Han pasado dos años y medio desde el referéndum y, de momento, ese ‘desastre económico sin precedentes’ para el Reino Unido y la Unión Europea no se ha notado
La experiencia de la hecatombe financiera que se desató en 2008 acentuó la creencia de que los expertos, analistas y gurús de todo tipo no aciertan nunca, o casi nunca, cuando se trata de prever las grandes crisis. Pero en la dirección contraria, se da bastante credibilidad a los anuncios de hundimientos económicos por los motivos más diversos. Entre todos los conocidos en los últimos años destaca la sorpresa por el resultado del referéndum favorable a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Si algún día los medios de comunicación tienen la oportunidad de anunciar el fin del mundo, sus titulares no diferirán mucho del cataclismo que describieron el 25 de junio de 2016. Han pasado desde entonces dos años y medio y de momento ese «desastre económico sin precedentes» para el Reino Unido y la Unión Europea no se ha notado. La economía ha comenzado a empeorar en países como Alemania, el comercio internacional se ha ralentizado en casi todas partes, pero lo que es el cataclismo brexitiano no aparece. El 29 de marzo finaliza el plazo para la salida definitiva del Reino Unido de la Unión Europea y aún los responsables políticos de ambos lados esperan. De momento, nada más. ¡Ojalá el fin del mundo llegue con tanta parsimonia!
¿Cómo pagará Gran Bretaña su empeño en salir de la Unión Europea? Es muy posible que haya sido un error estratégico garrafal. Pero los números nada dicen de que el comercio británico tenga que venirse abajo sumido en el desamparo. Veamos.
La exportación intracomunitaria, lo que se vende entre los países miembros de la Unión Europea, representa el 61% de todo lo que exportan. Sólo el 39% de sus exportaciones va fuera de la UE. Es decir, comercialmente los países de la Unión están volcados hacia el interior. Incluso Alemania, el gran exportador mundial por excelencia, vende la mayoría dentro de la Unión Europea: el 57% de todo lo que exporta. En el caso de España ese porcentaje de ventas intracomunitarias llega al 67%. Es decir, su comercio depende mucho más de la existencia de un área comercial única. Sólo hay una excepción, el Reino Unido. En su caso ocurre al revés: exporta más fuera de la UE, el 55%, de lo que vende a la Unión Europea, el 45%. Eso significa que es el país que menos depende de la Unión Europea para su comercio.
Esto es así en lo que se refiere a las exportaciones de mercancías, pero mucho más acentuado en el caso de las ventas al exterior de servicios. El apartado engloba el transporte, el turismo, las ventas de tecnología, los servicios bancarios o de seguros y demás. El caso de las exportaciones de servicios es especialmente importante para el Reino Unido. Se trata del segundo país del mundo en venta al exterior en este ámbito, después de Estados Unidos. Además, para Gran Bretaña es vital, ya que es excedentario (exporta servicios casi el doble de lo que importa). Con ello compensa en parte, sólo en parte, el déficit por exportaciones de mercancías.
¿Dónde vende preferentemente Gran Bretaña? En primer lugar, a Estados Unidos, su primer mercado. En segundo lugar, a Alemania. En tercero, a Holanda. Y en cuarto, a Irlanda, que tiene un lugar muy destacado entre los clientes británicos, en relación con su pequeño tamaño. Ambos países, el Reino Unido e Irlanda se encuentran comercialmente muy vinculados: Tanto es así que el 41% de lo que adquiere Irlanda del exterior proviene de la isla vecina, Gran Bretaña. Ello puede explicar que el principal escollo para que el Parlamento de Londres acepte el acuerdo del brexit con la Unión Europea, es la relación que se establece con Irlanda.
Desde el otro lado, el principal interesado en que el brexit salga bien debe ser Alemania. El dato que avala esto es clarísimo: el 25% de todo lo que vende la UE al Reino Unido procede del país germano.