Si la profunda crisis social y económica, provocada por el neoliberalismo, empezó hace ya casi dos décadas en América Latina, la respuesta revolucionaria ha ido fortaleciéndose en la resistencia de Cuba y la emergencia de la revolución bolivariana. Las respuestas políticas y económicas a la crisis mundial que estalla ahora, sitúan a América Latina avanzando […]
Si la profunda crisis social y económica, provocada por el neoliberalismo, empezó hace ya casi dos décadas en América Latina, la respuesta revolucionaria ha ido fortaleciéndose en la resistencia de Cuba y la emergencia de la revolución bolivariana. Las respuestas políticas y económicas a la crisis mundial que estalla ahora, sitúan a América Latina avanzando aceleradamente por un camino de unidad, de liberación de la dependencia con los EEUU y de construcción de una alternativa soberana. Hugo Chávez -el Bolívar mestizo- ha puesto en marcha iniciativas estratégicas para el continente: energéticas, económicas, monetarias, comerciales, políticas, de comunicación e información, de salud y de educación popular, con la enorme ayuda de la experiencia y del capital humano de Cuba. De manera fundamental, como una gran victoria estratégica contra el capitalismo y el Imperio, Chávez ha impulsado, como un auténtico vendaval, «la simultaneidad de los procesos revolucionarios en América Latina». El Bolívar mestizo ha reiniciado la empresa de su predecesor, Simón Bolívar, y ha hecho fructificar el esfuerzo sobrehumano de la trinchera continental que -Martí proclamaba- representó Cuba durante los últimos cuarenta y siete años.
Los efectos de la crisis en los países del Sur, especialmente en África, van a ser terribles. En realidad, la crisis para ellos ha empezado hace mucho tiempo. En un mundo de comunicaciones establecidas por canales fijos, extremadamente controlados por el poder, Occidente ha recibido como anécdota connatural con las características de sus geografías humanas, la ruina total de continentes y países del Tercer Mundo. África es un continente destruido y hambreado, expoliado y obligado a producir para la exportación. En América latina, el neoliberalismo impuesto como dogma extendió la pobreza, multiplicó la desigualdad y reforzó el poder de una oligarquía que vendió empresas y sistemas públicos, petróleo, gas y otros recursos naturales, el agua y la propia tierra. En Argentina se anticipó la catástrofe: paro masivo, corralito, crisis bancaria, enorme deuda externa; saqueo del país a cargo de las transnacionales, el sistema financiero internacional y una voraz e ilimitadamente corrupta oligarquía interior; ruina y desaparición de las clases medias profesionales, generalización del hambre y el desamparo en las clases populares, expolio criminal dirigido por el Fondo Monetario Internacional.
En uno de los países con más capacidad de producción agraria, millones de personas pasaron hambre, recurrieron a la mendicidad o se organizaron solidariamente en las ollas populares. Sufrieron lo indecible, especialmente los más débiles: mujeres, ancianos y niños. Sufrieron también un durísima represión dirigida por la misma policía que había seleccionado y adiestrado la Junta Militar en desde mediados de los 70 y hasta el fracaso de guerra de las Malvinas.
El proceso de crisis económica mundial, de características catastróficas, que ha estallado con la crisis estratégica, militar y financiera en los EEUU, va a hambrear a Chile si el gobierno de Bachelet no cambia aceleradamente de alianzas interiores y de política exterior. El neoliberalismo chileno -que era un negocio de pocos montado por la dictadura pinochetista; fue reforzado después por el régimen de «alternancia cerrada» que supuso su prolongación económica, y realizó su diseño político para la democracia del consenso-. Es ahora una auténtica quimera. La reconstrucción de la Unidad Popular, con otras fuerzas políticas, es una consecuencia inevitable de la crisis. La experiencia de lucha del pueblo chileno debe recuperarse de inmediato. Las primeras revueltas masivas -después de las de los estudiantes durante el pasado invierno austral- han estallado en los últimos días.
Los gobiernos de Perú y de Colombia, y los sistemas de poder que les sirven de apoyo, no soportarán la crisis que afectará a sus pueblos, y que obligará al cambio radical de sus estructuras económicas dependientes. En Ecuador la revolución bolivariana -con el nombre de Socialismo del Siglo XXI- está dando sus primeros pasos que se acelerarán de inmediato. Paraguay iniciará un proceso similar.
Centroamérica está «recuperando la revolución», está vez como necesidad de supervivencia. El Ortega nicaragüense -reciclado por el apoyo energético venezolano, y por la inmediata, aunque parcial, inclusión en algunas iniciativas que componen el ALBA-, es el primer ejemplo de la recuperación de un proceso revolucionario, derrotado y también entregado en las últimas dos décadas, pero que ahora carece de alternativas.
En México, destrozado por el neoliberalismo, la revolución -escalonada y dispersa como la anterior- ha comenzado en los últimos años. La expulsión de los trabajadores ilegales que han entrado clandestinamente en los EEUU, y el levantamiento de un enorme muro de contención en la frontera, ha eliminado el «recurso de desahogo» que permitía a los gobiernos sostener la necesidad de un acuerdo comercial permanente con los EEUU: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
En Brasil, la política neoliberal y de alianza con el Imperio, de Lula, ha fracasado y ya no supone ninguna alternativa a las Alternativa Bolivariana para las Américas que está tejiendo Hugo Chávez. El apoyo brasileño a la obtención de biocombustible a partir del maíz y de otros alimentos, potenciando e integrando la economía agraria de exportación latinoamericana en el ciclo de sustitución de los combustibles fósiles que quiere realizar Washington, ha sido vista como una propuesta indigna de un dirigente latinoamericano, indiferente ante los evidentes estragos que causaría tal proceso en las posibilidades de alimentación de los pueblos del continente.
