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El Banco Mundial y sus recetas a Palestina

Fuentes: Rebelión

Un informe del Banco Mundial (BM) destaca que cuatro años de represión israelí al levantamiento contra la ocupación, dejaron a la economía palestina hecha jirones, con una profunda recesión y una creciente pobreza. La declaración del BM no exige la retirada sin condiciones del agresor israelí de los territorios ocupados en 1967, aunque indica que […]

Un informe del Banco Mundial (BM) destaca que cuatro años de represión israelí al levantamiento contra la ocupación, dejaron a la economía palestina hecha jirones, con una profunda recesión y una creciente pobreza.

La declaración del BM no exige la retirada sin condiciones del agresor israelí de los territorios ocupados en 1967, aunque indica que el llamado plan de «desconexión» (salida de las tropas ocupantes y la mayoría de los asentamientos judíos en Gaza) que anunció el primer ministro Ariel Sharon, no será suficiente para mejorar la situación.

El BM entre las causales de la actual situación destaca por encima de todas la política de sitio militar de poblados y cierres de caminos que «entorpecen la actividad económica al restringir el movimiento de personas y de bienes.»

En un segundo informe, sobre la enorme pobreza de los palestinos enfrentados a una crisis económica» el Banco Mundial llama a los países donantes a continuar la ayuda a los árabes que viven en las zonas rurales para contener la desnutrición generalizada.

El Banco sigue con sus tesis paliativas para no entrar en contradicción directa con el poder político y financiero que posee Israel sobre todo en Estados Unidos y de esa forma trata de envolver la circunstancias reales al decir que el «bloqueo impuesto por Israel por razones de seguridad tras el inicio de la Intifada se tradujo en serias restricciones a los desplazamientos».

Pero lo más increíble es que ofrece recetas a la Autoridad Palestina para mejorar la situación, entre ellas que «cree un clima favorable a las inversiones, mejorando sus prácticas contables y la transparencia, restaurando al mismo tiempo la seguridad y el orden internos en Cisjordania y Gaza.»

Y agrega que «el fin de la crisis económica palestina depende de la capacidad del sector privado para integrarse en el mercado internacional, lo que implica la apertura de las fronteras esteriores.»

¿Se puede hablar de que Gaza y Cisjordania sufren una de las peores recesiones de la historia moderna, o sería mejor decir que la ocupación, destrucción de toda la infraestructura, de ciudades enteras como Jenin, amén de una constante represión, han devastado la economía palestina?

Este país árabe es una suma de territorios inconexos y funciona a efectos económicos como una especie de unión aduanera donde supuestamente existe una libertad de circulación de mercancías entre ellos y con terceros países pero el gestor y censor principal es Israel que cobra esos derechos aduaneros y en ocasiones le entrega una parte a Palestina.

Algunos datos son determinantes para comprender los desastres provocados por la invasión y ocupación los territorios y la aplicación de la política de tierra arrasada: En los cuatro años del inicio de la II Intifada tras la provocación de Ariel Sharon cuando incursionó en la mezquita sagrada de Al Aqsa, Israel ha desmantelado 8 300 talleres y pequeñas fábricas, destruido 63 000 viviendas y talado o arrancado más de un millón de árboles que son indispensable para la vida en esa seca región.

La pobreza se ha hecho dueña del quehacer diario de 1 500 000 palestinos de los 2 500 000 que viven en los territorios ocupados.

Si en el año 2000 laboraban en Israel cerca de 125 000 palestinos, tras las medidas represivas y la construcción de muros de contención alrededor de los territorios, la cifra se redujo en el segundo semestre del 2004 a solo 1 000 empleados

Ante la mirada indiferente de la comunidad internacional, la casi totalidad de los asentamientos y poblados palestinos de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oeste han quedado sin agua, electricidad, escuelas y servicios sanitarios. Israel se ha encargado de hacerles la vida imposible para tratar de que abandonen el país y emigren hacia otras regiones.

Israel durante las guerras contra los árabes se adueñó también de las fuentes de abastecimiento del agua provenientes del acuífero Montaña, el Costero, del rio Jordán y el lago Tiberiades.

Las Naciones Unidas estiman que el 70 % del imprescindible líquido que consume Israel lo proporcionan fuentes de abastos que no pertenecen originalmente a sus fronteras.

Las diferencias para la distribución y los pagos por el servicio también son abismales. Los ciudadanos y colonos isreaelíes reciben un promedio de 1 500 a 1 000 metros cúbicos anuales a un precio de 15 a 23 agurots (centavos de Shekel, la moneda oficial), mientras los palestinos supuestamente obtendrían 150 metros cúbicos anuales a 70 agurots el metro.

Además, la casi totalidad de los palestinos de Cisjordania y Gaza no disponen de agua corriente y se les prohíbe perforar pozos con ese fin.

Bajo esas condiciones resulta imposible llevar a cabo algún plan económico al no ser las simples actividades relacionadas con la supervivencia de la población.

Debido a esta situación resultan burlescas las tesis del Banco Mundial para alcanzar una mejoría pues Palestina está representada por un conjunto de territorios totalmente desarticulados, rodeados por muros y soldados israelíes y con una economía completamente desarticulada.