El reciente ataque contra el helicóptero en el que viajaba el presidente colombiano y una comitiva, ha dado pie para todo tipo de comentarios y explicaciones al respecto. De entrada la posibilidad de que haya sido un autoatentado es bien alta, considerando, por ejemplo, que el poder siempre se ha valido no sólo de la existencia de enemigos verdaderos para afianzar su dominio en distintos ámbitos político-territoriales (internos y externos) y justificar el control social, la violación abierta de los derechos humanos, la limitación de las libertades, los elevados gastos en armamentos y las agresiones militares internacionales, sino de la presencia de contrarios y amenazas irreales, controlados y a la medida, apoyados de forma encubierta por el mismo Statu Quo. Se hace referencia aquí al enemigo necesario, útil de diversas maneras para los Gobiernos y las élites, como en el caso de los paramilitares y otros grupos irregulares en Colombia, aparentemente denunciados por el Estado colombiano como delincuentes de alta peligrosidad, pero que en realidad han colaborado con las fuerzas armadas regulares en todo tipo de desmanes y tropelías en favor de la minoría dominante.
En el marco de la pandemia por COVID-19 y sus terribles consecuencias económicas, de la prolongada insurrección civil colombiana y de la creciente conflictividad de Colombia con Venezuela como parte de las intenciones de Estados Unidos de arrastrar a medio mundo a una contienda bélica global, cae como anillo al dedo lo ocurrido a Iván Duque y su comitiva, y por supuesto no sería descabellado que el “atentado” haya sido planificado por la misma administración y ejecutado por irregulares. Para un sujeto como Duque, delincuente por estar vinculado con el narcotráfico y el paramilitarismo, representa otra excusa para continuar con la brutal represión de los oprimidos en Colombia, y seguir asesinando, desapareciendo y torturando a numerosos ciudadanos comunes en nombre de la defensa de la democracia y de la libertad, y de la lucha contra el terrorismo y otras actividades delincuenciales. Y también sería de utilidad para la escalada de la violencia estatal colombiana contra Venezuela, teniendo en cuenta que desde Bogotá se ha acusado continuamente de terrorista y/o protectora de terroristas a la administración de Maduro, y no sorprendería para nada que se responsabilizara a ésta de participar de manera directa en el evento contra Duque y su comitiva., llevado a cabo justamente en el departamento Norte de Santander, en plena frontera colombo-venezolana:
“Este sábado, la Policía informó el hallazgo de dos fusiles en el barrio La Conquista, desde donde se produjeron los disparos contra la aeronave presidencial. Se trata de un AK-47 y un 7-62 con marcas de las Fuerzas Armadas de Venezuela, cinco proveedores y 20 vainillas, de acuerdo con el director de la Policía Nacional, general Jorge Luis Vargas” https://elpais.com/internacional/2021-06-25/atacado-el-helicoptero-en-el-que-viajaba-el-presidente-de-colombia-ivan-duque.html