La respuesta a la crisis: la revolución bolivariana
Si la profunda crisis social y económica, provocada por el neoliberalismo, empezó hace ya casi dos décadas en América Latina, la respuesta revolucionaria ha ido fortaleciéndose en la resistencia de Cuba y la emergencia de la revolución bolivariana.
Las respuestas políticas y económicas a la crisis mundial que estalla ahora, sitúan a América Latina avanzando aceleradamente por un camino de unidad, de liberación de la dependencia con los EEUU y de construcción de una alternativa soberana.
Hugo Chávez -el Bolívar mestizo- ha puesto en marcha iniciativas estratégicas para el continente: energéticas, económicas, monetarias, comerciales, políticas, de comunicación e información, de salud y de educación popular, con la enorme ayuda de la experiencia y del capital humano de Cuba. En resumen son las siguientes:
-Puesta en marcha del eje petrolero Norte-Sur, con su extensión en el arco caribeño y en Centroamérica. Incluirá una estructura para el refino del combustible.
-Puesta en marcha del Eje gasero Este-Oeste, que suministrará gas natural a Argentina y Paraguay, desde Bolivia. Se complemente con otro eje que atravesará Colombia y posibilitará la alimentación energética de los países centroamericanos.
-Garantía energética para toda América Latina para un período de cien años. El petróleo y el gas de Venezuela y Bolivia, se ponen al servicio del desarrollo sostenible de América Latina.
-Decenas de miles de técnicos cubanos han hecho posible la realización acelerada de una verdadera revolución cultural, con la alfabetización de Venezuela, Bolivia, y otros países de América. También han sido la base fundamental para la instalación de un sistema primario universal de salud en Venezuela -Misión Barrio Adentro-, y de un sistema hospitalario público orientado a los sectores más pobres de la población se está realizando en Bolivia. La misión Milagro -cura quirúrgica de deficiencias oculares graves- se ha extendido por todos los países pobres del continente.
La misma política revolucionaria de implantación de los derechos humanos básicos para toda la población, se ha extendido por el Caribe, Centroamérica, Ecuador, Perú, Argentina. Es incontenible -incluso en países gobernados por la oligarquía vinculada desde siempre a los Estados Unidos, o en países sometidos a una relación colonial perpetua, como Puerto Rico-, porque el capitalismo no ofrece alternativa alguna, la crisis neoliberal los ha arruinado y la crisis económica mundial que ha estallado ahora los conduce a la miseria.
Puesta en marcha de un Banco -público y multinacional- del Sur, y de un Fondo financiero vinculado al desarrollo de la Alternativa Bolivariana para las Américas.
-Puesta en marcha de la Tele Sur, dentro de una iniciativa de liberación del control imperialista sobre los medios de comunicación en América Latina. Es urgente la implantación de una red continental, por cable y satélite, de Internet, independiente, que permita una comunicación instantánea de todos los países del continente, incluida Cuba; y la conexión exterior de todos ellos. Los medios alternativos deben contar con servidores de gran capacidad y gratuitos.
Venezuela y Cuba, y también Bolivia, han iniciado políticas dirigidas a obtener rápidamente la soberanía alimentaria que les permitirá resistir a cualquier bloqueo y hará posible su defensa.
El liderazgo bolivariano -la verdadera hazaña política de Chávez- ha dinamizado un gran movimiento continental hacia la unidad y la independencia, la soberanía energética, alimentaria, de salud, educativa, comunicacional, financiera y militar, que va a permitir a América latina resistir la crisis reforzando su unidad y su soberanía. El último viaje continental del presidente venezolano ha hecho muy visible ese liderazgo. Lula ha caído en el desprestigio y en el ridículo planteando un viaje simultáneo para promocionar la fabricación de biocombustibles y agravar la dependencia alimentaria de los pueblos de América.
-La recuperación de la propiedad plena del petróleo y de los recursos minerales, biológicos, del agua y de la propia tierra, van a hacer posible la transferencia tecnológica con los países del Norte, en condiciones ventajosas para América Latina.
-Todas las alianzas exteriores son posibles para la América Grande. Venezuela está ya en condiciones de fuerza para exigir a los EEUU la finalización del bloqueo a Cuba.
-De manera fundamental, como una gran victoria estratégica contra el capitalismo y el Imperio, Chávez ha impulsado, como un auténtico vendaval, «la simultaneidad de los procesos revolucionarios en América Latina». El Bolívar mestizo ha reiniciado la empresa de su predecesor, Simón Bolívar, y ha hecho fructificar el esfuerzo sobrehumano de la trinchera continental que -Martí proclamaba- representó Cuba durante los últimos cuarenta y siete años.
-Venezuela y Cuba han establecido el carácter soberano de las relaciones internacionales de los pueblo latinoamericanos. Cuba, desde el Movimiento de los No A; Venezuela con sus viajes africanos y asiáticos, incluidos -de manera preferencial- algunos países, que como Irán o Siria, han sido colocados en el eje del mal por los Estados Unidos.
La genialidad revolucionaria de Chávez ha iniciado la construcción de tres ejes estratégicos fundamentales:
-Blindar militarmente al continente utilizando la doctrina cubana de Defensa de todo el pueblo. Tendrá que culminarse con la creación de una Escuela latinoamericana de Defensa popular, y con la creación colectiva de una «Doctrina militar continental de defensa popular bolivariana«.
Chávez está reforzando la organización popular en Venezuela, e implicándola en el proceso económico productivo, político, legislativo, de administración pública, y de defensa de la revolución.
Es ese sentido está definiendo un modelo de «democracia participativa y popular», inmediatamente aplicable en Bolivia y Ecuador y válido para todo el continente, para crear una salida popular y socialista a la crisis.