Para una inmensa cantidad de venezolanos comprometidos con la Revolución Bolivariana, resulta incomprensible la errática actitud del gobierno del presidente Maduro, frente a la acumulación delincuencial de capital que se ha enseñoreado del país en estos tiempos bolivarianos. El bachaqueo, la inflación, la escasez de la dieta diaria y la especulación han adquirido carta de […]
Para una inmensa cantidad de venezolanos comprometidos con la Revolución Bolivariana, resulta incomprensible la errática actitud del gobierno del presidente Maduro, frente a la acumulación delincuencial de capital que se ha enseñoreado del país en estos tiempos bolivarianos. El bachaqueo, la inflación, la escasez de la dieta diaria y la especulación han adquirido carta de ciudadanía en el país contando con la anuencia de este gobierno. ¿Cómo entender esta política de un gobierno que se define como izquierdista, antimperialista y socialista? A nuestro entender, la actitud del gobierno madurista frente a la presente crisis política, obedece a la lectura teórica que los dirigentes del PSUV tiene del proceso histórico latinoamericano y específicamente venezolano. En tal sentido, vamos a intentar aproximarnos a la concepción que la dirigencia bolivariana tiene sobre un concepto clave que alimenta su proceder político: el Antimperialismo, más sus derivados el izquierdismo y un tipo peculiar de socialismo.
El antimperialismo
En el último tercio del siglo XIX se dio en Europa occidental un fenómeno histórico que enrumbó la historia del capitalismo hacia la captura planetaria de los recursos naturales. Nos referimos a la Segunda Revolución Industrial que propició el surgimiento del motor de combustión interna y de la electricidad; lo que a su vez, impuso la acuciante necesidad de buscar petróleo en todos los rincones del. Planeta. Adicionalmente, esta revolución produjo también, el aparecimiento de la gran empresa capitalista integrada vertical y horizontalmente, conocida hoy como empresa transnacional. Para este tipo de empresa, el mercado nacional resultó estrecho, volcándose en consecuencia, hacia la conquista de la periferia del capitalismo en busca de materias primas y mercados para sus excedentes exportables, como colchón para sus recurrentes crisis de sobreproducciòn. Estas nuevas realidades determinaron que el mecanismo de la acumulación capitalista corriera sobre nuevos ríeles, donde despunto la inversión directa de capitales y las conquistas territoriales en Asia, áfrica y nuevas formas de dominación económico-políticas en América Latina. Las naciones europeas y los Estados Unidos hicieron causa común con sus empresas monopólicas y decidieron repartirse el planeta, echando mano a su poderío militar y su arsenal ideológico. El resultado de tal política se conoció como IMPERIALISMO, y sus resultados fueron dos grandes Guerras mundiales con millones de muertos de por medio.
La política imperialista practicada por las naciones avanzadas del capitalismo, tenía que provocar la necesaria oposición de otras naciones, tanto el capitalismo desarrollado como en los continentes donde se anidó el colonialismo y el neocolonialismo. En tal sentido, el movimiento político que resistió la acumulación del capital imperialista se denominó ANTIMPERIALISMO. Lo interesante de este movimiento es que también lo impuso el nacionalismo burgués; fueron las burguesías nacionales que resistieron el embate de otras burguesías en el mercado mundial, las que inicialmente se pusieron al frente de la lucha y en ésta confluyó el movimiento obrero insurgente.
El antimperialismo como realidad histórica, se propuso enfrentar el capital monopolista para abrirle paso a capitales de menor cuantía, tanto en el Centro del sistema como en su periferia. En los países desarrollados, el antimperialismo se materializó en las llamadas leyes antimonopólicas, y en la periferia del sistema, dio origen al movimiento de descolonización y de liberación nacional.
