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El alcance del Poder Popular

Fuentes: Rebelión

Hace años, por pura fortuna, hice un viaje en automóvil desde el Sur de Suiza hacia Alemania, cruzando a través del famoso túnel de San Gotardo. Son 14 kilómetros de túneles atravesando los Alpes Suizos. Tranquilo ante el cruce de un hueco tan largo, con el turno de mi compadre al volante, a quien ya […]

Hace años, por pura fortuna, hice un viaje en automóvil desde el Sur de Suiza hacia Alemania, cruzando a través del famoso túnel de San Gotardo. Son 14 kilómetros de túneles atravesando los Alpes Suizos. Tranquilo ante el cruce de un hueco tan largo, con el turno de mi compadre al volante, a quien ya le había contado todos los chismes de Venezuela, no me quedaba mucho que hacer. Así que decidí contar los bombillos quemados dentro del túnel. El túnel está (o estaba) iluminado de punta a punta por una fila de lámparas flourescentes, cada una, estimé, de 1 metro de longitud, una junto a la otra. En 14 km1, eso significa 14 mil lámparas, más o menos. Adivinen cuántas estaban quemadas: 5 (cinco). 5 quemadas sobre un total de 14 mil sólo se puede explicar como una perfecta efectividad del mantenimiento.

No soy un ciego admirador de los Europeos. He visto miserias entre ellos (sobretodo de las del alma) que nosotros poco tenemos. Pero por cosas como esas lámparas perfectas, tienen todo mi respeto. Recuerdo que al salir del túnel me preguntaba ¿Qué nos falta para poder hacer lo mismo?

En estas noches, una lluviosa, viajaba en una incómoda camioneta de transporte público, abarrotada, moviéndose lentamente en una de esas interminables colas de transporte que sufrimos en mi ciudad. Mientras cruzábamos uno de los parques recientemente renovado por el Gobierno, no me quedaba otra cosa por hacer que mirar bien el lugar. Quedó muy bonito, con todos esos faroles de raro diseño y con bombillos flourescentes ahorradores de energía. Lo mejor que puede pagar el petróleo venezolano (nuestros impuestos directos quizás no habrían alcanzado). Lamentablemente, volví con mi manía de contar bombillos y, bueno, sólo diré que había bastante más de 5 quemados (37 exactamente) y el total no está muy distante de 200 (conté 97 faroles = 194 bombillos), en todo el parque. Habría que verificar si la revolución energética2 que impulsa el Presidente y que nos ha llevado a reemplazar prácticamente todos los bombillos amarillos del país, ahorrando millones de vatios, ha sido suficientemente informada de ciertos detalles técnicos de las viejas boquillas, que causan que algunos ahorradores no duren tanto como se espera. Lo cierto es que a los pocos meses de estrenarlos, ya tenemos demasiados quemados y, he aquí lo peor, nadie los reemplaza: ¿Qué nos falta para poder hacerlo bien?

Por favor, lean estos fragmentos del texto de la reforma constitucional a ser votada en Venezuela: 

Artículo 16. [..] Las comunas serán las células sociales del territorio y estarán conformadas por las comunidades, cada una de las cuales constituirá el núcleo territorial básico e indivisible del Estado Socialista Venezolano, donde los ciudadanos y las ciudadanas tendrán el poder para construir su propia geografí­a y su propia historia, respetando y promoviendo la preservación, conservación y sustentabilidad en el uso de los recursos y demás bienes jurí­dicos ambientales. A partir de la comunidad y la comuna, el Poder Popular desarrollará formas de agregación comunitaria político-territorial, las cuales serán reguladas en la ley nacional, y que constituyan formas de autogobierno y cualquier otra expresión de democracia directa.

[…]

Artículo 184. Una ley nacional creará mecanismos para que el Poder Nacional, los estados y los municipios descentralicen y transfieran a las comunidades organizadas, a los consejos comunales, a las comunas y otros entes del Poder Popular, los servicios que éstos gestionen, promoviendo:

1. La transferencia de servicios en materia de vivienda, deporte, cultura, programas sociales, ambiente, mantenimiento de áreas industriales, mantenimiento y conservación de áreas urbanas, prevención y protección vecinal, construcción de obras y prestación de servicios públicos.[..]

Esos artículos definen al Poder Popular: el poder para que cada comunidad se organice en sus espacios y el poder para administrarlos. Es poder y responsabilidad.

