La historia petrolera de Venezuela que circula en las Altas Casas de Estudio y en la Educación Básica del país, ha estado contaminada de ideología, en el sentido de que oculta muchas verdades, refiere medias verdades y ha creado una serie de mitos sobre la explotación de nuestro principal rubro exportable. Este petróleo ideológico ha […]
La historia petrolera de Venezuela que circula en las Altas Casas de Estudio y en la Educación Básica del país, ha estado contaminada de ideología, en el sentido de que oculta muchas verdades, refiere medias verdades y ha creado una serie de mitos sobre la explotación de nuestro principal rubro exportable. Este petróleo ideológico ha sido administrado a los venezolanos por los políticos gomecista, postgomecistas y demócrata-burgueses, así como también por los intelectuales orgánicos y los relacionistas públicos del capital nacional y del imperialismo.
En estos tiempos de fracturas históricas nacionales y mundiales, se impone una revisión a fondo de los conocimientos histórico -petroleros que han confundido a muchas generaciones de connacionales y que amenazan con seguir manteniendo a nuestro pueblo en un peligroso analfabetismo petrolero, sobre todo, cuando nuestra soberanía está en peligro, por las acuciantes demandas energéticas de los países imperialistas.
En este orden de ideas, Jaimes Quero apunto que:
Aunque parezca paradójico, en vastos sectores de la sociedad venezolana persiste un desconocimiento profundo respecto al petróleo, recurso que constituye el motor económico del país y una de las bases
que soportan nuestra mentalidad colectiva. El desconocimiento se manifiesta de diversas maneras, por ejemplo, a través de conceptos erróneos que bien podemos denominar mitos petroleros, los cuales se reproducen en numerosas publicaciones educativas incluyendo los textos escolares1
Refiriéndose a la falsa conciencia que circula en los textos petroleros que digieren los venezolanos, un estudioso de la cuestión petrolera nacional, Francisco Mieres, comentó lo que sigue: «La «enciclopedia petrolera» publicada el 12-09-1997, por PDVESA, plagada de errores, medias verdades, mentiras y omisiones, destinada a «educar» al estudiante de primaria y secundaria, sigue hoy vigente como base de concursos y exámenes»2.
60
En este mismo orden de ideas, Joel Sangronis Padrón nos comenta que :
…con ocasión de asistir como in vitado a regentar la cátedera de Geopolítica de los Hidropcarburos en el Post Grado de Crudos Pesados y Extra Pesados que la UNEFA dicta en Maracaibo, me vi desagradablemente sorprendido por los muy bajos niveles de conocimiento que la mayoría de los participantes (ingenieros petroleros y químicos , empleados
casi todos de PDVESA) mostraban sobre la materia…Este desconocimiento de la naturaleza e intereses del tema petrolero por parte de los venezolanos no fue, ni por asomo, obra de la casualidad. Obedeció desde un principio a una coordinada y sistemática estrategia neocolonial3
Entre el arsenal ideológico-petrolero que se le ha administrado a la conciencia del venezolano desde hace más de ochenta años, se destacan las siguientes aseveraciones:
1. La propiedad nacional de subsuelo y por ende, del petróleo en Venezuela, descansa en la tradición jurídica hispano-colonial y en el célebre decreto de Bolívar de 1929.
2. El gobierno gomecista en materia petrolera fue entreguista y corrupto, pero su ministro petrolero estrella, Gumersindo Torres, fue probo y nacionalista.
3. La Ley Petrolera de 1943, promulgada por Medina Angarita y que estuvo vigente hasta 1975, lesionó la soberanía nacional, al extender por más de cuarenta años las concesiones petroleras.
4. El repartimiento de los proventos petroleros mitad y mitad, es decir el fifty-fifty adeco de la época del Trienio (1945 1948), fue un arreglo cojonudo para la nación.