En el caso venezolano, el imperialismo le entró con furia a los yacimientos petroleros en tiempos del Gomecismo. Obviamente, frente a las obscenas ganancias de las compañías petroleras, la oligarquía criolla reclamó su parte. Por consiguiente, la reacción antimperialistas, pero no anticapitalista de nuestras clases dominantes, no se hizo esperar ya en los tiempos gomeros. Fueron las mentes preclaras de aquel gobierno los que primero enfrentaron al imperialismo petrolero: nos referimos a Pedro Manuel Arcaya, Cesar Zumeta y Alberto Adriani. De manera que el antimperialismo venezolano se inició con estirpe Gomecista y positivista. Este primer antimperialismo criollo tuvo como propósito, arrancarle renta petrolera a las compañías extranjeras para invertirla en los latifundios, y así, abrirle paso al capitalismo agrario en el país.
Al antimperialismo de signo Gomecista, le sucedió el antimperialismo de signo marxista-leninista y socialdemócrata; alimentado por la revolución bolchevique, por las directrices de la Segunda y Tercera Internacional y por el movimiento antifascista mundial. Este nuevo antimperialismo se propuso maximizar la renta petrolera para el Estado, a fin de invertirla en la agricultura y en la industria, con la finalidad de superar el régimen feudal que según esta corriente de pensamiento, reinaba en el país que recibió a los adelantados del petróleo. Para este antimperialismo, el expediente para la superación del feudalismo venezolano era del capitalismo de estado, o la liberación nacional, entendida como la primera fase de la transición al socialismo. Abrirle paso a una burguesía nacional que desarrollara las fuerzas productivas, fue el gran cometido histórico de este movimiento antimperialista.
En los países que alcanzaron la independencia después de la Segunda Guerra Mundial, el antimperialismo se hizo presente en su versión marxista-leninista y socialdemócrata. El caso más emblemático ha sido el de Argelia, donde el General Boumedienne llevó a cabo un sin número de nacionalizaciones, las cuales dieron impulso a un agresivo capitalismo de estado que se denominó «socialismo árabe».
De esta manera, en el llamado Tercer Mundo ser antimperialista es comulgar con una política que enfrente al capital imperialista, con la intención de abrirle paso al capitalismo estatista entendido como primera fase del socialismo. Para nada este antimperialismo y su correlato el socialismo estatista, acepta la propuesta de que los obreros deben adueñarse de los medios de producción. Este es el perfil primigenio del izquierdista venezolano. En la Revolución Bolivariana, este primer perfil antimperialista resultó dominante, pues, se alimentó de la tradición antiabsolutista del pensamiento de Simón Bolívar, así como también, del antimperialismo militante de gobiernos militares como los de Isaías Medina Angarita y Marcos Pérez Jiménez. El profundo sentido antimperialista del peresjimenismo es una tarea pendiente de la historiografía venezolana. Asimismo, no podemos perder de vista que en eso que se conoce como CHAVISMO, se anidó otro antimperialismo de raigambre obrera, anticapitalista y socialista en el sentido marxista del término. Este último antimperialismo está en estado larvario en espera de que surjan las condiciones históricas necesarias, para hacer eclosión e imponer el cambio epocal que la crisis civilizatoria del capital reclama.
En atención a lo expuesto, ahora si podemos entender el comportamiento de los funcionarios bolivarianos frente a la acumulación delincuencial de capital. Para la alta dirección política de la revolución, permeada por el antimperialismo del capital, el modo de operar de la burguesía bachaquera criolla, mas el estatismo económico, es la forma específica que asume el socialismo del siglo XXI, destinado a propiciar el futuro desarrollo de las fuerzas productivas. Es decir, capitalismo de base privada y capitalismo de estado es la formula mágica para transitar hacia el socialismo según el bastardismo teórico del funcionariado bolivariano. Todo aquel que cuestione este tipo de socialismo será considerado izquierdista trasnochado. Por tal motivo, la lucha de clases que se viene produciendo en el seno de esta revolución, hasta ahora la está ganando Rómulo Betancourt y la pierde el Che Guevara.
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