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Capitalismo sin careta

El Banco Mundial no ayudará a Birmania por «no tener al día» sus pagos

Fuentes: IAR Noticias

Analizar con un pensamiento lógico el discurso ilógico, esquizofrénico y demencial de las instituciones y los funcionarios del sistema capitalista decadente (recreado y normatizado como «pensamiento único» por la prensa del sistema) es una misión imposible. El Banco Mundial, que hace dos semanas, a raíz de la crisis alimentaria, anunció oficialmente una «guerra mundial contra […]

Analizar con un pensamiento lógico el discurso ilógico, esquizofrénico y demencial de las instituciones y los funcionarios del sistema capitalista decadente (recreado y normatizado como «pensamiento único» por la prensa del sistema) es una misión imposible. El Banco Mundial, que hace dos semanas, a raíz de la crisis alimentaria, anunció oficialmente una «guerra mundial contra la pobreza», se negó a dar ayuda humanitaria de emergencia a Birmania (afectada por un terremoto que mató a más de 80.000 personas y que ha dejado en la calle y en la mayor de la indigencias a millones de personas), alegando que ese país no tiene sus «pagos al día». Este increíble «lapsus» del llamado «banco de los pobres» revela a que grados de alienación y de impunidad ha llegado el sistema capitalista, y como las evidencias revelan que, y pese al discurso «humanitario con que se recubren, las instituciones del sistema dominante (en este caso el BM) actúan como vulgares usureros y trasnparentando la lógica capitalista sionista de sus padres fundadores.

El Banco Mundial informó que no está en posición de otorgar ayuda financiera de emergencia a Birmania, golpeada por el ciclón Nargis el pasado 2 de mayo, debido a que que el país asiático «no ha puesto al día» sus deudas con el BM desde 1998, anunció hoy el director general del organismo financiero, Juan José Daboub citadp por Reuters.

«El Banco Mundial no está en posición de asistir a Birmania en este momento», comentó Daboub, que añadió que la política del banco es la de no dar fondos a países que no han cumplido con sus pagos.

Algunas estimaciones cifran en cerca de 2,4 millones de personas afectadas por el terremoto en Birmania, aunque los cálculos son relativos porque el acceso a las víctimas sigue siendo limitado.

Por otra parte, el domingo próximo se celebrará en Singapur una conferencia de donantes convocada por Naciones Unidas y por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, ASEAN. Se centrará en las necesidades de los damnificados por el ciclón tanto en ayuda humanitaria como en esfuerzos de recuperación en el largo plazo.

El mes pasao, la emergencia alimentaria producida por la escalada de los precios del petróleo, con su inmediato emergente de conflictos sociales que ya empiezan a extenderse por los países periféricos, determinó, a su vez, una increible operación «salvataje de los pobres» encabezada por el Banco Mundial, el FMI y el G-7.

La negativa a Birmania, revela hasta que punto, estas instituciones del sistema capitalista utilizan la metodología del doble discurso al presentarse como instituciones del «bien común» y sin fines de lucro, luchando para terminar con la injusticia y el hambre en el mundo.

El «banco para los pobres»

En 1944 las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial crearon en Bretton Woods nuevas instituciones económicas para reordenar un sistema capitalista en profunda crisis desde la Gran Depresión de los años 30 y agravado entonces por el conflicto bélico.

De esos acuerdos para reordenar y reciclar el sistema capitalista nacieron el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

El Banco Mundial se constituyó formalmente como una organización para financiar la reconstrucción económica posterior a la guerra y se convirtió rápidamente en un importante prestamista para los países en desarrollo.

Hasta 1990 el Banco Mundial no declaró que la «reducción de la pobreza» es uno de sus objetivos prioritarios.

Tanto el FMI como el Banco Mundial comparten el mismo objetivo: un modelo basado en el «libre comercio», búsqueda de la mayor rentabilidad sin restricciones, y la preferencia del negocio de la empresa privada sobre el sector público.

Curiosamente, estas dos entidades representantes de las finanzas globales y de las transnacionales capitalistas, son presentadas como una solución global a la pobreza en el mundo.

Tanto el Banco Mundial como el FMI (su hermano complementario) están controlados exclusivamente por los países ricos del Norte, impulsores y beneficiarios del sistema de explotación capitalista impuesto como norma aceptada y universal.

De esta manera, los 24 países de la OCDE controlan más de las dos terceras partes de los votos del BM. Sólo los EEUU controlan el 19’6% de la capacidad de decisión de la institución.

El Banco Mundial tiene como objetivo principal la concesión de créditos a los gobiernos y se convierte de esta manera en fuente de financiación para el desarrollo de los países empobrecidos.

Pero para conseguir acceso a los créditos del Banco Mundial, un país debe comprometerse a seguir políticas económicas diseñadas por el FMI: programas de estabilización y de ajuste estructural socialmente muy traumáticos, que colocan al «libre mercado» y a la rentabilidad empresarial por encima de las personas, y sólo benefician prioritariamente a las grandes empresas y bancos transnacionales.

Los créditos del Banco Mundial son casi la única fuente de ingresos para los programas sociales de ayuda de los países más pobres.

Pero el hecho de que estos países se vean obligados a seguir las reglas de libre mercado y de rentabilidad capitalista impuesta por el FMI y el BM, les obliga luego a recortar sus programas sociales para pagar la enorme deuda que contraen con el BM y la instituciones crediticias internacionales.

El informe Meltzer, en febrero de 2000, realizado por una comisión internacional de asesoramiento para las instituciones financieras internacionales, detectó y reveló que el 80% de los recursos del Banco Mundial no se destinaban a los países más pobres, sino a los países en desarrollo con mayor potencial de inversiones y rentabilidad garantizada.

En este escenario, no sorprende que el Banco Mundial haya sido el autor de un informe para reciclar, con nuevos métodos gerenciales, el negocio con la pobreza en el mundo.