5. El Perezjimenismo se entregó al imperialismo petrolero al impulsar la política de nuevas concesiones.
6. Rómulo Betancourt y Juan Pablo Pérez Alfonso son los padres putativos de la OPEP.
7. PDVSA estuvo mejor administrada cuando reinaban en su gerencia los Giusti, Sosa Pietri y Calderón Berti.
8. La Enfermedad Holandesa ataca inexorablemente a los países rentistas.
9. En materia petrolera, Venezuela es un país explotado por el imperialismo.
10. Las superganancias obtenidas por el capital petrolero interna61 Renta Petrolera y Revolución Bolivariana cional durante el periodo concesionario, se debieron a la astronómica explotación de los obreros petroleros venezolanos.
11. El creador de la idea de sembrar el petróleo en el desarrollo nacional fue Arturo Uslar Pietri.
Esta enorme confusión en materia petrolera que acogota a los venezolanos de todas las clases sociales del presente, denominada por nosotros como analfabetismo petrolero, ha sido una constante que ha acompañado la explotación petrolera desde sus años fundacionales en el país. Sin embargo, ésta no ha sido una variable petrolera gratuita o espontánea que creció con nuestra condición de país productor-exportador de petróleo; al contrario, consideramos que la ignorancia petrolera ha sido una política eficazmente administrada por los actores sociales que han dominada la escena petrolera, con la finalidad de garantizar las altas tasas de ganancias al capital inversionista, así como también, los arreglos que entre gallos y medianoche, varios gobiernos venezolanos, han tranzado con el imperialismo a espaldas de nuestro pueblo. Entre las determinantes que han operado para concretar el analfabetismo petrolero en estas latitudes podemos mencionar:
1. El conflicto entre el capital petrolero arrendatario y los dueños del subsuelo
La explotación petrolera nacida en USA hacia 1859, vino al mundo envuelta en unas determinadas relaciones de producción y apropiación del suelo, donde los dueños del terreno monopolizaba también las riquezas del subsuelo; pues como sabemos, en la tradición jurídica anglosajona, los dueños del suelo eran también los dueños del subsuelo. Por consiguiente, en aquel país, el capital arrendatario petrolero muchas veces tuvo que enfrentarse a los propietarios de terrenos particulares para poder accesar a los yacimientos petroleros ubicados en tierras privadas.
A finales del siglo XIX en USA, los propietarios superficiales llegaron a cobrarles a los empresarios petroleros un canon de arrendamiento o renta del suelo por el derecho a perforar en sus tierras, que llegó a alcanzar hasta un 75 % del producto obtenido4
Ante semejante voracidad rentística de los dueños de las tierras, a los capitalistas dedicados a la extracción de petróleo, no les quedó otra alternativa que esconder toda información que delatara la existencia de petróleo en determinadas zonas del territorio estadounidense, pues, de esa manera, los terratenientes tenían pocos argumentos para negociar sus contratos petroleros con los inversionistas hidrocarbureros. Por consiguiente, el monopolio de la información pasó a ser uno de los recursos fundamentales para minimizar el impacto de la renta del suelo en la tasa de ganancia del capital petrolero.
A principios del siglo XX, cuando el capital petrolero imperialista se lanzó frenéticamente a buscar petróleo en la periferia del sistema capitalista, ya había acumulado una gran experiencia en eso de ocultar la información sobre el manejo de la cuestión petrolera, obtenida en sus lugares de origen. En países como Venezuela, donde el dueño del subsuelo resultó ser el Estado, las argucias que el capital petrolero había adquirido en el negocio petrolero precedente, les fueron de mucha utilidad para reducir a sus mínima expresión las aspiraciones rentísticas del Estado propietario y de los dueños superficiales que aspiraban a apoderarse de una parte sustanciosa delos proventos petroleros. En este país de vocación precapitalistas, desconocedor de la tecnología para extraer petróleo y de la economía política del mismo y sin capacidad empresarial para llevar adelante semejante actividad económica, era natural que en los primeros años de la explotación petrolera por el capital imperialista, fuese víctima de la ignorancia en materia hidrocarburera, favoreciendo sin ninguna duda, a los empresarios foráneos encargados de la producción y exportación de este recurso energético. Era de tal magnitud la ignorancia petrolera de los funcionarios estatales venezolanos cuando emergió el petróleo como actividad económica agenciada por los inversionistas extranjeros que hacia 1917, el Ministro encargado de la cuestión petrolera, Gumersindo Torres, sentenció:
Cuando me encargue había en cartera muchos asuntos y entre ellos setenta contratos para la explotación de petróleo sometidos por personas de la política y de la familia del General Gómez, quienes me urgían tanto, que hube de manifestar en gabinete mi firme resolución de no despacharlos aprobándolos, porque yo nada sabía de tal materia. El Ministro de Hacienda, Doctor Cárdenas, manifestó que él tampoco sabía de eso y que creía que ningún otro Ministro sabía, por lo cual proponía que se me apoyara en el sentido de tomarme un tiempo para el estudio respectivo y que el resultado de mis estudios lo presentara en forma de un decreto ejecutivo reglamentario de esas explotaciones, mientras se le giraba lo conveniente5.
