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¿Crisis crediticia o el colapso de un timo Ponzi?

El agujero negro de dos billones de dólares

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Libera tu mente por un momento de todo lo que has oído y leído en la última década sobre inversiones en Wall Street y piensa en el siguiente modelo de negocios:

Llevas tus ahorros, ganados durante una vida duro trabajo, a una firma de Wall Street y te dicen que si «inviertes para el futuro a largo plazo» puedes esperar ingresos anuales superiores al 10 por ciento. Nunca sabrás realmente en qué invierten tu dinero porque va combinado con el de otros inversionistas y te presentan prospectos incomprensibles pero de aspecto legal. Los jefes de esas firmas de Wall Street han estado cobrando durante varios años masivos pagos para sí mismos, que van de 160 millones a mil millones de dólares por director ejecutivo. Mientras más dinero siga fluyendo de nuevas cuentas exóticas llamadas 401(k), Roth IRA, planes de ahorro para educación 529, y hedge funds (cada cual con restricciones cada vez mayores para el retiro de tu dinero y cada vez más intransparencia) todo parece perfecto en la superficie. Y luego, repentinamente, te dicen que muchas de esas firmas de Wall Street no tienen activo alguno que alguien quiera comprar. Porque esas firmas manejan tu dinero y tienen sus propias acciones que constituyen un gran porcentaje de tus inversiones combinadas, tus fondos comienzan a desplomarse a medida que la confianza desaparece del artilugio.

Ahora considera cómo describe Wikipedia un esquema Ponzi:

    «El Esquema Ponzi es una operación fraudulenta de inversión, que implica el pago de prometedores o anormalmente elevados rendimientos (o utilidades), que son obtenidos por la empresa que recaudó el dinero. En realidad esta estafa envuelve un proceso en donde las ganancias que obtienen ciertos inversionistas, son generadas gracias a nuevos inversores que caen engañados por las promesas de obtener grandes utilidades. El sistema funciona siempre y cuando crezca la cantidad de nuevos inversionistas en el sistema.

    Los esquemas Ponzi ofrecen a sus inversionistas grandes cantidades de utilidades en un corto periodo de tiempo, el sistema puede funcionar entre un corto o largo plazo, todo depende de la cantidad de nuevos inversionistas que se integren al negocio.

    El sistema Ponzi comúnmente está condenado al fracaso, ya que el promotor recibe poco o nula utilidad del dinero recibido.

    Las características típicas son:

    * Promesa de altos beneficios a corto plazo.

    * Obtención de beneficios financieros que no están bien documentados.

    * Dirigido a un público no financieramente responsable.

    * Se relaciona con un único promotor o una única empresa.

    Es evidente que el riesgo de inversión en las operaciones que hacen uso de esta práctica es muy alto. El riesgo es cada vez más alto al crecer el número de suscriptores en el sistema, ya que cada vez existen más dificultades para encontrar nuevos seguidores.

    En muchos países, esta práctica es un delito, ya que para todos los efectos resulta en un fraude.

    Ejemplo hipotético

    Se crea una compañía de no tanto capital, que ofrece un retorno de un 80 o 100%, de la cantidad que la persona invirtió, en unos seis meses. Pocas personas deciden invertir, pero al poco tiempo al ver o escuchar de los resultados deciden invertir.

    El negocio gracias a que logra atraer nuevos inversionistas, sigue subsistiendo durante una determinada cantidad de tiempo y todos reciben sus determinadas utilidades. El esquema llega a ser mucho más siniestro, ya que en ciertas ocasiones este puede durar entre unos pocos meses o en el caso de Pearlman’s 20 años.

    Este negocio funciona siempre y cuando los primeros inversionistas A, B, C inviertan su dinero y reciban utilidades gracias a que están recibiendo el dinero que invirtieron otros inversionistas por ejemplo X o Y, el sistema se mantiene siempre y cuando que los inversionistas nuevos crezcan en forma exponencial y puedan dar dinero para que este sea recibido por los inversionistas que invirtieron antes que ellos.

    Lo que permite que el sistema funcione en un principio y logre mantenerse otro largo tiempo, es que los primeros inversionistas recibieron una utilidad por parte del negocio, a su vez los inversionistas que reciben dinero tienden a mantener sus utilidades en la estafa (Ya que este en realidad ofrece grandes utilidades). Y a su vez aquellos inversionistas que toman su dinero y se marchan del sistema, aun así le brindan a este un gran beneficio que es el de decirle a otras personas las ventajas del sistema. A su vez la estafa trata de evitar que se retiren los inversionistas al ofrecer nuevos planes, que ya sean ofrezcan una mayor utilidad o en algunas ocasiones alrededor de la empresa estafadora, tratan de involucrar otros productos o servicios, por ejemplo podrían ofrecer la venta de una nevera, televisores etc. A precios realmente bajos, lo que les aseguraría que al la persona invertir en dicho objeto, va a permitir que el dinero se mantenga en el sistema y muy difícilmente salga de él.