Esta reforma crea la posibilidad de que, en un futuro cercano, cuando, maniático al fin, vuelva a contar los bombillos quemados en ese parque, pueda yo entregarle el reporte directamente a uno de los vecinos, con la correspondiente protesta (una «burla suiza» en mi caso, que al principio seguramente me van a responder con un «nosotros no somos suizos»). La clave está en que ese vecino entienda que un miembro de su familia le está reclamando por no cuidar los bombillos de su casa. Y que es su casa, no el feudo del político o el burócrata de turno.

Sé que algunas personas, muchas entre quienes deben saber leer esos artículos, dicen que no funcionará.

Yo creo que sí funcionará. Admito que quiero que funcione. Es decir, hay un riesgo de sesgo emotivo en mi opinión. Pero creo poder distinguir entre lo que quiero y lo que es el caso.

En este caso, me ayuda mucho el haber visto expresiones de voluntad popular, familiar y personal, floreciendo aquí y allá en este país (y, también, el haberlas visto marchitarse por falta de algún poder). Nuestra vida nacional está llena de ejemplos de personas trabajadoras que se animan a asumir una responsabilidad, a cambio de una oportunidad para hacer algo por sí mismas y por sus familias.

Claro que, de nuevo, querer no es suficiente.

Un logro curioso de la Revolución es que le ha devuelto las razones para creer a una gran parte de este país. Y cuando creemos que es posible, nos animamos a querer hacerlo.

El poder popular, además, puede ser el antídoto contra una enfermedad que ha afectado a muchas formas de socialismo que han alcanzado el poder: la formación de esa red de relaciones que termina estableciendo un estado de privilegios para algunos, desde luego, en perjuicio del resto («Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros»). Las previsiones constitucionales que se proponen apuntan a neutralizar la posibilidad de que, por ejemplo, algunos «afortunados» (y perturbados) se cuelen en el liderazgo del proceso y armen su red. Hay mucha evidencia de que esas previsiones son necesarias3. Estaremos a salvo siempre que el control provenga directamente del pueblo.

No será nada fácil. Tenemos mucho que aprender. En particular, tenemos que aprender a ponernos de acuerdo. A hablar entre nosotros. Cualquiera que haya sido miembro de un consejo comunal, una asociación de vecinos o cualquier colectivo, sabe a qué me refiero: Las palabras parecen no servir. No son confiables.

Más aún, tenemos que aprender a hablar con esa parte de la nación para quienes la Revolución significa justo lo opuesto de lo que acabo de describir y que hablan en un lenguaje totalmente ajeno al nuestro.

Este no es un análisis sistemático de la Reforma propuesta. Para ello hace falta más tiempo. Toma 1 hora y 27 minutos leer las más de 5000 palabras de los 69 artículos modificados (si uno lee con cierta rapidez, a unas 3 palabras por segundo). No hay que olvidar que nuestra constitución tiene 350 artículos.

Es muy difícil evaluar todos los escenarios posibles en la constitución (reformada o nó). Es un documento muy grande y complejo, típico de una cultura que no confía en las palabras y en su sentido común. Además, hay que admitir, el texto actual está lleno de gazapos, algunos sumamente sutiles4.

Es comprensible que muchos traten de decidir sobre la base de la confianza en las opiniones de otros. Este es un método perfectamente válido para tomar decisiones (tanto como la experimentación directa y la deducción lógica). Las tradiciones de sabiduría del lejano oriente lo han usado por milenios. Un método, sin embargo, que ha caído en desuso en todo occidente, precisamente a causa de las traiciones a la confianza.

Así que, amigo lector, si Ud ha tenido problemas para estudiar la reforma, quizás quiera preguntarse ¿En quien puedo confiar?.

Copyright © 2007. Jacinto Dávila. El autor se reserva el derecho llamarse autor de este texto y asume la responsabilidad por sus opiniones. El texto puede ser distribuido sin ninguna otra restricción implícita o explícita.

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1Ahora dicen que son 17 km. Las lámparas siguen iguales. http://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%BAnel_carretero_San_Gotardo

2http://www.misionesbolivarianas.gob.ve/misiones/mision-revolucion-energetica.html

3http://www.rebelion.org/ecologia/030514davila.htm

4http://www.rebelion.org/noticia.php?id=30272