Esta confesión de Gumersindo Torres no tiene desperdicio: Ningún miembro del gabinete del gobierno de Juan Vicente Gómez para 1917, sabía nada de petróleo cuando se exportó el primer barril del preciado recurso. Esta circunstancia resultó extraordinariamente favorable al capital concesionario, pues, valiéndose de la ignorancia de nuestros funcionarios pudo aquel imponer condiciones leoninas en los primeros tiempos de la actividad petrolera en Venezuela. En tal sentido Gumersindo Torres afirmó:
Y vi entonces nuestra ignorancia, la del gabinete y la mía, pues hemos debido cobrar más, pero fue que nos ocurrió lo que en todas partes ha ocurrido en la primera edad del petróleo, cuando llegan a negociar hombres que saben, verdaderos especialistas, con los hombres que tenemos una venda en los ojos, y es por ello que lo normal ha sido el que las primeras decisiones , cuando no se conoce el alcance de las cuestiones del petróleo, dejen siempre que desear: pasamos los mismos tres periodos que Méjico, el de la ignorancia absoluta, el del conocimiento a medias y el del completo dominio de la materia que hemos alcanzado6.
Al ministro Torres, su analfabetismo petrolero y la del gabinete en general, le resultó un escollo que debían vencer en el menor tiempo posible, pues, la actividad petrolera en Venezuela crecía a saltos; fue así como ya para 1920, el gobierno había aprendido bastante sobre la materia y fue capaz de promulgar la primera Ley Petrolera, donde quedaron bien representados los intereses de la Nación. A partir de ese año, el Estado venezolano ha aprendido lo suficiente como para promulgar una nueva Ley petrolera en 1943, de mayor contenido nacionalista que la de 1920, fundar la OPEP en 1960, nacionalizar el petróleo en 1975 y promulgar una nueva Ley de Hidrocarburos de mayor radicalidad nacionalista en el 2001. Sin embargo, esta experiencia heurística y política en materia petrolera quedó enquistada en las élites gobernantes y no trascendió a las clases trabajadoras, llegándose a producir el caso que hasta la intelectualidad universitaria desconoce en gran medida la cuestión petrolera.
2. La doble personalidad del Estado rentista-petrolero
Al tener en consideración que la actividad petrolera desde sus inicios era extranjera en una triple dimensión: por ser extranjeros los concesionarios, por no estar la industria petrolera integrada al aparato productivo interno y por cuanto el grueso de su producción se destinaba al mercado internacional; al Estado venezolano se le planteó la necesidad de extraer del capital arrendatario, la mayor cuota de renta del suelo posible, con la finalidad de dinamizar las fuerzas productivas internas. En consecuencia, esta intencionalidad decretó un perenne enfrentamiento del Estado con las compañías petroleras foráneas. Este conflicto copó la escena económico – política hasta 1975, cuando la nacionalización petrolera le dio solución de continuidad. Para alcanzar su personalidad rentístico-petrolera, el Estado tuvo que hacerse del conocimiento hidrocarburero indispensable a fin de someter al capital concesionario; el logro de esta meta fue una de las primeras victorias del Estado venezolano frente al imperialismo petrolero.