    Tres cosas pueden suceder

    1. Los estafadores se escapan con el dinero y con las utilidades del negocio.
    2. El sistema colapsa por su propio peso, ya que la inversión baja y a su vez comienzan a haber dificultades para pagar (Cuando comienzan a tener problemas se corre el rumor y las personas comienzan a preguntar por su dinero, parecido a cuando quiebra un banco).
    3. El sistema se expone, ya que las autoridades revisan los libros contables de la «compañía» y descubren que gran parte de las utilidades que producen en realidad no existen. (Hay ocasiones cuando sucede esto que los intentos por parte del gobierno para clausurar el negocio son fallidos y los estafadores tienen el abuso de decir que no se les respetan los derechos y que no les dejan beneficiar al pueblo, caso similar al sucedido con Carlos Ponzi).

Considerando los resultados 1, 2 y 3 mencionados, la situación actual es la siguiente. Los promotores evidentemente no se han escapado como en el resultado 1. De hecho, se comportan como si supieran que no tienen nada que temer. Mientras más de 2 billones de dólares de dineros públicos son rápidamente inyectados a través de préstamos de la Reserva Federal y más de 125.000 millones de dólares en compras de valores del Tesoro de EE.UU. para salvar a esas firmas del colapso, los promotores se muestran codo a codo con el presidente electo en conferencias de prensa (El promotor de Citigroup, Robert Rubin); son presentados como gurús empresariales en el canal de negocios CNBC (el ex director ejecutivo de AIG y promotor, Maurice «Hank» Greenberg); son puestos a cargo de firmas zombis nacionalizadas como Fannie Mae (Herbert Allison, ex presidente de Merrill Lynch); pagan 26 millones y 42 millones de dólares, respectivamente, por nuevos alojamientos en 15 Central Park West en Manhattan, donde sus choferes tienen su propia sala de espera (Lloyd Blankfein, director ejecutivo de Goldman Sachs); Sanford «Sandy» Weill, ex director ejecutivo de Citigroup, quien puso su ático de lujo a nombre del fideicomiso de su mujer, tal vez olió algunas preguntas molestas por los 1.000 millones de dólares que sacó de Citigroup antes de que la Reserva Federal tuviera que ponerle un tubo de alimentación.

Definitivamente vemos todas las señales del resultado 2: el timo se cae por su propio peso; hay corridas y pánico en todo el globo, dondequiera Wall Street haya dejado su huella.

Pero el resultado 3 es el área de diferencia más fascinante con el esquema Ponzi clásico. Las autoridades legales han, por cierto, examinado los libros de estas firmas, excepto en un área que discutiremos posteriormente. Encontraron activos sin valor junto con deudas ocultas en el balance en lugar de verdaderos fondos de depositantes. En lugar de arrestar a los perpetradores y de clausurar los timos, las autoridades federales desarrollaron sus propios timos y bombearon 2 billones de dólares de dineros públicos para apuntalar a las firmas mientras dejaban en su sitio a los timadores. Igualmente sorprende que el Congreso no haya realizado ninguna investigación significativa. Esto ha hecho que muchos veteranos de Wall Street se pregunten si el problema no será que las firmas sean «demasiado grandes para quebrar» sino más bien que son «demasiado parecidas a Ponzi para procesarlas.» Imagínate la reacción mundial si se sabe que toda la charlatanería proveniente de los think-tanks y de los académicos de las mejores universidades de EE.UU. durante el último decenio sobre teoría eficiente de mercado y desregulación y el efecto goteo no fue otra cosa que una añagaza para un timo de Ponzi que ahora es apuntalado por un rescate del Departamento del Tesoro de EE.UU. y préstamos de nuestro banco central, la Reserva Federal.

Por suerte para los contribuyentes estadounidenses, Bloomberg News tiene algunas mentes inquisitivas, aunque el Congreso y los fiscales no las tengan. El 20 de mayo de 2008, el periodista de Bloomberg News, Mark Pittman, presentó una solicitud según la Ley de Libertad de la Información (FOIA) ante la Reserva Federal pidiendo información detallada sobre a quién el banco central estaba otorgando esos masivos préstamos y precisamente qué valores esas firmas estaban colocando como colateral. Bloomberg también quería detalles sobre «contratos con entidades externas que muestren que empleados o entidades están siendo utilizados para evaluar los Valores Relevantes y para conducir el proceso de préstamos.» Hasta ahora, nuestro intransparente banco central ha guardado silencio sobre todos los puntos.

