y autoconvocado se ha dedicado a ejercer su poder y a exigirles a sus dirigentes, y a ellos mismos, ya que ciertas prácticas políticas burocráticas, corruptas y desleales han permeado a ciertos Consejos Comunales y Comunas. Las asambleas de calle son el día a día en Venezuela, abriendo un debate crítico, autocritico y de propuestas para afrontar la derrota política. En la asamblea de calle realizada frente al Palacio de Miraflores a unos días luego del 6D, toma la palabra un reconocido comunicador popular, Oswaldo Rivero, quien hace una serie de denuncias como la desmovilización popular por medio de los ministerios de Comunicación, Comunas y Cultura (ver: https://www.youtube.com/watch?v=tOgAN2m-wy4 ). No es fácil de asimilar tal denuncia pero debe tener cierta razón, ya que, la abogada y comunicadora social María Alejandra Díaz en una entrevista que le realizaron en el canal de tv del Estado (VTV) critica duramente el tipo de comunicación orientada desde el gobierno, la señala como panfletaria en vez de ser una comunicación política, lo cual atentó contra el proyecto bolivariano, además de no ser efectiva y veraz, al no aceptar las denuncias del propio pueblo (ver entrevista: https://www.youtube.com/watch?v=sdvL2LiqQJ8 ).

Es el constitucionalista Hermann Escarrá quien en el foro: 16 años de la constitución bolivariana (video: https://www.youtube.com/watch?v=nEEMvvrQI2c ), se atreve a incitar al pueblo chavista a tomar las riendas que le corresponde como «pueblo legislador» a través de la Ley Orgánica del Poder Popular, todo un blindaje a la revolución bolivariana dejado en vida por Hugo Chávez.

La derrota política ha surtido un efecto positivo en el pueblo chavista que sigue haciendo las demandas necesarias al gobierno (aunque la demanda del sector sexodiverso la ha ido ganando la oposición con la primera diputada transgénero del país), pero ahora haciendo valer su importancia como sujetos históricos claves para la transformación de la democracia liberal representativa en democracia socialista participativa y protagónica. De ser así estaríamos ante una verdadera revolución política, que profundizaría los cambios iniciados desde 1999, y que dejaría atrás a la autollamada «revolución de octubre» del 18 de octubre de 1945 que cambia la vida política del país al otorgar el voto universal, directo y secreto a los analfabetas, jóvenes y mujeres, además de convocar una Asamblea Nacional Constituyente que redactó la Constitución de 1947 (para historiadores como Manuel Caballero y Germán Carrera Damas seguimos en los tiempos de la democracia del «Trienio adeco»).

Es la hora de las comunas o nada, es la hora de los pueblos!!! Sino retrocederemos en el tiempo.

 

* Arturo Lev Álvarez / Docente-historiador / @Arthurbond / [email protected]

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.