No obstante, al hacerse rentista y comenzar a disfrutar de un ingreso muy por encima de las posibilidades que brindaban las fuerzas productivas nacionales, al Estado también se le planteó la emergencia de distribuir aquel ingreso entre sus nacionales. Teniendo en cuenta que la nación receptora de los adelantados del petróleo era asimétrica socialmente, es decir estaba dividida en clases sociales antagónicas, resultó evidente que la distribución de la renta petrolera tenía que responder a los imperativos de clase. Por consiguiente, tenemos que durante los años que corrieron entre 1920 y 1936, últimos lustros del Gomecismo, la renta se puso al servicio de los traficantes de concesiones, o sea personajes de la dictadura gomera, los terratenientes, y a potenciar el recién consolidado aparato represivo del Estado. Semejante distribución de la renta petrolera no podía debatirse a la luz pública, pues, la dictadura gomecista se cuidó muy bien de anular la opinión pública a través de la cancelación de la libertad de expresión. El analfabetismo petrolero se anidó así en el aparato estatal. A partir de 1936, la libertad de expresión comenzó a ganar carta de ciudadanía, pero el Postgomecismo decretó que la renta petrolera debía estar destinada a instaurar las relaciones capitalistas de producción en todo el territorio nacional, o sea, sembrar el petróleo para crear una burguesía nacional. Ante tal interés clasista en el destino de la renta petrolera, no resultaba conveniente hacer partícipes a los trabajadores de la economía política y dela historia petrolera nacional. Lo paradójico fue que muchos intelectuales de izquierda creyeron que este debía ser el destino más conveniente en la utilización de la renta petrolera. De 1945 a 1975, periodo representado por una dictadura militar y una democracia representativa, el desarrollo del país se concibió en términos capitalistas, siendo la renta petrolera la base material para materializar semejante destino. El conocimiento petrolero siguió prisionero de los intereses de clase, más aun, cuando se llegó en tiempos adeco-copeyanos, a un nacionalismo negociado con el imperialismo en materia petrolera. Con el advenimiento de la llamada
Apertura petrolera o desnacionalización petrolera entre 1976 y 1998, llegamos a unos delos periodos más oscurantistas que el país ha vivido en su larga historia petrolera. En este lapso, el silencio petrolero se adueñó hasta de las universidades públicas, al punto que se impuso la orden en estas Casas de Estudios Superiores de erradicar todos los cursos que tuvieran relación la economía petrolera. La intención de esta disposición fue poner el recurso natural al servicio del capital nacional e internacional y por supuesto, quebrar el rentismo y el nacionalísimo petrolero. A partir de 1998, con la llegada de la Revolución Bolivariana, se ha desandado el camino recorrido por la Apertura petrolera, se ha radicalizado el rentismo y el nacionalismo petrolero volvió por sus fueros; sin embargo, paradójicamente, la discusión de la cuestión petrolífera sigue estando prisionera por la élite gobernante, siguiendo los trabajadores huérfanos de conocimiento en este vital asunto de la vida nacional. Posiblemente, la comunión de muchos dirigentes bolivarianos con el capitalismo de estado explique esta paradoja. En conclusión, darle a la renta un destino capitalista privado o estatal, obligatoriamente impone prohibirle a la masa trabajadora el acceso al conocimiento de la cuestión petrolera.
3. Los obstáculos epistemológicos
Las limitantes que han operado para que los venezolanos desconozcan la materia petrolera, no solamente las encontramos en el terreno económico-político, sino que también están en el origen del conocimiento petrolero. Estas limitantes refriadas a la propia generación de este tipo de conocimiento son lo que Bachelard ha denominado «obstáculos epistemológicos»7 consistentes en querer atrapar una nueva realidad con conceptos, teoría o dogmas ideológicos que impiden correr la frontera del conocimiento. Para el caso del petróleo venezolano, el obstáculo epistemológico más visible ha sido tratar de explicar la cuestión petrolera a través del arsenal teórico de la economía neoclásica y del malthusianismo. La economía neoclásica solamente reconoce dos ingresos en la producción capitalista, o sea, salarios y ganancias; la noción de renta del suelo no es considerada en este paradigma económico y mucho menos la teoría del valor-trabajo. En consecuencia, los ingresos de un país petrolero como Venezuela quedan sin explicación científica desde esta óptica del pensamiento económico, así como también, la conflictiva relación entre países exportadores de petróleo y países consumidores. Pero aún hay más, al no tener en consideración la categoría renta del suelo ni la teoría del valor-trabajo en la determinación del ingreso petrolero, se llegó a la conclusión de que los países exportadores de petróleo como el nuestro, eran víctimas de la explotación imperialista; por tanto, el atraso de estos países, se le achacó a la pérdida del excedente económico, por la sustracción a que nos tenía sometido el imperialismo petrolero. Luego, por los años setenta del pasado siglo cuando los precios petroleros se dispararon, nuestro atraso económico se le achacó a la abundancia de petrodólares. Por consiguiente, para esta manera de ver la cuestión petrolera, nuestro subdesarrollo se debía tanto a la escasez como a la abundancia de excedente económico, o sea, llegamos a la confusión total, producto de nuestro analfabetismo petrolero.