Por ley, la Reserva Federal tenía hasta el 18 de junio de 2008 para responder a la solicitud según la FOIA. En lugar de hacerlo, según la demanda de Bloomberg: El 19 de junio de 2008, la Reserva Federal invocó su derecho de prorrogar el tiempo de respuesta hasta el 3 de julio de 2008. El 8 de julio de 2008, la Reserva Federal llamó a Bloomberg News para decir que estaba procesando la solicitud. La Fed volvió a llamar a Bloomberg el 16 de agosto de 2008: Alison Thro, asesora jurídica sénior y otra empleada, Pam Wilson, informaron al servicio noticioso de negocios que su solicitud iba a ser rechazada a fines de septiembre de 2008. No se recibió ninguna reacción ulterior de ningún tipo, incluyendo el rechazo. El 7 de noviembre de 2008, Bloomberg News presentó una demanda judicial federal contra el Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal, afirmando lo siguiente:

«Los documentos gubernamentales que busca Bloomberg son primordiales para comprender y evaluar la reacción del gobierno ante la crisis financiera más catastrófica en EE.UU. desde la Gran Depresión. El efecto de esa crisis sobre el público estadounidense ha sido y continuará siendo devastador. Cientos de corporaciones están anunciando despidos como reacción a la crisis, y la economía fue el tema principal para muchos estadounidenses en las últimas elecciones. Como reacción a la crisis, la Fed ha expandido ampliamente sus programas de préstamos a instituciones financieras privadas. Para obtener acceso a ese dinero público y para salvaguardar los intereses de los contribuyentes se exige que los prestatarios presenten colateral. A pesar del manifiesto interés público en tales temas, sin embargo, ninguno de los programas hace referencia en sí a alguna divulgación pública del colateral proporcionado o de los métodos de la Fed al avaluarlo. Por lo tanto, aunque los contribuyentes son la contraparte en última instancia para el colateral, no se les ha dado información alguna sobre el tipo de colateral recibido, cómo fue evaluado, o por quien.»

Como evidencia de que Bloomberg News no está empeñada en una hipérbole al utilizar la palabra «catastrófica» en una demanda judicial federal, considera los siguientes movimientos de precios de algunas de esas gigantescas instituciones financieras. (Todos los precios actuales son intradía el 12 de noviembre de 2008):

American International Group (AIG): Actualmente US$ 2.16; en mayo de 2007, US$ 72.00

Bear Stearns: Absorbido por JPMorganChase para evitar la quiebra; precio de la acción en abril de 2007, US$ 159

Fannie Mae: Actualmente 65 centavos de dólar; en junio de 2007, US$ 69.00

Freddie Mac: Actualmente 79 centavos; en mayo de 2007, US$ 67.00

Lehman Brothers: Actualmente 6 centavos; en febrero de 2007, US$ 85.00

Lo que todas las compañías en este artículo tienen en común es que estaban escribiendo contratos secretos llamados Credit Default Swaps (CDS) sobre cada una de las otras y/o entre una y otra. No se trata de los credit default swaps recientemente revelados por la Depository Trust and Clearing Corporation (DTCC). Se trata de los contratos que todavía mantienen ocultos y que están a la raíz del motivo por el cual los bancos de Wall Street no se prestan dinero mutuamente y por qué los valores de sus acciones se funden más rápido que un cono de nieve en julio.

Un Credit Default Swap puede ser utilizado por un banco para protegerse contra incumplimiento de préstamos que ha otorgado, comprando un tipo de seguro de otra parte. El comprador paga una prima por anticipado y anualmente y el vendedor paga el valor nominal del seguro en caso de incumplimiento. En los últimos años, sin embargo, los contratos han sido utilizados crecientemente para especular en incumplimientos cuando el comprador de los CDS no es vulnerable a la firma o a los instrumentos de deuda subyacentes. Los contratos de CDS pendientes actualmente suman algo entre 34 billones de dólares y 54 billones de dólares, dependiendo qué datos se quiere utilizar, y sigue siendo un mercado oscuro no regulado. Es también bastante probable que ninguna de las firmas que aceptaron pagar los cientos de miles de millones de dólares en seguro, como AIG, tenga el dinero para hacerlo. Es también bastante probable que si esas coberturas resultan ser coberturas incobrables, las grandes firmas de Wall Street necesiten cantidades masivas de nuevo capital y algunas sean consideradas insolventes.

Hasta que el Congreso realice investigaciones y audiencias serias, puede que el contribuyente de EE.UU. esté financiando poco más que timos Ponzi mientras permiten que quiebren compañías que proveen genuinos productos y servicios, puestos legítimos de trabajo y contribuciones a la economía.

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Pam Martens ha trabajado en Wall Street durante 21 años. No tiene ningún tipo de títulos de ninguna de las compañías mencionadas en este artículo. Escribe sobre asuntos de interés público como independiente desde New Hampshire. Puede contactarse en [email protected].

http://www.counterpunch.org/martens11132008.html