Una extensa declaración contra el «imperialismo estadounidense» cerró la semana en Venezuela del decimosexto Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que congregó a miles de jóvenes de más de 100 países
Algarabía, música, bailes, abrazos y promesas de lucha y de reencuentro menudearon bajo el ondear de banderas de países representados en el Poliedro de Caracas, el anfiteatro que congregó en la clausura del encuentro la noche del lunes a unos 10.000 jóvenes que vitorearon largamente a los presidentes Fidel Castro, de Cuba, y Hugo Chávez, de Venezuela.
«Me voy feliz y comprometida con la lucha contra el imperio», dijo a IPS una joven mexicana que se identificó como Diana. «Y no sólo respaldo esta revolución bolivariana que hay en Venezuela sino que hasta quisiera un novio venezolano», agregó entre risas.
Pancartas rojas con la hoz y el martillo o el rostro del guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara se mezclaban en la pista y sillas del coso con banderas del país anfitrión, Brasil, Colombia, Corea del Norte, Cuba, Italia, Iraq, Palestina y Vietnam, además de «ikurriñas» vascas y aún de la Segunda República Española (1931-1939).
«Este es un momento en que explota la alegría», explicó a IPS Marco de Sousa, bajo una pancarta del Partido Comunista do Brasil y mientras la media esfera del Poliedro se llenaba con el sonido de tambores del Teatro Negro de Venezuela. «Pero llevamos el mensaje de este festival para sumarlo a las luchas populares en nuestros países», acotó.
En ese ambiente que mezcló política y festejo transcurrió la semana del festival, un encuentro internacional auspiciado por organizaciones de izquierda que tuvo su primera edición en 1947 en Praga y que se repitió en capitales de países del hoy desaparecido campo socialista europeo y la Unión Soviética, excepto las ediciones de 1962 en Helsinki, 2001 en Argel y ahora en Caracas.
Durante las jornadas diurnas, los jóvenes participaron en decenas de foros, conferencias y mesas de discusión sobre los problemas de los pueblos del Sur, la política estadounidense y la guerra en Iraq, la depredación del ambiente y la defensa de los derechos de minorías nacionales y el asedio de Washington sobre Cuba y Venezuela.
Pero en las noches, los espacios del festival y las plazas y bulevares que los circundaban se inundaron de música y bailes, amén de que registraban mayor concurrencia a locales capitalinos para bailar salsa y otros ritmos caribeños, e incluso a los centros comerciales que venden artículos de moda y expenden comida rápida.
La Federación Mundial de la Juventud Democrática, que organizó el festival con el gobierno venezolano ûa un costo estimado entre ocho millones y 10 millones de dólares– recogió las conclusiones de los debates en un largo memorando de críticas a las políticas de Washington y la tesis de que «el imperialismo no es invencible y puede ser derrotado».
El pasado fin de semana, la política de Estados Unidos y el gobierno de su presidente George W, Bush ocuparon el banquillo de los acusados en el Tribunal Antiimperialista que condujo el vicepresidente de Venezuela, José Vicente Rangel.
Allí jóvenes, como Bui Teh Giang, expusieron los daños que la guerra química y biológica causó en Vietnam, la brasileña Socorro Gomes habló del saqueo de los recursos de la Amazonia y Antonio Cruz expuso la situación colonial de Puerto Rico.
Como testigos de honor, declararon en el Tribunal el propio Chávez y el presidente del parlamento de Cuba, Ricardo Alarcón.
Chávez denunció «los 200 años de agresión imperialista» de Estados Unidos contra América Latina, reiteró su acusación de que Washington animó el golpe de estado que lo apartó del gobierno durante dos días en abril de 2002, y planteó «la urgencia de desmontar el imperialismo norteamericano antes de que acabe con el planeta».
Por su parte, Alarcón reclamó por la prisión que padecen en Estados Unidos cinco compatriotas suyos que se infiltraron en organizaciones de la derecha anticastrista para, según explicó, prevenir atentados contra la isla pero fueron condenados por espionaje.
El Tribunal, que escuchó a fiscales y testigos sin que se presentasen defensores, condenó «al imperialismo estadounidense por sus crímenes contra la humanidad y por ser una amenaza permanente contra la supervivencia de la especie humana».
Rangel dijo que, aunque el Tribunal «tiene un valor simbólico», enviará las conclusiones a la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, a la Organización de Estados Americanos y a entidades como Amnistía Internacional, la organización no gubernamental con sede en Londres.
La declaración final del festival también recogió las críticas vertidas contra las políticas de Washington y registró que «crece y se fortalece la resistencia en todo el mundo, pese al esfuerzo del imperio por identificarla con el terrorismo».
La extensa requisitoria recordó que en el mundo sobreviven 1.000 millones de personas con menos de un dólar al día, cinco millones mueren al año por enfermedades asociadas al hecho de no acceder al agua potable o al saneamiento básico, y 130 millones de jóvenes integran la extensa legión de analfabetos.
El documento se solidarizó con los reclamos de los derechos de la mujer a una adecuada salud sexual y reproductiva, y de los jóvenes al empleo, a un ambiente sano y a los beneficios de la educación, la salud, la cultura y la tecnología
También expresó solidaridad con los pueblos de Iraq, Palestina, Nepal, Birmania, así como de Marruecos a ejercer soberanía sobre los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, y exigió el retiro de las tropas estadounidenses estacionadas en la península de Corea.
«Volvemos a nuestros países a incrementar las luchas de la juventud y los estudiantes», dijo en la sesión final el portugués Miguel Madeira, presidente de la federación organizadora, «contra el imperialismo, contra la guerra, por la paz y por construir una nueva sociedad».
Una nueva reunión de jóvenes de la Federación Democrática se verificará en 2007 también en Caracas, ocasión en que se conmemorará el medio siglo de realización de estos festivales.