4. Las limitaciones de la democracia representativa Adeco- Copeyana
Una de las características que presentó el régimen puntofijista fue si visión clientelar del pueblo venezolano. Para Acción Democrática y Copei cada venezolano mayor de edad era sólo un voto al que había que cooptar mediante la prebenda o la dádiva, pero sin politizarlo al extremo de hacerlo partícipe de las grandes decisiones nacionales. En tal sentido, fueron muchas las leyes que se votaron entre gallos y medianoche, sin la más mínima participación popular, que afectaron profundamente las condiciones de vida de las masas trabajadoras. En este orden de ideas, los partidos del Puntofijismo resultaron extremadamente leninistas. Una de las manifestaciones más increíbles de esta manera de entender la relación partido-masas, fue el llamado pacto Institucional, firmado entre A.D y Copei después de 1968, para administrar el Estado rentista petrolero. En dicho Pacto se acordó que la cuestión petrolera debía ser excluida del debate electoral. De tal manera entonces, que en las contiendas electorales que se sucedieron a partir de 1973 hasta 1998,
el petróleo estuvo ausente dela diatriba electoral y por consiguiente, el pueblo continúo sumido en el más profundo analfabetismo petrolero.
Paradójicamente, insistimos, la democracia participativa y protagónica del bolivarianismo pareciera repetir la conducta en materia petrolera que siguió la Cuarta República.
5. La Invisibilización del trabajo como estrategia ideológica del capital
A partir de la primera Revolución Industrial ocurrida en Inglaterra hacia mediados del siglo XVIII, los intelectuales orgánicos del capital desarrollaron una estriega ideológica, tendiente a desaparecer la contribución del trabajo en la creación de la riqueza social e instaurar la alienación del trabajador y matrimoniarlo con los intereses coyunturales/ estratégicos de los capitalistas. Los procesos más conocidos en esta estrategia ideológica de dominación ha sido a través de la historia de los países capitalistas: impedir que los trabajadores conozcan y controlen todo el proceso productivo y sembrar en la mente de cada trabajador que el empresario y/o gerente es el personaje más importante en la creación del producto, pues, domina todo el conocimiento que hace falta para echar a andar el aparato productivo. En la mitología del capital, los capitanes de empresas son los héroes en la creación de los grandes emporios industriales, quedando siempre invisibilizados los verdaderos responsables de tales hazañas, o sea, los trabajadores.
En el caso de los países monoproductores y monoexportadores de petróleo como Venezuela, los concesionarios extranjeros que explotaron este recurso natural en su primera etapa, se cuidaron muy bien de que la cuestión petrolera no fuera descifrada por los trabajadores de esta industria, puesto que, al enterarse los mismos de las ganancia extraordinarias que reportaba este negocio a sus inversionistas, automáticamente iban a presionar por salarios que se correspondieran con este tipo de ganancias. Aún más, después de haberse firmada el primer contrato colectivo, a los trabajadores petroleros venezolanos se les inculcó que ellos eran una especie de elite asalariada, diferenciada del resto de la masa trabajadora nacional. Esta idea caló hondo en la mentalidad del trabajador petrolero, convirtiéndose en una antigualla que le impedía ver su verdadero status dentro de la industria petrolera; adquiriendo de esta amanera, el analfabetismo petrolero carta de ciudadanía en el proletariado hidrocarburero nacional.
