Más allá de la retórica de los Presidentes en la última Cumbre. El Mercosur necesita pasar a una instancia de Unión Aduanera. Si éstos avances no ocurren, el resto son sólo declamaciones políticas.
En los últimos días el Mercado Común del Sur (Mercosur), volvió a estar en el centro de la escena política. La reciente Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, realizada en Uruguay, si bien no trajo avances importantes, lo cierto es que no fue una cumbre más. Y la diferencia de este a otros cónclaves fue el momento político que vive la región.
En lineamientos breves este momento puede caracterizarse por: un crecimiento sostenido de la economía en la mayoría de los Estados parte; Consensos y diferencias importantes dentro del bloque; e «interferencias» -tal como se refirió Cristina Fernández- de Estados Unidos para desestabilizar a la región y evitar que se fortalezca el bloque regional.
En relación a este último punto, la mayoría de los países relacionaron a estas acusaciones con un intento de entorpecer las relaciones políticas con Venezuela y disminuír la potencialidad del bloque.
Así se viene pronunciando Cristina Fernández y la totalidad de todo el gabinete argentino, el presidente venezolano, Hugo Chávez, el mandatario boliviano, Evo Morales, el canciller uruguayo, Reinaldo Gargano y demás funcionarios.
Pero lo cierto es que el bloque regional necesita dejar se ser una zona con arancel externo común para pasar a ser una Unión Aduanera. Y ese tiene que ser el objetivo más importante en la presidencia pro témpore que ahora está en manos de la Presidenta argentina. Si estos avances se retrazan, el resto son sólo declamaciones políticas.
Es que la mejor manera de repeler las presiones de los países más poderosos es fortaleciendo el Mercosur. En los discursos pronunciados en Montevideo, Chávez fue muy claro al respecto: «del Mercosur depende el futuro de América Latina», dijo.
Pero fortalecer el bloque es una gran decisión política, una decisión que siempre chocó y seguirá chocando con importantes intereses nacionales del los países parte.
El mandatario brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva buscó -en una cumbre opaca- dar un salto definitivo a las asimetrías. Propuso que se definan dos o tres objetivos y que se trabaje en eso. Además dijo que si los técnicos de los países integrantes del bloque se estancan en las negociaciones que se llame a los ministros de Economía, y si éstos no logran destrabar la situación que se lleve adelante una reunión extraordinaria de Jefes de Estado.
Sin embargo, la propuesta de Lula no tuvo eco. El resto de los Presidentes pareció no escuchar al líder brasileño.
Los Presidentes de la región deberán comprender -o hacer comprender a esos intereses que se oponen al Mercosur- que la integración económica con los países de la región no es una alternativa, sino una necesidad estratégica.
El proceso de consolidación de un bloque regional fuerte significa también ceder intereses personales, y en esto deberán estar de acuerdo tanto las economías mayores del bloque como las menores.
Cristina dijo en la Cumbre que «la energía y los alimentos serán las claves del siglo XXI». A esto hay que sumarle quizás la característica más importante que define a la región: Sudamérica es la única zona del mundo donde se están generando cambios. Por eso, el momento es ahora.