Durante todo el periodo concesionario de la industria petrolera (1907-1975), los éxitos obtenidos por la Nación frente al capital imperialista petrolero, fue presentada por los intelectuales orgánicos del capitalismo rentístico como un hazaña de partidos políticos(A.D y COPEY) y de hombres providenciales(Gumersindo Torres, Isaías Medina Angarita,
Rómulo Betancourt, Juan Pablo Pérez Alfonso, etc) ; quedando invisibilizada la contribución nacionalista petrolera de los obreros de dicha industria. Pero además, en los enormes aportes a la economía política petrolera nacional de Bernard Mommer, si bien se corrió significativamente la frontera del conocimiento en materia del rentismo petrolero, la contribución de los obreros petroleros en la concreción de la renta petrolera no fue atacada; lo que constituye una deuda heurística de este insigne investigador con el asalariado venezolano.
Luego, en la segunda etapa, 1976-2001, correspondiente la empresa nacionalizada y/o desnacionalizadora, cuyo objetivo estratégico fue trazado por la Agencia Internacional de Energía, consistente en poner el recurso natural-petróleo al servicio del consumidor mundial, lo que implicaba borrar el concepto de propiedad nacional estatal del petróleo y la soberanía nacional; el oscurantismo petrolero fue una de las herramienta ideológicas impuestas por la PDVESA los meritoritas petroleros.
Aquí se buscó excluir del conocimiento económico del petróleo no sólo a los obreros del sector, sino a toda la sociedad en general. La Internalización, la Apertura Petrolera y la transformación PDVESA en una empresa exclusivamente dedicada a la acumulación de capital, fueron programas cuya concretización exigían una condición sine qua non: la ignorancia petrolera del pueblo venezolano. El analfabetismo petrolero llegó a tener ribetes tragicómicos en este periodo, pues, la empresa vendió la idea de excluir del curriculum universitario oficial todas las materias referidas a la economía política y de historia petrolera.
Durante los años 2002-2011, la llamada Revolución Bolivariana, si bien dio solución de continuidad al proceso desnacionalizador de la PDVESA nacionalizada, todavía observamos cierta timidez en hacer posible una gran discusión nacional que llegue a todos los sectores sociales del país. Las próximas elecciones presidenciales deben poner en el discurso electoral del Comandante-Presidente el petróleo como tema electoral. Esto es de necesaria urgencia dado los acontecimientos que están ocurriendo en el Medio Oriente y en África, motivados por la voracidad petrolera del imperio. Todavía en los tiempos de la Revolución Bolivariana, en la cuestión petrolera, así como en las restantes actividades económicas nacionales, el trabajo continúa siendo invisibilizado, a pesar de los constantes llamados del presidente Chávez a que los obreros se apoderen de le escena productiva del país.
En conclusión, el analfabetismo petrolero responde históricamente al ocultamiento de la realidad por parte del capital desde sus días aurorales, o sea, a la falsa conciencia que ha sido una variable estratégica que ha viabilizado desde la psiquis humana el proceso de acumulación de capital, a pesar de las inmensas contradicciones que va generando a su paso. Derrotar al capital en su trinchera ideológica es una de las magnas tareas a cumplir por la Revolución Bolivariana.
Notas.
1. JAIMES SQUERO, Humberto. ¿Qué sabemos de petróleo los venezolanos?
http://www.eluniversal.com/2009/06/30/opi_art_que-tanto-sabemos-
d_30A2436163.shtml. Consulta. 20-07-2009
2. MIERES Francisco. La saga del fatalismo petrolero.
http://www.quadernsdigitals.net/datos.web/hemeroteca/r38/
nr392/a.530.htm.Consulta 11-10-09
3. SANGRONIS PADRON, Joel. La neocolinal educación petrolera.
http://www.aporrea.org/educacion/a 120707.html
4. MOMMER Bernard. Petróleo Global y Estado Nacional. Caracas,
COMALA.COM. 2003. P.60
5. TORRES Gumersindo. Memorias. Caracas. J.A.Catalá Editor. 1996,
p.65
6. IBID. p.73
7. Villamil Mendoza Luis Eduardo. La noción de obstáculo epistemológico
en Gastón Bachelard. http://www.ucm.es/info/especulo/numero38/
obstepis.html. 10-08-11
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.